Mercenarios disfrazados de periodistas
Aunque en Argentina existe libertad de prensa absoluta, los voceros de las prebendas que se van perdiendo acusan una persecución imaginara.
Este viernes, 7 de junio, se celebró en Argentina el día del periodista. Como era previsible, los “comunicadores” (por así decirlo) vinculados al kirchnerismo aprovecharon la oportunidad para arremeter contra al gobierno de Javier Milei. Absolutamente alejados de la realidad, y cayendo una vez más en el ridículo, los “periodistas K” emitieron un comunicado donde escribieron, sin ruborizarse, que en Argentina ya no hay “libertad de expresión”.
El texto difundido en las redes sociales lleva las firmas de Roberto Navarro, Elizabeth Vernaci, Ariel Lijalad, Alejandro Bercovich, Daniel Tognetti, Martín Caparrós, Carlos Ulanovsky, Jorge Rial, Ingrid Beck, Claudia Piñiero, Eduardo Aliverti y otros tantos periodistas que tienen un denominador común más importante que el oficio. Se trata de una extensa lista, que si hubiera sido una lista del padrón electoral de alguna mesa de votación el año pasado en el último balotaje, Sergio Massa se habría impuesto allí por 100% a 0.
El texto, con la típica aburrida pluma pretenciosa de la izquierda argentina, dice que “el proceso democrático tuvo errores y tiene deudas”, pero advierte que “destruirlo no hará mejor la vida en este país”. Claro que los prestigiosos periodistas del progresismo nacional hicieron un alto en sus convicciones de comunicadores profesionales y se olvidaron de escribir el argumento respaldatorio de esa tesis. ¿De dónde sacan que el gobierno actual apunta a destruir la democracia? ¿Cómo lo fundamentan? Aunque leí hasta la última firma de este documento, no pude encontrar la justificación o teoría que avale semejante advertencia.
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Aunque la explicación sobre el riesgo al sistema democrático brilla por su ausencia, los firmantes sí esgrimieron un burdo y falso argumento para la advertencia que hacen sobre la falta de libertad de expresión en Argentina. Apelan a la cantinela del cierre de la agencia estatal Télam y al fin de la pauta oficial a los medios de comunicación. Sin ningún tipo de vergüenza, dicen que la ausencia de recursos públicos para periodistas y empresas significa un “ahogo a los medios privados”. O sea, consideran que para no “ahogarse”, los contribuyentes argentinos debemos destinar fondos públicos para ellos cuenten con un subsidio.
Claro que la relación entre el fin de la pauta y la falta de libertad de prensa es una falacia descomunal. Los extrabajadores de Télam se encuentran comunicando en total libertad en un nuevo portal que funciona sin restricción alguna. Si lo que argumentan fuera cierto, el gobierno buscaría una excusa para perseguirlo y cerrarlo. Sin embargo, allí escriben libremente todas las cosas que consideran pertinentes sin restricciones. Es más que obvio que la “lucha” no es por la “libertad de expresión”. Lo que quieren es que los contribuyentes les sigamos pagando el sueldo.
Yendo a lo concreto, estos comunicadores partidarios no pueden esgrimir persecución alguna ni limitación al derecho de la libertad de expresión. Solamente utilizan el noble oficio que supuestamente ejercen para pedir prebendas y privilegios, que la actual gestión le ha quitado.
No son periodistas, son mercenarios.
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