TEOTISTE: EL GRAN AMOR
El
amor de don Rómulo Gallegos y doña Teotiste Arocha de Gallegos sólo es
comparable en el mundo contemporáneo al amor del poeta español Juan Ramón
Jiménez y Zenobia Campubri de Jiménez.
¿Cómo
nació tan gran amor?
Contesta
Fermín Luque (“El Nacional”, 2-8-1984)
-El
maestro y Teotiste se conocieron un día de retreta en el viejo pueblecito de El
Valle, cercano a Caracas que lo devoró con sus pretensiones de metrópoli.
Sigue
Luque:
-Catorce
días después le escribirla refiriéndose a un papelito: “Idolatrada Tistecita mía
(Menudita, apenas contiene tres renglones escritos en un idioma que nadie habla
i que mui pocos entienden, insignificante papelito que el viento más leve
volaría y sobre el cual apenas se detendrían los ojos indiferentes, tan inmenso
valor tiene para mí que con jirones del alma fría cada átomo suyo pagarla...
“Déjame que lo bese i que lo quiera, como a una
santa reliquia de amor, porque es santo i querido, porque ha dejado de ser un
pedazo de papel para ser un pedazo de tu alma, esa alma buena i pura, tierna i
amorosa en la cual he probado la miel, santa miel de delicias inefables, i con
la cual se ha confundido la mía, tan íntimamente, de una manera indisoluble i
para siempre, como si ambas desde el nacer hubieran sido una sola en dos
pedazos”.
Era
el año de 1905. A mediados del año siguiente Teotiste, entonces una joven de 17
años, se marcha a la casa de sus familiares en Charallave, donde habla nacido el
2 de febrero de 1888 Gallegos, para esa época un mozo de 21 años, le escribe:
“En
este momento toca un piano en la cuadra un valse que bailé varias veces
contigo; cómo evitar la nostalgia un poco melancólica que la virtud evocadora
de la música ha despertado otra vez en mi alma. Es imposible. Es imposible. Es
pecado estar triste y lamentarse, pero recordar no. En un instante he
reconstruido en el recuerdo una de esas noches felices que pasaba contigo, noches
que eran días del alma… i al compararlas con la actual i con las que me esperan
mientras tú no vengas he sentido una ingrata sensación de vacío”.
Tres
meses después, en otra carta le confiesa
“Estoy
aburrido de las noches de Caracas, cuándo te vendrás”.
Y
un 31 de agosto, cuando el enamorado Gallegos va de excursión al Ávila, por dos
días, se despide de Teotiste en estos amorosos términos:
“Del
novio que se va en pos de las cumbres, a la novia que se queda en el fondo del
valle.
“Me
voi, mas no asomen en la noche de tus ojos estrellas de dolor, dos días sólo
duraría mi ausencia i tan poca nieve no extinguiría la hoguera
Y
así llegamos al año 1912, fecha de la designación de Gallegos como Director del
Colegio Federal de Varones, de Barcelona, desde donde le escribe a Teotiste:
“Aunque
hace apenas dos horas que despaché la carta que te escribí ayer tarde, empiezo
ésta para hacerme la ilusión de que estoy conversando contigo, no me queda otro
recurso que escribirte y ver tus retratos; todos los he puesto en la mesa en
que escribo, son nueve, nueve faces de mi querida personita, pero nueve caras
que no pueden besarme... hoi es tu cumpleaños, veinte i tres años de la vida
más buena i amable del mundo. Mala suerte tenemos, mi vida, este día debiéramos
estar pasándolo juntos, como sólo nosotros sabemos pasarlos”.
En
otra oportunidad, ya hechos los planes matrimoniales, le confía: “No habría
nada que desear, como que por fin se te van a realizar aquellos sueños de ir a
vivir a un ranchito, enamorados y pobrecitos”.
Otra
carta desde Barcelona le advierte, a la enamorada Teotiste:
“¿Quién
iba a creer que mi sombrero se casaría primero que yo? Cualquiera hubiera
asegurado que siendo mi sombrero cosa mía, no asistirla a más matrimonio que al
mío o a aquellos a donde yo lo llevara sobre mi cabeza”.
Sobre
el significado de esta carta es revelador lo que dice Fermín Luque:
-Rómulo
no se refería a su matrimonio, sino al empeño de unas mujeres en Barcelona de
casar gente como si fueran ‘tigres y venados’, y como los infelices carecen de
indumentarias ellas se encargan de vestirlos con ‘chivas’; y el sombrero del
maestro cayó en una de esas colectas públicas que sirvieron para bouquet de
iglesia.
El
15 de abril de ese mismo año (1912) se celebró el matrimonio en la iglesia de
El Valle. Fue una boda por poder y Gallegos fue representado en4a ceremonia
nupcial por su anciano y enfermo padre. En una carta escrita trece días después
del matrimonio le confiesa a quien ya es su esposa:
“No
veo al matrimonio sino como una mera fórmula que tiene su razón de ser, pero
que nada ha venido a agregar a nuestra unión, que era indisoluble, profunda e
íntima, antes de que la sociedad i el cura nos lo dijeran”.
Fue un
amor de toda la vida y Rómulo Gallegos tuvo en doña Teotiste a la compañera
inseparable, a la confidente, a la abnegada esposa que colmó su vida de
comprensión y de estimulo para la toma de decisión justa, aunque ella
significaría sacrificio material. Así se explica que cuando en 1931 Gallegos,
para no ejercer la senatoria conque arbitrariamente fue investido por el
déspota General Juan Vicente Gómez, debe marcharse del país para evitar las
represalias del tirano, ella es quien lo
anima:
“Vámonos,
aunque se pierda la casa”. Escaso de recursos económicos, tuvo que pedirle
dinero prestado a un amigo dándole como garantía la casa que estaba construyendo,
sueño suyo y de doña Teotiste, quien prefiere sacrificarla, antes que poner en
tela de juicio la dignidad del esposo.
Sobre
este gran amor la hija, Sonia Gallegos, reveló a Ramón Hernández, de “El
Nacional”, el 3-8-1984:
“Con
mi mamá era muy especial. Siempre fue así. Ella lo era todo, su lectora, su
apoyo, su gran amor. Siempre le tenía una sorpresa agradable, un gesto de
ternura. Pienso que siempre sintió una gran mortificación porque sus ideas
tuvieron que irse al exilio y separarla de su familia. Él la complacía en todo.
Si ella dacia que en el jardín se verían bien rosas rojas, él la sorprendía sembrando
rosas rojas cuando ella salía al mercado”.
(El Faro de Margarita, Porlamar, 1 de
diciembre de 1985. Ilustraciones: Briceida Moya de Rodulfo).
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