Auge y caída del movimiento obrero venezolano
La historia del sindicalismo en Venezuela está ligada a dos ejes transversales como lo son la explotación petrolera y la evolución democrática a partir de 1936.
La creación de los sindicatos en Venezuela no fue producto de una lucha obrero patronal cruenta, como en otros países, sino que surgieron por mandato de la primera Ley del Trabajo del 16 de julio de 1936, que fue redactada por Rafael Caldera, bajo el asesoramiento de la OIT y promulgada por el Presidente de la República, Eleazar López Contreras, sucesor de Juan Vicente Gómez, durante el proceso de transición del ciclo andino hacia la incipiente democracia.
No obstante, esa característica embrionaria legislativa, no le resta méritos ni significación histórica en el devenir republicano al movimiento obrero nacional.
Desde la primera huelga petrolera del 9 de diciembre de 1936, iniciada en Cumarebo, Estado Falcón, que se extendió a otras regiones petroleras del país; pasando luego por la celebración, en el teatro Bolívar de Caracas, entre finales de 1936 y el 7 de enero de 1937, del “PRIMER CONGRESO DE TRABAJADORES DE VENEZUELA” durante el cual se fundaría la Confederación Venezolana del Trabajo (CVT), antecedente de la futura CONFEDERACIÓN DE TRABAJADORES DE VENEZUELA (CTV) ente gremial que durante la vigencia de la democracia surgida el 23 de enero de 1958, escribió las más nutridas páginas del acontecer sindical histórico y cuyo hito más significativo tuvo que ver con el inicio del Chavismo y la celebración de un CONGRESO EXTRAORDINARIO DE PORLAMAR instalado el 8 de abril de 1999, en el cual se aprobó que la Junta Directiva de la máxima central obrera del país, en lo adelante, se elegiría por votación universal, directa y secreta donde participan todos los electores y cuyo primer Presidente electo de esta manera fue el sindicalista petrolero CARLOS ORTEGA. Finalmente, hay que observar que la CTV, durante los últimos 25 años se vino a menos, víctima de la intervención estatal bolivariana y del paralelismo de los gremios impulsado por el oficialismo como mecanismo desintegrador de la institucionalidad.
De ese apretado recuento, no cabe duda que a lo largo de su existencia, la otrora poderosa y hegemónica fuerza organizada del sindicalismo patrio, ha transitado su ciclo vital desde su génesis, auge y caída, ligado al acontecer petrolero y su decadencia; así como también, ha estado vinculado a la tutela por los partidos democráticos durante el pacto de punto fijo y por la colonización autárquica durante la II República Civil (últimas 4 décadas Siglo XX) y la V República (últimos 5 lustros del Siglo XXI) respectivamente.
Este primero de mayo de 2024, en su día Internacional, en Venezuela, los trabajadores no tienen nada que celebrar, porque viven en crisis por el fracaso de la gestión pública, soportando la miseria de un sueldo mínimo de hambre, que no lo aumentan desde hace más de dos años, con pensiones y jubilaciones indignas, con la falsa ilusión de los bonos no salariales y sus dirigentes víctimas de persecución sindical.
Ante ese panorama desolador, desde la sociedad civil, se está gestando un esperanzador proceso de acumulación de fuerzas sociales, capaz de propiciar los cambios que exige la presente hora y, cuyo protagonismo reclama la lucha, ante las injusticias y la decadencia, del movimiento sindical venezolano, que siempre ha salido airoso de todos los trances vividos, mediante la articulación con el pueblo de a pie.
Los trabajadores indomables de las mayores conquistas sociales, de momento aún están en deuda con la defensa del legado democrático de sus pares de 1936, que con coraje vencieron la adversidad y que, a costa de sacrificios, con su sudor y con manos callosas, construyeron el país de progreso que nos fue arrebatado de golpe.
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