Un panel de expertos de la Organización de Estados Americanos (OEA) presentó el pasado 3 de mayo testimonios de víctimas de presuntos crímenes de lesa humanidad en Venezuela.

Jesús Alemán, preso en 2014 y 2018, expatriado.

“Me mojaban en el suelo y me daban descargas eléctricas en la espalda y en el tórax. En esos momentos (la voz casi se apaga) solo podía pensar en mi familia, mi novia y en todo mi equipo. Solo eso me daba fuerzas para seguir aguantando en una cárcel. Vivíamos en condiciones inhumanas. Todas las necesidades fisiológicas o de aseo, cuando eran permitidas, las hacíamos a través de un ducto que colapsaba y llegaba el agua hasta las pantorrillas. Me enfermé con lo que en la cárcel llaman comúnmente ringui-ringui, una escabiosis, también hongos. La carne de los dedos se me caía a pedazos, llegándome a ver (llanto)…llegándome a ver hasta los tendones de los dedos de los pies…”.

Nixon Leal, estudiante, 2 años, 7 meses y 22 días en los calabozos.

“Fui víctima de desaparición forzada Nadie sabía en donde estaba detenido. Mi mamá me buscó hasta en la morgue y nadie le dio razón de mi paradero. Hombres de negro sin identificación me secuestraron en Caracas en medio de la noche. Me llevaron a un edifico desconocido para mí. Me torturaron durante días, en un pequeño baño me desnudaron y con las manos esposadas hacia atrás un hombre de negro me dio golpes en el estómago, dejándome sin aire. Me tomó del cuello, me pegó de la pared y me ahorcaba por lapsos mientras me preguntaba dónde estaban las granadas que ellos mismos habían sembrado. Luego me quitaron las esposas para poder vestirme, taparon mi rostro con una capucha y me llevaron a una oficina. Me sentaron en una silla, ataron mis manos a ella y me quitaron la capucha…”.

Luis de la Sota, capitán de navío,6 años, 5 meses y 11 días detenido.

“Me llevaron a la Dgcim (Dirección General de Contrainteligencia Militar) y me pusieron en la Dirección de Custodia, bajo el mando del mayor Daniel Sosa. Me forzaron a desnudarme en presencia de personal femenino, me afeitaron la cabeza, me golpearon. Me insultaban, se burlaban. Me decían que violarían a mi esposa. Que me iba a pudrir ahí. Que no existían los derechos humanos. Que era un traidor. No me permitieron llamadas telefónicas. Estuve aislado en una celda reducida, totalmente a oscuras, a la que llaman el cuarto de los locos. Una celda de tortura con temperaturas glaciales. Sin colchón, con una braga verde, sin ropa interior. Me daban alimentos en un envase que tiraban al suelo, sin cubiertos, tenía que comer con las manos llenas de excrementos. A veces me privaban de alimentos, las necesidades fisiológicas sólidas las hacía en una bolsa plástica, si la tenía; de lo contrario evacuaba en el suelo, orinaba en un envase y solo tenía acceso a la ducha una vez por semana…”.

Demóstenes Quijada, asesor de Juan Guaidó, 5 meses preso.

“Pusieron mis manos en el parachoque del vehículo y repetidamente las golpeaban con las culatas de los fusiles. Fui sometido a asfixia con una bolsa plástica. Cuando sentía que me ahogaba, buscaba tomar aire, como si me estuviera sumergiendo en el agua. Ellos en ese momento golpeaban fuertemente el abdomen para que uno perdiera el aire y se iniciara la asfixia mecánica de manera inevitable. Amenazaron con que someterían a mi hijo al mismo trato en mi presencia (…) Hay que hacer saber al mundo lo que pasa. No como cronistas, sino como testigos de las terribles prácticas represivas del autoritarismo, apoyadas por el secuestro de la administración de la justicia…”.

Olga González, esposa de Leonardo González, empleado de supermercado, asesinado.

“En esa persecución, su vehículo recibió 21 impactos de bala. No existe ni una sola prueba, ni una, que diga que estos funcionarios recibieron aunque sea una pedrada, aunque sea un rasguño. No existe ni una sola evidencia en ese expediente. Lo único que hubo fue una ejecución extrajudicial. Ahí no hubo un uso progresivo de la fuerza. Ahí hubo una masacre (…) cuando  revisaron su cuerpo, mi esposo tenía  (la voz quebrada)… cuatro caramelos en los bolsillos. Esas eran sus armas”.