En el año 2017 escribí un artículo sobre la moda, que parece que ha llegado para quedarse, sobre la manera exagerada e incorrecta de usar la palabra demasiado. Ya saben todo aquello de que el significado real es que el sentimiento expresado se experimenta “en exceso” y que me molesta pensar que alguien en lugar de quererme mucho, me quiere demasiado. Pero eso ya se los conté en detalle.

Hoy me estoy mudando a la fecha actual, al momento político que vive nuestro pobre país, y cuando uso la palabra pobre la extiendo a muchos campos pues ha sido abusado y abusado y réqueteabusado, y cada día más es obvio que con poco esfuerzo de los gobernantes la riqueza que se genera se encamina por rutas misteriosas y no llega donde debe llegar, lo que nos convierte en un país rico, pobre.

Como ahora todos los creadores de esas rutas misteriosas desean permanecer en el poder y también están los que quisieran llegar porque se ha confirmado que no hay castigo para el que se lleva lo ajeno —perdón, lo hay para el que se lleva una paleta— muchos quieren tener la oportunidad de probar sus destrezas, nos bombardean con sus prédicas, sus promesas, sus críticas al vecino para que nadie vote por él, en fin, el ruido es grande.

Cada vez que veo venir elecciones en mi querido Panamá hago un esfuerzo —y les digo que es sobrehumano porque corre más basura que en los pataconcitos de Panamá Viejo— por escuchar lo que todos estos personajes tienen que decir. ¡Ufffff! Es una tortura pues ponen el mismo cassette de siempre “que voy a mejorar la educación” perdón, ¿cómo?, “que voy a arreglar las calles” perdón, ¿cómo?, “que resolveré TODOS los problemas del Seguro Social” perdón ¿CÓMO?, “que fortaleceré el agro” perdón, ¿cómo? Y por ahí se va la cosa, mucha promesa y nada de cómo.

Lo más triste de todo es que las soluciones están al alcance de la mano. Los procesos administrativos se pueden implementar de forma que se elimine la discrecionalidad de los funcionarios, ergo la coima. No hay que reinventar la rueda, sencillamente hay que echarla a rodar. Pero a nadie le interesa esa parte, son pocos los gobernantes que he visto sentarse en la silla grande en los últimos treinta y pico de años que realmente han trabajado por el país. Por ellos mismos, un montón. Eso está visto.

Entonces, creo que hoy al decir que los políticos “hablan demasiado” estoy usando la palabra correctamente y de acuerdo con su definición del RAE. Lo que realmente me gustaría es poder decir que “trabajan demasiado”, porque amigos, para sacar a este país del hueco en que lo han metido habrá que desvelarse trabajando. Se necesitarán muchas horas al día y MUCHO carácter para deshacer los entuertos que nos dejan. Y a nosotros, los ciudadanos, nos corresponde entender que vendrán sacrificios, porque ordenar la casa implica remangarse, barrer, trapear y sacudir los abanicos. Y cae basura… mucha basura.

* Las opiniones emitidas en este escrito son responsabilidad exclusiva de su autora.

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