Oraciones y recreaciones piadosas | Secreto de Dios | | | Puesta en situación | Continuamos nuestra lectura de la oración 6 de Teresa: «ofreciéndome como víctima del holocausto al Amor Misericordioso del Buen Dios». El viernes pasado, nuestra carmelita se dirigió primero a la Santísima Trinidad y luego, apoyándose en la Virgen María, se dirige ahora al Esposo divino de su alma, su Señor y su Dios. | | | Teresa me escribe | «Su divino Hijo, mi Esposo amadísimo, en los días de su vida mortal nos dijo: «Todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo concederá». Por eso estoy segura de que escucharás mis deseos. Lo sé, Dios mío, cuanto más quieres dar, tanto más haces desear. Siento en mi corazón deseos inmensos, y te pido confiadamente que vengas a tomar posesión de mi alma. ¡Ay!, no puedo recibir la sagrada Comunión con la frecuencia que deseo,pero, Señor, ¿no eres Tú todopoderoso...? Quédate en mí como en el sagrario, no te alejes nunca de tu pequeña hostia... Quisiera consolarte de la ingratitud de los malos, y te suplico que me quites la libertad de desagradarte. Y si por debilidad caigo alguna vez, que tu mirada divina purifique enseguida mi alma, consumiendo todas mis imperfecciones, como el fuego, que todo lo transforma en sí...» | Pri 6 (Oración 6) | | | Comprendo | En este pasaje, Teresa sigue revelando sus deseos, pero también su esperanza, pues «ahora conoce los secretos de Dios». Seis años antes, en su profesión, la joven monja profesa se había entregado como esposa al Amor infinito (Pri/Oración 2). Hoy nos revela el alcance de esta consagración. Sus años de monja carmelita, consumida por el fuego de la oración, de la Eucaristía, de la Escritura y de la caridad, le han dado una dinámica fecunda. Confiada en su Señor, llevada por la corriente de su gracia, la santa sabía por experiencia que, haciéndose ofrenda, recibía las riquezas del Amor. El holocausto al que se refiere esta oración es, pues, un fuego de Amor que lo transforma todo en Sí Mismo. | | | Rezo y actúo | Hoy, siguiendo las huellas de Teresa, puedo pedir con confianza al Señor que venga a habitar en mi alma y me impida desagradarle. |
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