Jugamos a tres bandas [parte 2]
Nº3: Conclusión del cine foro de LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ.
Cuando tratamos de actuar o usar algo sin tener claro qué es o para qué sirve, no logramos lo que buscamos o nos frustramos o nos hacemos daño. Es el caso con herramientas con motor (EN: power tools); igualmente sucede con la Realidad o el Mundo en el que actuamos, por necesidad necesitamos saber qué es y comenzar a conocer sus reglas.
Que conclusiones sacamos de la película de los 30 y del romance épico que nos muestra. Partimos de las siguientes premisas: la vida que el hombre y la mujer viven les reta continuamente a definir y clarificar quién son y a dónde tienen que dirigir sus esfuerzos para avanzar, que, sin definir esos dos elementos, la vida se experimenta como indisoluble y adversa, capaz de ahogarles. Segundo, el hombre es muy diferente de la mujer, a saber, son dos polos de una misma especie que se pueden compaginar y complementar; y, por último, la manera de entender quién somos y a dónde dirigirnos está codificado en un relato, que además es estructuralmente como opera la consciencia en los homos sapiens.
A diferencia de todos los otros seres animados, sean mamíferos o no, hay elementos que apoyan o impiden nuestra evolución natural; en el ser humano requiere de nuestra colaboración… y sin una capacidad reflexiva y discernimiento sobre nuestras motivaciones y definición de dirección, no solo nos extraviamos, sino que el proceso default es: ignorancia, violencia, injusticia y devastación de la vida humana.
Así, lo que llamamos El Mundo es una suerte de compendio o coalición del resultado de nuestras acciones, actitudes, pensamientos, relaciones… algo así como la concreción de nuestro espíritu en su más profunda realidad, sea consciente o no.
Algo en ese proceso de crear el Mundo nos opone y algo nos apoya
El discernimiento central al que nos invita el amanecer de la consciencia en el ser humano es a través de dos elementos primordialmente: “lo esencial es invisible a los ojos” (El Principito, Antoine de Saint-Exupéry) por ende aquello que nos hace conscientes no sabemos qué es o cómo acceder a ello, y sólo tenemos acceso usando una combinación de nuestra mente y corazón (entendido como el centro de nuestras emociones, voluntad y ser); el otro elemento es: hay una aparente polaridad intrínseca, los mamíferos conscientes reconocemos que hay Bien y Mal, aquello que me apoya y otra polaridad que me descompone y, como mencionamos antes, el estado default es el caos, el de descomposición.
Nuestra consciencia parece ser una suerte de antena receptora que usa nuestra colaboración para sintonizar con frecuencias que pueden ayudar o descarrilar. El dial sintonizador es la identidad que sostienes y, las decisiones son la confirmación de la identidad que sigue acopiándose a cada momento.
Dado que aquello que nos puede destruir y aquello que puede ayudar a construirnos es invisible, para mejor conectar con esa frecuencia de apoyo que nos impulsa a vivir con mayor sabiduría, es necesario una actitud innegociable: la humildad.
Es necesario reconocer que NO SÉ de dónde vienen mis juicios y mis creencias, sino que son el resultado de una irrestricta e irreflexiva aceptación de la identidad que he forjado desde mi infancia y a través de mi Historia Personal; la humildad es un buen punto de partida para discernir y crecer. Más que no juzgar circunstancias o personas para no errar, es reconocer que no conozco toda la información para ejercer de juez o creer que sé lo que refleja la realidad, lo que es bueno o malo; por tanto, abro los ojos y los oídos y trato de apreciar.
Concedo que es muy difícil y complejo hacerlo, porque nuestras creencias y juicios de valor confirman la identidad de la que tengo una costumbre disciplinada en sostener. Por ello los sismas emocionales o la tragedia son los mejores aliados para una transformación personal; cuando me enamoro, cuando sufro un contratiempo severo que reta mi percepción de la realidad o lanza mi juicio por los aires, entonces podemos sintonizar con mayor nitidez la frecuencia que nos apoya, y aquello dentro nuestro que es cónsono con esa dimensión de la realidad, es como si la usa para que crezcamos… pero tenemos que ser sumisos a la instrucción, ser humildes.
Rhett y Scarlett son dos ejemplos de cómo la identidad se enfrenta a esa corrección
Cuando Rhett se enamora de Scarlett y toma la decisión de rendirse a ella, a expensas de ir en contra de la identidad de la que tenía una costumbre disciplinada en sostener, su mundo va creciendo, haciéndose más tolerante, descubriendo un compromiso a algo fuera de él, que no conocía o tenía acceso o había reconocido como valioso.
En cambio, a Scarlett le impulsa un algo interior dentro de ella, contra viento o marea le induce a buscar aquello que destruirá su mundo: un hombre inalcanzable dentro de una sociedad rígida y estancada; aún toda la tragedia a su alrededor no es capaz de mover su identidad… por eso a veces no podemos discernir cuán responsables somos de las tragedias que nos caen sobre la cabeza.
Una de las verdades más contundentes con respecto al ser humano es que enfocarnos en el bienestar de lo que está afuera, o de alguien que no somos nosotros, es lo que nos alinea adentro. Como si el secreto para operar en la realidad es desplazar al beneficiario de adentro a afuera.
Así son las cosas y punto. Si no lo ves, no pasa nada, sigue creyendo que afianzar tus creencias irrestrictas y tu identidad sin reflexión le darán sentido a tu vida, ¡A ver qué sucede!
