Justos por pecadores
Exacerbada la intolerancia política en este siglo, por supuesto, luce lógica y comprensible que la gente exija justamente lo contrario. Ha sido demasiado el sectarismo gubernamental que ha permeado incluso en la oposición y sus diferentes sectores que frecuentemente compiten entre sí deslealmente. Sin embargo, debemos tener claro que esa exigencia ciudadana obedece a la propia experiencia que tiene de los resultados de la intolerancia, que la ha sufrido en carne propia, se siente y se ve, en justos y pecadores, en oficialistas y opositores. Decimos experiencia propia, no porque la prédica de unos y otros, de esos justos y pecadores, sea efectiva, sino porque hay un doble discurso y una doble moral de la que todo el mundo se da cuenta.
No son los más competentes, los más aptos, los que sobreviven, y cuando se les pone al frente de una tarea, de un mismo esfuerzo y propósito común (por ejemplo, en la oposición), fracasan, porque muchos llegaron sin madurar y prepararse, con solo los reflectores de los medios o los likes en los nuevos medios digitales, y que los sacaron al ruedo solo para presentar otras opciones mucho más manejables. Al fracasar, fracasamos todos. Estos fracasos dan origen a cuentas por cobrar. No podemos ignorar que cuando se tiene una cuenta pendiente, un rencor o una vieja molestia, surge un aspecto que muchos olvidan que se denomina factura política. Para evitar estas facturas, lo ideal es que, en política, sean los mejores los que marquen la pauta y, al triunfar, triunfemos todos. Esto es válido dentro de un mismo partido y en una unidad o coalición de partidos.
Cuando un grupo o tendencia interna, o un partido es el ganador y se lleva todo, dejando a los demás por fuera bien por un fanatismo ridículo, bien por motivos absolutamente personales, a la larga la derrota es inevitable. Salvo que se trate del demostrado caso de un criminal algo parecido, todos cabemos en un mismo partido de determinada orientación ideológica o en una coalición unitaria de partidos. Decía Cecilio Acosta que “En política quien no olvida no vence, quien no perdona no triunfa; la magnanimidad y la tolerancia son las grandes virtudes de gabinete” (Obras completas, Fundación de la Casa Bello, Caracas, 1982: tomo I, pág. 90). Entonces, si no hay unidad, no puede realizarse una labor eficaz, y si no hay labor eficaz, todo seguirá igual o peor. Vamos a decirlo de esta manera: no se pueden asignar grandes responsabilidades políticas a quienes no tienen la experiencia y la claridad política necesarias, como ocurrió sobre todo en las regionales en las pasadas elecciones, sólo por sectarismo, por fanatismo, por un pase de factura desde Caracas, porque los liderazgos reales y genuinos no se decretan, ellos, simplemente, nacen y se cultivan.
Pensar en la situación a la que nos ha llevado la misma dinámica política, al presentarnos varias razones, con el suficiente peso para elegir cualquiera de ellas, coloca al ciudadano frente a la necesidad de tomar decisiones trascendentales en el futuro democrático venezolano. Ojalá y no prevalezca la intolerancia en la toma de decisiones, porque tomar decisiones es una habilidad primordial en la vida de las personas. Tomar decisiones incluye desde las decisiones simples como qué comer hoy, hasta decisiones muy complejas como cambiar de carrera o mudarse de país, por ejemplo. En estos momentos, la capacidad que tengamos de tomar la mejor efectiva puede marcar la diferencia entre el éxito y el estancamiento de generar el cambio político que tanto esperamos y por el que tanto hemos luchado. Para la forma de comunicarnos en esta era digital, la sobrecarga de información puede ser una barrera significativa para la toma de decisiones. Muchas veces difundimos lo que nos interesa, o lo que nos suena más bonito, sobrealimentamos liderazgos y vilipendiamos a aquellos que dicen la verdad, pero son expuestos al escarnio público. Expresar lo que se siente o lo que lógicamente debería ser no es un delito, ni para aquellos que ostentan el poder ni para los que intentan liderar al sector opositor llevándolos en este proceso a pasar de justos a pecadores.
IG, X : @freddyamarcano
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