Triste final de Lula: terminó como un burdo títere chavista
El mandatario brasileño descendió a lo más bajo al insinuar que María Corina Machado debe dejar de "llorar" y apoyar a otro candidato
Podría haber tenido otro destino. Pudo haber hecho una última gestión medianamente razonable. Sin embargo, el tercer período presidencial de Luiz Inácio Lula da Silva pasará a la historia como la bochornosa anexión partidaria al burdo neochavismo decadente del dictador impresentable Nicolás Maduro. Una mancha negra para la historia institucional del Brasil, que ya nada tiene que envidiarle al nefasto ciclo del kirchnerismo en Argentina. Incluso la irresponsabilidad económica (que viene creciendo exponencialmente) podría dejar a su país con serios problemas que no ha tenido hasta el momento, pero que ya se vienen asomando.
En una conferencia de prensa de esta tarde, Lula fue consultado sobre los paralelismos entre las oposiciones de Brasil y Venezuela. Sin ruborizarse, el mandatario hizo énfasis en que la fecha del 28 de julio ya está determinada y que Maduro convocó a los veedores internacionales para que supervisen el proceso electoral. Sin nombrarla, el líder del PT dijo que María Corina Machado debería dejar de “llorar” y avalar la candidatura de otra persona que se enfrente al oficialismo.
Estas palabras resultan absolutamente repudiables y ya deberían estar teniendo serias consecuencias en Brasil. El presidente de una democracia no puede avalar la arbitraria proscripción de la principal candidata de la oposición, que ganó cómodamente su primaria para ser la postulante que desafíe al régimen en las urnas.
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Claro que el referente de izquierda no pudo justificar ningún motivo que avale la proscripción de Machado. Ni siquiera se animó a mencionar la absurda y arbitraria resolución administrativa que se le había impuesto por 12 meses, para dejarla fuera de la competencia en 2015. A diferencia de la delirante resolución del régimen de Maduro, que ahora quiere proscribirla por 15 años, Lula sí enfrentaba dos condenas por corrupción que lo inhabilitaban con fundamentos en 2018.
Lógicamente, Machado le respondió desde sus redes sociales con la firmeza que la caracteriza: “¿Yo llorando, presidente Lula? ¿Lo dice porque soy mujer?”, le preguntó públicamente la líder de la oposición venezolana. En su comentario, la más que legítima candidata del antichavismo le advirtió al mandatario brasileño que ella tiene todo el derecho del mundo de competir en las elecciones, que Maduro tiene miedo de enfrentarla y que está siendo cómplice de una evidente violación a la Constitución y al acuerdo de Barbados.
Más allá de la intrascendencia de estas declaraciones, ya es irreversible el triste y opaco final de Lula da Silva. Dejará a su país mucho peor de lo que lo recibió y con el sabor de boca de una tercera presidencia fallida, aliada a una sangrienta dictadura corrupta en la región y a los enemigos de Israel, que directamente apelan al exterminio de ciudadanos inocentes.
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