Hay historias que tienen algo de la esencia del “Espíritu Colaborador”
¿Pusiste atención en el artículo anterior, cuando mencioné como C.G. Jung había propuesto que dentro de nuestra psique existen diferentes elementos que tiran y empujan nuestra identidad? Que existe un elemento profundamente central y orientador que parece ser el Sol que irradia la esencia de lo que somos y nos llama a que ampliemos su realidad en nosotros. Jung le llamó SELF o el ARQUETIPO DEL SER en español. Creo que es cónsono con lo que el poeta bíblico quiso representar cuando enuncia en la creación bíblica:
Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza.
Genesis 1:26
Es ello lo que precisamente nos impulsa a ser creadores de mundos y desarrollar modelos de vida, civilización, tecnología y todo ello para discernir “quién Soy”. El Ser del que habla Jung, es como esa Semilla Divina en nosotros, que no es alterable por nuestras decisiones, pensamientos o acciones, que está ahí empujando, moviendo todo e irradiando su fuerza para que nos alineemos con ella; aún Hitler o Mao la tenían. Quizás es la fuente de la consciencia misma que busca nuestra voluntad para sintonizar con ese Espíritu Colaborador que nos quiere ayudar a ser plenamente quién vinimos a ser.
Dado que nuestra consciencia lo integra y conoce todo en un formato de relato, por ello nos atraen personas que “resaltan”, porque nos inspiran o motivan a imitar y seguir. Quizás sean ellas quienes de alguna manera reflejan una semejanza con esa dimensión dentro de mí que Jung llamó el Ser, filtrado por nuestra identidad. Una suerte de sintonizar la banda del afuera, con el dial de mi identidad, para percibir la semejanza “imperfecta” del Ser dentro mío. Aun cuando los adolescentes actuales idolatran a músicos reggaetón o Rap o inclusive los influencers o nosotros a personalidades menos que “ejemplares”, todos son los escalones para descubrir el siguiente ascenso a quién puedo llegar a ser.
Por ello no sabemos de dónde vienen nuestros gustos o deseos, los juicios o creencias, son una suerte de sincronización entre el llamado de mi Ser con mi identidad y las imágenes y relatos que veo afuera.
Al final esos seres diferenciados y especiales llaman mi imaginación, me despiertan de mi pesado sueño, mueven mi voluntad y animan mi ambición: “yo quiero ser así”.
La polaridad no es simétrica, tiene una dirección
Si “lo esencial es invisible”, si somos antenas, si el mundo es el conglomerado de nuestras decisiones, ambiciones e identidades… ¿en qué historia podemos fijar nuestra atención que nos inspire un camino y una actitud?
El Mundo está regido por los dragones fuera de control que viven dentro nuestro. Todo lo malo que ves en el mundo, que parece que te afecta y condiciona, es un espectro de tu dragón interior. Pelear afuera es como batallar con fantasmas, la batalla es interior. Tanto si ves ese monstruo como monumental, como si ni siquiera lo ves, te podrá si no lo disciernes y enfrentas. Tú eres el problema y tienes acceso a la solución.
La batalla ya ha sido dada y ganada… El dragón nació para morir, tú para matarlo (artículo de Sept. 2023), pero tienes que hacer tu parte, porque “tu mundo” necesita de tu ayuda para ser redimido.
No para iniciar algo ahora, pero no puedo evitar mencionarlo, porque es infinitamente relevante: según la Biblia, en el principio el mal fue derrotado desde el comienzo de la creación:
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía por encima de las aguas. Y dijo Dios: Hágase la luz; y la luz se hizo. Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas.”
Genesis 1:1-4
Este texto puede tener miles de años y se transmitió por tradición oral antes de quedar plasmado alrededor de 600 BC. Toda la Biblia es el testimonio de una historia de amor épica, de Dios por el hombre. La batalla dice que la ganó Él a través de una entrega total y con el sacrificio personal en la pasión y muerte de Jesus el Cristo:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, debe negarse a sí mismo, tomar su cruz y seguirme. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá, pero el que pierda su vida por mí, la encontrará.
Mateo 16:24-25
Yo sé que para algunos es una incómoda manera de acabar esta reflexión, pero toda la sabiduría de la historia, del arte y todas las disciplinas que honestamente han ahondado en la batalla por discernir el camino, afirman que la batalla entre el bien y el mal está ganada, pero para que ese Reino se implante en nuestro mundo necesita la decisión, determinación y sacrificio tuyo.
Próximo martes…
Haremos un paréntesis sobre el ciclo de Cine Foro de la época dorada de Hollywood.
¿Qué clase de libro es la Biblia y para qué sirve?
A veces escucho algunas personas que parecen inteligentes decir que la Biblia es un panfleto de hace 3000 años redactado para controlar a las masas y otro tipo de sandeces, creo que en pocas ocasiones alguien demuestra mayor ignorancia que cuando descalifican la Biblia sin investigar un poco. En el artículo investigaré algunos elementos que muestran lo extraordinario que es este compendio literario sapiencial, lirico, poético, profético, apocalíptico, histórico y epistolar… sólo considerar que los derechos humanos que hoy valoramos y defendemos tan ardientemente tienen su fundamento en la Biblia y que la ciencia tiene su principal baluarte en el Nuevo Testamento: “conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” Juan 8:32
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