EL ESTADO DEBE ASUMIR
LA DEFENSA DE LOS CIEGOS
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La actitud que la humanidad asume frente a los seres desgraciados, revela
su grado de progreso”. Estas frases del profesor norteamericano Arch O. Heck
encuentran su máxima expresión en la labor que desde hace 34 años viene
desarrollando dentro de la población de no-videntes del país el Instituto
Venezolano de Ciegos, cuya denominación parece identificar a un organismo
oficial, pero sin embargo es obra privada y corre a cargo de la Sociedad Amigo
de los Ciegos, fundada por Mevorah Florentín en 1936.
La magnitud de la loable labor que cumple
esta institución podemos medirla al trasponer sus instalaciones y fijar la
vista en los textos de los carteles colocados estratégicamente en la pared
principal de la recepción: NO HUMILLE AL CIEGO CON LA LIMOSNA, AYUDE A SU
EDUCACIÓN”; LA LIMOSNA FOMENTA LA MENDICIDAD...EL TRABAJO REDIME AL CIEGO”; SE
RUEGA NO EXTERIORIZAR ANTE NUESTROS PUPILOS LA LÁSTIMA Y COMPASIÓN QUE LE
INSPIREN, PUES ES AFLIGIRLOS INÚTILMENTE Y ADEMÁS PERTURBAR EL PROCESO
PSICOLÓGICO DE SU FORMACIÓN MORAL”.
En todos se observa el propósito de
redimir al no-vidente mediante mecanismos eminentemente técnicos y científicos
y borrar todo vestigio de compasión, ya que el Instituto, a través de sus
recursos, logrará hacerlo una persona útil a la sociedad.
-Mire las calles –nos dijo su Director,
el poeta Manuel Rodríguez Cárdenas- y observará que no se ve ya por ellas al
ciego mendicante. En una inmensa parte es el resultado de la acción de la
Sociedad.
-¿Hay otras instituciones para ciegos?, le
preguntamos.
-Realmente sí las hay. Instituciones
venerables y muy buenas.
-¿Éstas también cumplen tan meritoria
labor?
El poeta Rodríguez Cárdenas tiene fama de
ser sincero en sus respuestas, aun en aquellas de compromiso (Soy un hombre
peleador, le comunicó al periodista), de allí que haya respondido:
-De otras no puedo decir lo mismo. Pero
una cosa puedo asegurar y es que la mayoría de los verdaderos luchadores en pro
del ciego se formaron al calor de la obra de Florentín.
El director de la coral fue pupilo del Instituto
La
complejidad de un problema
El problema del ciego en
Venezuela es complejo. De eso está absolutamente seguro Rodríguez Cárdenas; sin
embargo, en el Instituto de se forman y se han formado magníficos prospectos
humanos.
-Hombres y mujeres que han encontrado
allí –expresó seguidamente- no sólo hogar, amparo, cobijo y afecto, sino los
instrumentos indispensables para especializarse en diversas ramas de las
ciencias, las artes y las profesiones.
Pero no se queda allí la labor del
Instituto Venezolano de
Ciegos.
-Además de eso –aclaró- la Sociedad
cumple con el deber de prevenir la ceguera, para lo cual sostiene un Clínica
dotada de todos los requerimientos que exige su misión y donde han hallado
tratamiento y curación miles de personas pertenecientes a la parte más humilde
de la población venezolana.
No todo está hecho sin embargo.
-Pero el problema no está resuelto
–reconoció el Director del IVC- pues la situación del ciego venezolano reviste
muchos otros aspectos. Ésta comenzará a resolverse dentro de este país tan
egoísta e individualista, donde la aportación generosa es difícil, el día que
entre sus deberes de primer orden está la situación del ciego.
(Además de tuición, pensamos en el
momento de la redacción del reportaje, el Estado debería también impedir, a
través de su policía de frontera, el acceso de ciegos extranjeros al territorio
nacional en oficios vergonzantes como la mendicidad, que entorpecen las labores
del IVC y crean confusión en el público en cuanto a la eficacia de su obra).
La vida
normal
En el Instituto se trata
por todos los medios técnicos posibles de que los pupilos, unos 70 en total
entre varones y hembras con predominio absoluto del sexo fuerte, lleven una
vida que en nada se diferencie a los internos de instituciones para niños
normales: juegan, estudian, hacen manualidades, practican música y se ejercitan
en natación.
El periodista tuvo oportunidad de verlos
disfrutar de la piscina, donación de la organización hebrea “Damas de
Hatikbah”, al igual que otros niños de su edad, con idénticas gradaciones en
cuanto a pericia e impericia de natación.
También tuvo ocasión de observarlos en el
disfrute de otras actividades recreativas propias de la infancia, sin que
ninguna actitud de torpeza en cuanto al uso de la pelota (en realidad un envase
de talco vacío) o en la utilización del pequeño parque recreativo indicaran su
condición de ciegos.
El periodista conversó igualmente con una
de las pupilas, Geormira Marín, de 12 años, con 7 de los cuales de permanencia
en el Instituto.
-¿Cómo te sientes aquí, niña?
-Chévere.
-¿Qué has aprendido?
-Estoy en quinto grado y pertenezco a la
Banda y a la Coral.
-¿Qué interpreta la Banda?
-Música venezolana.
-¿De dónde eres?
-Del Estado Monagas.
-¿Qué otras cosas has aprendido?
-Manualidades y mecanografía Braille y
corriente.
Otra hermana de Geormira, menor que ella,
también es pupila del Instituto. Reciben visitas de los padres regularmente.
Como otras internas, en las vacaciones de julio, Semana Santa y Navidad se van
a sus hogares. Precisamente este acercamiento con los familiares forma parte
del programa del IVC.
De igual forma hablamos con el Director
de la Coral, Marcial Rosell, quien no sólo cursó allí la Educación Primaria
sino que también adquirió sus primeros conocimientos musicales, que continuaría
en el Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes.
-La Coral esta formada por 40 voces
–comunicó Rosell- y ha tenido intervenciones en varios colegios. Ultimamente se
presentó en la Sala “Juancho Capriles”.
-¿Qué tipo de música interpretan?
-Música folklórica venezolana y música
internacional tradicional.
Rosell, según pudimos observar cuando
realizaba prácticas con varios componentes del grupo coral, es un excelente
pianista.
(Kena, 1970).
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