Un pesebre sin "caganer" es como un jardín sin flores
Es una tradición catalana que ya tiene alcance global. La curiosa figura del "caganer" va en ascenso y la de Messi es la segunda más vendida... También hay de Shakira y Piqué
Con su gorro rojo, camisa blanca y el pantalón bajado, el «caganer» nunca falta en los pesebres catalanes, donde las figuras de la Virgen María, San José y el niño Jesús comparten protagonismo con este pastor incontinente que pasó de ocultarse en un rincón del belén a cruzar fronteras.
Imprescindible en las tradicionales recreaciones de los nacimientos que se instalan en los hogares de esta región del noreste de España por Navidad, el «caganer» solía ser la figura favorita de los niños, que se divertían buscando a este pastor vestido de campesino que, oculto en un rincón, solventaba su urgencia intestinal.
Pero, con los años, el «caganer» ha ido acaparando cada vez más atención.
En el centro de Barcelona, varios turistas contemplan divertidos las pequeñas esculturas de barro que llenan una de las tiendas de caganer.com.
Desde políticos como el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, el argentino Javier Milei o el exmandatario estadounidense Donald Trump, pasando por deportistas como Kylian Mbappé o Novak Djokovic hasta artistas como Michael Jackson o Shakira, entre sus 650 modelos hay gran variedad de personajes, pero con algo en común: todos están agachados defecando.
«Hay muchos artistas en Cataluña que hacen ‘caganers’, pero son producciones de cinco, de diez…», explica Sergi Alós, copropietario de esta empresa familiar que inició su madre hace 31 años pintando a mano figuritas del pesebre, y que ahora tiene cinco tiendas en Barcelona y una en Madrid.
«Nosotros hemos ido un poco más allá (…) para que el turista tenga algo típico catalán», agrega sobre una producción que este año debe alcanzar alrededor de 140.000 de estas figuritas que venden generalmente entre 5 y 21 euros (5,5 y 23 dólares).
Al tratarse de un homenaje a la persona, y no una mofa, Alós afirma que no suele haber quejas de los protagonistas. El más vendido continúa siendo el tradicional, seguido por los dedicados a Leo Messi.
«Es muy interesante, estamos muy sorprendidos de ver todas estas figuras de famosos y políticos», cuenta divertida Amy Hu, una turista de 30 años llegada desde Estados Unidos, el país extranjero más interesado por los «caganers», según Alós.
Caganer de colección
Pese a la creencia popular de que traía fortuna y alegría al hogar, el origen del «caganer», que podría datarse del siglo XVIII, no está claro.
«Se han dicho muchas cosas sobre el ‘caganer’: algunos decían que era para fertilidad de la tierra, cosas poco creíbles, pero la verdad es otra: trata de conectar al pueblo con el misterio de la natividad» de Jesús, explica Josefina Roma, profesora jubilada de Antropología de la Universidad de Barcelona, que relaciona al «caganer» con los personajes lúdicos que aparecían en las narraciones teológicas para hacerlas más comprensibles.
Rodeado de parte de su colección de 1.400 «caganers», Xavier Borrell admite que es difícil conocer el origen exacto de esta figurita que vive una época de esplendor.
«En este momento, yo diría que el ‘caganer’ ha salido del pesebre y se ha convertido en un icono», indica este ingeniero jubilado que preside la Asociación de Amigos del Caganer, nacida hace 33 años para «reivindicar» esta figura, por entonces repudiada en algunas asociaciones de pesebristas, y que cuenta con un centenar de miembros.
Aunque el grueso de su colección –en la que hay figuras procedentes de Portugal, Brasil o Italia, donde existen tradiciones asimilables– la componen ejemplares clásicos, Borrell celebra esta reconversión del «caganer» en reclamo turístico.
«En Cataluña se vendían sombreros mexicanos, vestidos de sevillana, toros, que no son propios de nuestra cultura, y el hecho de que el turista cuando venga se lleve un ‘caganer’ me encanta», afirma el coleccionista, que tiene una vitrina con algunos ejemplares en el baño de su casa en Barcelona.
«Caga tió»
En los mercados navideños catalanes, el «caganer» comparte popularidad con los «tiós», un tronco decorado con ojos y gorro rojo tradicional al que los niños deben golpear con un palo en Nochebuena o el día de Navidad.
Al son de la canción «caga tió, tió de Nadal» [«Navidad» en catalán], el tronco les «defeca» entonces regalos, que aparecen debajo de una manta.
«Es cierto que el catalán es algo escatológico», reconoce Borrell.
La tradición del tió, que se encuentra también en zonas aledañas, procede, según la profesora Roma, de antiguos ritos precristianos de veneración a los antepasados, adaptados ahora al consumismo contemporáneo.
Para ella, sin embargo, tantas referencias navideñas a la defecación en Cataluña no permiten sacar conclusiones.
«Escatología hay en todas partes», explica sobre lo que considera «puras coincidencias de cosas muy distintas».
De momento, el «caganer» catalán sigue con sus planes de conquistar el mundo.
«Para nosotros Navidad es cada mes ya», celebra Alós sobre la evolución de las ventas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario