Humberto González Briceño: ¿La soberanía a referéndum?
Para las pretensiones de Guyana en arrebatarle a Venezuela el Esequibo, el régimen de Hugo Chávez instaurado en Venezuela desde 1999 marca un antes y un después. La inercia institucional con la cual el Estado de partidos había manejado el estratégico asunto del Esequibo parece mostrar en 1999 una suerte de pausa cronológica que ya desde 1987 dejaba en manos de los buenos oficios de la ONU la búsqueda de alternativas para una resolución. Pero ese desgano combinado con la ligereza del régimen de Chávez ha demostrado que históricamente no estamos frente a una pausa sino ante una evidente situación de retroceso que menoscaba la posición de Venezuela.
Todo cambia para peor cuando en febrero de 2004 Hugo Chávez le dice al presidente de Guyana Bharrat Jagdeo que “el Gobierno venezolano no será un obstáculo para cualquier proyecto a ser conducido en el Esequibo, y cuyo propósito sea beneficiar a los habitantes del área”. Agregando seguidamente “El asunto del Esequibo será eliminado del marco de las relaciones sociales, políticas y económicas de los dos países”. Para rematar el significado y la intención indudable de sus palabras Chávez emprende una inusitada política de concesiones económicas a Guyana vía Petrocaribe que incluyeron petróleo y energía regalada a todos los países del CARICOM, aliados de Guyana. Cambiando la soberanía por un plato de lentejas Hugo Chávez lograba los votos de los aliados de Guyana para darle un puesto a Venezuela en el Consejo de Seguridad de la ONU.
De ahí en adelante Guyana no ha cesado en sus zarpazos jurídicos y extrajurídicos con una frecuencia casi trimestral, siendo cada uno más audaz y agresivo que el anterior. Es a partir del entreguismo de Hugo Chávez que la posición de Venezuela se desmejora y que alimenta las cada vez más agresivas pretensiones de Guyana. Igualmente no se puede dejar a un lado el hecho de que en la génesis de esta crisis el ejecutor de las políticas entreguistas de Hugo Chávez fue el hoy Presidente Nicolás Maduro lo cual define a ambos, sin mayores distinciones, como absolutos traidores a la patria.
En su escalada política y militar Guyana no ha cesado en realizar actos de disposición en la zona en reclamación, mostrándole a los otros Estados y a los órganos internacionales que no solo tiene ambiciones sobre ese territorio venezolano sin que además navega soberanamente por esas aguas con soltura y sin ninguna resistencia. El último episodio de esta larga cadena de agresiones se inició el año pasado cuando Guyana convocó empresas transnacionales a un proceso de licitación para la explotación petrolera en aguas que corresponden a la zona en reclamación.
Pero no fue sino hasta hace unas semanas que el régimen chavista ofreció una vez más su respuesta tardía y retórica frente a un evento de inmensa gravedad. Como siempre en estos asuntos el chavismo no puede ofrecer nada más que palabras sin acciones concretas. La condena a los movimientos agresivos de Guyana quedó reducida a frases inconexas e insignificantes como aquel demagógico anuncio por parte de Nicolás Maduro de crear el Estado Esequibo.
Sin duda, Guyana ha hecho sus cálculos y tomará ventaja de la profunda debilidad institucional que existe en Venezuela. El descalabro abarca a todos los sectores y poderes públicos incluidas las Fuerzas Armadas que no tendrían la fortaleza orgánica ni logística para hacerle frente a una alianza militar internacional acompañando a Guyana. Y mientras algunos países se frotan las manos con las perspectivas que plantea una Venezuela desmantelada por el chavismo, Guyana está salivando ante la oportunidad que esto significa para sus ambiciones.
El régimen chavista sigue en el poder gracias al apoyo incondicional de las Fuerzas Armadas. Pero es un Estado inviable, sin capacidad de sacar a Venezuela de su más grave crisis institucional y menos aún de enfrentar militarmente con éxito la avanzada de Guyana.
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