Jesús, Manso y Humilde de Corazón | |
Puesta en situación | |
Esta oración fue compuesta el 16 de julio de 1897 para Sor Marta de Jesús, con ocasión de su 32 cumpleaños. En aquel momento, Teresa estaba postrada en la enfermería, donde permaneció hasta su muerte, el 30 de septiembre de ese año. | |
Teresa me escribe | |
«Sí, poderoso Monarca de los cielos, mi alma encuentra en ti su descanso al ver cómo, revestido de la forma y de la naturaleza de esclavo, te rebajas hasta lavar los pies a tus apóstoles. Entonces me acuerdo de aquellas palabras que pronunciaste para enseñarme a practicar la humildad: «Os he dado ejemplo para que lo que he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis. El discípulo no es más que su maestro... Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica». Yo comprendo, Señor, estas palabras salidas de tu corazón manso y humilde, y quiero practicarlas con la ayuda de tu gracia. Quiero abajarme con humildad y someter mi voluntad a la de mis hermanas, sin contradecirlas en nada (...)» | |
Pri 20 | |
Comprendo | |
¡Cuántas veces en nuestra vida cotidiana nos vemos llevados a contradecir a los que nos rodean, a rebatir, a juzgar, a criticar, si no de palabra, al menos de pensamiento! Con esta oración, Teresa nos entrega su testamento espiritual en su forma más concreta, porque es a este «camino pequeño, recto y corto» -que nos permitirá llegar a ser santos e ir al Cielo- al que se refiere aquí: el de la modestia y la humildad. La humildad de Jesús de rodillas lavando los pies a sus discípulos. La humildad del Todopoderoso que se hace niño pequeño, frágil y vulnerable, en la paja de un pobre pesebre. La humildad de este «divino Rey de Gloria» que desciende del Cielo en cada Misa en un pequeño trozo de pan, tanto si el sacerdote es ardiente, «tibio» o «frío». | |
Rezo y actúo | |
Hoy, repitamos con Teresa tantas veces como sea posible, sobre todo en los momentos de lucha: «Jesús, manso y humilde de corazón, haz que mi corazón sea como el tuyo». Puedo intentar identificar uno o varios lugares en los que (o una persona con la que...) me cuesta aceptar la contradicción sin replicar. ¡Guárdanos siempre pequeños, Señor, en tu Misericordia! |
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