La cercanía de Milei al judaísmo evidencia un antisemitismo existente en Argentina
El nuevo presidente de Argentina tiene un vínculo importante con la cultura judía y no lo oculta. Su llegada a la Casa Rosada terminó manifestando la ignorancia y el resentimiento de muchas personas
En reiteradas oportunidades he manifestado en estas columnas lo poco preciso que se torna a veces la utilización de la categorización política entre izquierda y derecha. Siempre me pareció más útil separar los campos ideológicos con mayor precisión, con conceptos como individualismo, colectivismo, estatismo, coacción o libertad. Si vamos a lo concreto, lo que se puede denominar usualmente como un “nacionalista de derecha”, tiende a compartir el esquema mental colectivo de un “socialista de izquierda”. En ambos casos, por encima del individuo puede posicionarse lo que ellos consideran el “bien común”, que se expresa y manifiesta mediante un gobierno determinado. Es que, para los liberales, “los planes difieren, pero los planificadores son todos iguales”, como decía Bastiat.
La llegada de Javier Milei a la Presidencia terminó por reacomodar ideológicamente la política argentina. Partió por el medio a la inviable coalición de Juntos por el Cambio, dejó aislado al kirchnerismo y terminó con la estéril grieta, que limitaba la discusión de dos espacios políticos, que muchas veces se veían beneficiados por esquivar el debate conceptual concreto.
Entre los más críticos de Milei, quedaron elementos que usualmente podrían denominarse de “ultraizquierda” y “ultraderecha”. Mientras muchos aseguran que esto sucede porque “los extremos se tocan”, yo me quedo con la teoría que en el fondo eran primos hermanos, que jamás estuvieron lejos conceptualmente. Colectivistas, estatistas y autoritarios. El marco teórico que le cabe por igual a “fachos” y “zurdos”. Nada de esto es nuevo en la historia argentina. La agrupación terrorista Montoneros, que quería utilizar a Perón para la implementación del socialismo, fue uno de los desmembramientos del Movimiento Nacionalista Tacuara, que tenía entre sus consignas la frase “haga patria, mate un judío”.
Por estos pagos, muchos han evidenciado en las últimas horas un llamativo y preocupante antisemitismo visceral, que parece haberse exacerbado con la llegada de un presidente de clara simpatía hacia el judaísmo. Hasta hace un tiempo, las cuentas en las redes sociales que evidenciaban esta característica eran mayormente anónimas. Sin embargo, en los últimos días los ánimos se exasperaron y cientos de personas están proclamando consignas antijudías, algunas de manera más solapada que otras.
- Lea también: Comenzó la motosierra: Milei redujo a 9 la cantidad de ministerios en su primer decreto
- Lea también: El antisemitismo preocupa a Europa: Recuerdan los momentos más oscuros de la historia
No vale la pena replicar estos comentarios para no darle entidad a estos sujetos. Pero en sus delirantes elucubraciones, vuelven a aparecer las viejas teorías conspirativas como las que dicen que los judíos son dueños de todos los medios de comunicación, o que pretenden ocupar la Patagonia, mediante la implementación del Plan Andinia.
Aunque no se trata de un porcentaje considerable de argentinos, como para preocuparse por su influencia directa en los procesos políticos, sí hablamos de un grupo lo suficientemente numeroso como para prestar atención. Con mucha menos gente se puede atacar a ciudadanos indefensos, como vimos que ocurrió recientemente en Estados Unidos y varios países de Europa, luego del inicio del conflicto entre Israel y Hamás.
El antisemitismo tiene como base la ignorancia y el resentimiento. Puede que no haya mucho que hacer con interlocutores necios, más interesados en abrazarse a sus ideas precarias, que a pensar como personas adultas. Lamentablemente, Argentina tiene mucho de ambos componentes.
¿Qué se hace al respecto? Ahí ya la cuestión es más complicada. En lo personal soy partidario de la libertad de expresión irrestricta, para que estos elementos de la sociedad puedan manifestarse, esperando que terminen aislados por el mismo repudio que generan sus ideas. Pero, al menos, en algo creo que podemos estar todos de acuerdo. En que es un fenómeno lamentablemente existente, ojalá no sea creciente, que merece toda la atención.
No hay comentarios:
Publicar un comentario