Kingdom of the Planet of the Apes: una obra maestra que explica fenómenos como el chavismo
La nueva película de la histórica saga ya está en las salas de todo el mundo. Es un film entretenido, pero con muchas lecturas para hacer.
Para que una película sea “buena” no hace falta más que hacerla entretenida, pero para que se convierta en una verdadera obra de arte, tiene que ofrecer algo más: mensajes, interpretaciones, contenido y una serie de características que la hagan tener un vuelo superior a cualquier film que sirva para pasar el rato. La cuestión es que, en el marco de uno de los mercados más competitivos del mundo, una historia compleja debe también ser cautivadora. Kingdom of the Planet of the Apes lo tiene todo.
La cuarta película, que continúa la última trilogía la nueva versión de la saga comienza “muchas generaciones” después de la muerte de César, que fue escenificado por Andy Serkis. En Kingdom, los simios se encuentran viviendo en comunidades (clanes) en distintos lugares, pero padecen la hostilidad de un “reino” que pretende que todos sean sus súbditos. Con la corona en la cabeza se encuentra Proximus Caesar, que utiliza un legado distorsionado de la verdadera historia del César original para justificar su poder, ejercido por la fuerza bruta.
La historia transcurre cuando el personaje de Noa padece la conquista de su clan a manos del “rey”, que se lleva a su familia y amigos a trabajar en la apertura de una bóveda construida años atrás por los humanos. Noa conoce a una joven humana que, a diferencia del resto de su especie, todavía puede hablar. Sin embargo, Mae va revelando una serie de misterios que continúan hasta el final de la película.
El climax, que muestra el predecible enfrentamiento entre el bien y el mal, es solamente el principio de las inevitables secuelas de una historia que encontró su punto más alto, desde que se decidió reeditar la exitosa serie de los sesenta y setenta.
- Lea también: Presagio apocalíptico: la viruela y el fin del mundo del Planeta de los Simios
- Lea también: Los 80 de Mick Jagger: su paso por el cine en una insólita película de ciencia ficción
Sin embargo, más allá de estas cuestiones inevitables para una película de entretenimiento, la producción ofrece diferentes capas de análisis social, político e, incluso, religioso. Aunque soy un tradicionalista ortodoxo de la saga original protagonizada por Charlton Heston, Roddy Mc Dowall y Kim Hunter de 1968, hay que reconocer que este nuevo capítulo alcanza la complejidad conceptual de la versión original.
Si uno presta atención más allá de lo superficial, puede comprender que la historia retrata fenómenos complejos como la validación de la representatividad de los liderazgos políticos. Proximus Cesar y su reinado (que no es más que un gigante de pies de barro) muestra semblanzas similares al régimen chavista venezolano. La analogía puede que no sea con Nicolás Maduro directamente (que es un impresentable y mediocre que llegó allí por las vueltas del destino), pero sí con el régimen sostenido por los “duros” como Jorge Rodríguez y Diosdado Cabello.
La evocación al legado de un Caesar, que repudiaría por completo su accionar, también presenta una clara analogía con lo que el régimen ha hecho con la figura de Simón Bolívar. Una evocación que para lo único sirve es para justificar que una dirigencia se mantenga en el poder. También están las contradicciones de los regímenes populistas que argumentan que la legitimidad la otorga “el pueblo”, mientras que queda en evidencia la doble vara de los “reyes” y la plebe. Pero para cerrar el círculo de la analogía del reinado de Proximus con el chavismo, la película tiene hasta el personaje de William H. Macy, que viene a interpretar a un perfecto “enchufado” de un gobierno dictatorial e injusto. La indignidad de cambiar bienestar a costa de cualquier mínimo de moralidad, está retratada a la perfección por un prestigioso actor, bien buscado para este rol.
Lógicamente, más allá de las similitudes con el régimen chavista, esto puede aplicar a varios procesos dictatoriales a lo largo de la historia. El final, con el enfrentamiento entre Noa y Proximus, muestra de forma explícita que la batalla entre el bien y el mal es ardua y puede perderse, solamente porque una mayoría (incluso de víctimas) se encuentra lo suficientemente paralizada como para intervenir y tomar partido. Se trata de la representación más clara de la pésima especulación “costo-beneficio”, que lleva a la inacción por temor a perder la vida, cuando ya se ha perdido por completo la libertad. Una de las conclusiones inevitables de esta historia indica que, si las víctimas de los procesos totalitarios lo deciden, los reyes quedan “desnudos”.
Siguiendo la tradición de la película original, con la que tiene muchísimos guiños para el deleite de los fanáticos de la vieja guardia, se retoma también la crítica de cuestiones vinculadas a la interpretación religiosa en la historia. Mientras que los orangutanes liderados por el ministro de Ciencias del Dr. Zaius (Maurice Evans) dejaban en evidencia muchas de las tonterías en las que creemos los humanos, al poner las mismas ideas en boca de simios parlantes, la nueva película destaca la falibilidad a la hora de interpretar sucesos de la historia que ocurrieron hace muchísimos años.
Sin dudas será una de las grandes películas del año. Para ir a disfrutarla en sus aspectos superficiales, como los grandes efectos especiales, pero también para prestarle mucha atención a todo lo que tiene para decir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario