Desvaríos de Biden son la señal de que no debería ir por un segundo mandato
Que el octogenario dijera que habló con AMLO para "abrir la puerta a Gaza para la entrada de material humanitario", dejó a más de uno desconcertado
Llegó tarde a su propia sesión informativa y dijo cosas que siembran más dudas sobre su capacidad de dirigir a Estados Unidos. El presidente Joe Biden, de 81 años, no solo tiene su popularidad contra la espada y la pared, también compromete la imagen del Partido Demócrata, que apuesta por él para conseguir la reelección en noviembre.
En esa reciente aparición ante los medios, el mandatario terminó dando la razón a las conclusiones del fiscal especial Robert Hur, quien esta semana destacó sus problemas de mentales. Sin embargo, en el caso que este dirigía, relacionado con los documentos clasificados que Biden guardaba en su mansión en Delaware, esos desvaríos le jugaron a favor porque la justicia decidió no presentar cargos debido a su memoria “significativamente limitada”.
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Lo que no le jugó a favor a Biden fue todo lo que dijo en su rueda de prensa. Allí confundió a Abdelfatah al Sisi, presidente de Egipto, con Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, y retó a varios periodistas que le preguntaron sobre su estado de salud.
Que el octogenario dijera que habló con AMLO para “abrir la puerta a Gaza para la entrada de material humanitario”, dejó a más de uno desconcertado. Pero solo es otra señal de lo limitado que se encuentra para ejercer la presidencia de la mayor potencia mundial, envuelta bajo su actual gestión en múltiples conflictos sobre las cuales se hubiera podido mediar de otra manera si su política exterior fuera más acertada.
Vergüenza entre los demócratas
Biden también apuntó contra el fiscal especial Robert Hur por haberle preguntado cuándo murió su hijo. En el informe este señaló que el presidente no pudo responder la pregunta. “Sé que se presta cierta atención a un informe sobre mi recuerdo de los acontecimientos. Incluso hay referencias a que no recuerdo cuándo falleció mi hijo ¿Cómo diablos se atreven a plantear eso?”, dijo Biden ante los medios. Sin embargo, los titubeos y la evidente confusión restaron credibilidad a sus palabras.
Todo esto no es algo nuevo. El presidente demócrata se ha caído en tarimas, de su bicicleta, subiendo por las escaleras del Air Force One y ha tenido lagunas mentales frente a los micrófonos. Tantos episodios causan vergüenza en el Partido Demócrata, y la reciente confusión de México con Egipto podría ser la sentencia de su candidatura.
Por ejemplo, un miembro demócrata de la Cámara de Representantes dijo a NBC News que la rueda de prensa fue “una pesadilla” y agregó que “debilita electoralmente al presidente Biden”. No se equivoca cuando dice que “para los demócratas, es una situación desalentadora”. Otro funcionario coincide: “Confirma todas las dudas y preocupaciones que tienen los votantes. Si la única razón por la que no lo acusaron es porque es demasiado mayor para ser acusado, entonces ¿cómo puede ser presidente de Estados Unidos?”, declaró.
Lo cierto es que ser presidente de Estados Unidos no pasa solo por proyectar una imagen de firmeza, como mandatario debe dirigir una nación completa y lidiar con sus numerosos problemas internos y externos, además de tejer alianzas que garanticen la estabilidad de la geopolítica mundial. Eso parece difícil para un hombre de 81 años y hasta ahora, no hay indicios de que los demócratas decidan reemplazarlo por otro candidato más joven, aunque ganas no deben faltar.
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