El dinero de los negocios se escapa de Cuba
Gran parte del capital de los negocios por cuenta propia no se queda en bancos cubanos sino que se va al exterior
lunes, agosto 17, 2015 | Ernesto Pérez Chang
Los que se queden pensando que todo cambiará no verán ni un centavo, opinan algunos. Bodega La Trampa, en Centro Habana (foto cortesía del autor)
LA HABANA, Cuba – Si algo ha hecho saltar la alarma en las entidades financieras cubanas pero, sobre todo, entre los diseñadores de ese plan de salvación nombrado “Lineamientos”, es la certeza de que una buena parte del capital que planeaban ingresar con los negocios por cuenta propia no está quedándose en los bancos cubanos sino que escapa al exterior por vías insospechadas.
Aunque no existe una estadística oficial publicada y solo se cuenta con el estimado que arrojan algunas investigaciones hechas por estudiantes y profesores de la Facultad de Economía de la Universidad de La Habana, se calcula que, de manera paralela a los negocios particulares como cafeterías, servicios de hospedaje o de transportación registrados bajo licencia de la Oficina Nacional de Administración Tributaria (ONAT), existen cientos de actividades comerciales clandestinas que operan en la isla (con ganancias incluso millonarias) pero que no ingresan absolutamente nada al país.
Inmobiliarias, importadoras y exportadoras, servicios de internet, transferencia de dinero, bancas particulares, tramitadoras de viajes y servicios migratorios que, en algunos casos, no son más que agencias para el tráfico de personas, han visto un filón de oro en el caos nacional que han generado tantas restricciones políticas unidas a las expectativas de apertura económica que ha suscitado el proceso de normalización de las relaciones diplomáticas con los Estados Unidos.
“El anuncio de la normalización de las relaciones [con los Estados Unidos] ha influido en el auge de cientos de negocios que tienen que ver con lo que los cubanos, de adentro y de afuera, esperan de esas relaciones”, afirma Gonzalo Hernández, quien fuera profesor de la Facultad de Economía de la Universidad de La Habana pero que actualmente trabaja por cuenta propia en un pequeño negocio inmobiliario.
“Aprovechando este impasse de tanta incertidumbre”, continúa Gonzalo, “en que muy poco se permite por la ley pero que en verdad todo se puede si se tiene dinero suficiente para activar ese mecanismo milagroso que mejor define a la economía cubana y que es el soborno en todos los niveles, la gente se ha lanzado a sacar provecho de las circunstancias, a ser los pioneros en una tierra relativamente virgen. Pero todos saben que aquí nada es seguro, que un día dicen una cosa y al otro, otra. Pero hay que probar suerte mientras se pueda. Lo que hoy es legal, mañana puede llevarte a la cárcel en un abrir y cerrar de ojos, por eso nadie se atreve a ir por los canales legales ni a guardar dinero en los bancos cubanos. Todo está controlado, vigilado (…) Ten en cuenta, la mayoría de los negocios de inmobiliarias o de internet, por ejemplo, funcionan desde Miami, Madrid, Alemania, incluso desde Venezuela o Ecuador, el dinero no se queda en Cuba, y la gente que sirve como intermediaria en Cuba y que aparentemente está moviendo ese dinero en el país, en realidad está acumulándolo en su casa, en una caja fuerte, no en el banco, porque espera a que la cosa cambie o, simplemente, piensa irse del país en un futuro inmediato”.
“Casi todos los que ofrecen servicio de correo o de internet, de venta de teléfonos y hasta de alquiler lo están haciendo desde Miami”, afirma Orlando Santis, que trabaja como técnico en un taller de reparación de celulares del Vedado. “La mayoría de los aparatos que se venden en el país los traen de allá, se venden aquí, pero el dinero regresa a quienes en verdad dirigen el negocio desde el Yuma. Los servidores de todos esos correos que tienen la gente en sus casas están en Miami, no aquí en Cuba, y los de aquí son solo intermediarios”.
Ismael, vendedor de celulares por internet y proveedor de servicios de correos, nos explica: “Yo pago 20 dólares a la mula [persona que trae la mercancía] más el costo del móvil. Yo saco, por cada uno que vendo, unos veinte o treinta dólares, el resto se lo mando a quien me compra los celulares allá en Miami, que es el que más le gana porque los compra al por mayor. Él negocio no es mío, yo solo soy como su agente. Pero yo no soy el único que trabaja para él, sino unos cuantos y por todo el país. (…) Lo de los correos es igual, yo solo cobro según el servicio y me quedo nada más con mi parte, lo otro tengo que enviarlo al dueño del negocio. (…) Yo no guardo nada en el banco, ni loco, ni se me ocurre pedir crédito ni nada de eso. Mi acuerdo es con la gente de allá, hasta que pueda irme y entonces le paso el negocio a otro”.
En numerosas ocasiones la prensa oficial ha publicado declaraciones de funcionarios del Banco Nacional que reconocen que una buena parte de los cuentapropistas no acuden al sistema de créditos implementado por ellos, sino que recurren al financiamiento externo para iniciar sus negocios. Sin embargo, achacan el problema al desconocimiento de la población y no a la casi generalizada desconfianza en el sistema bancario cubano y a las desventajas, como comerciantes, de las relaciones exclusivas con el Estado.
“La gente sabe que da mucho más negocio invertir con gente que está fuera de Cuba”, afirma Sandra, que se dedica a la compra-venta de inmuebles: “No puedo ir al Banco, mucho menos a la ONAT y decir que me voy a dedicar a la compra-venta [de casas] porque no me lo permitirían. (…) Este es un negocio que está moviendo mucho dinero ahora pero todos están haciendo las cosas al filo de lo legal. Si sigues los mecanismos del gobierno, no ganas nada. (…) Aquí hay cubanos que viven en Europa o en los Estados Unidos que han comprado edificios completos y se han gastado millones en eso. ¿Tú crees que yo, una cubana que vive en Cuba, puedo ir al banco y pedir 20 millones para comprar un edificio? En primer lugar no te van a dejar ni te van a dar esa cantidad, mucho menos para eso. Sin embargo, se hace, y se compran edificios, terrenos inmensos, todo está en tener el dinero, que lo ponen los tipos que pueden hacerlo allá afuera y vas a la Vivienda [Organismo Estatal] y das dinero y te legalizan todo y, al final, tienes tus edificios, tus casas en Varadero, y así poco a poco, lo irán comprando todo, porque tienen el dinero y la gente aquí está loca por vender para irse. Creo que en el futuro habrá más turistas viviendo en Cuba que cubanos, porque todos estaremos afuera viviendo de lo de adentro, y la pobre gente que se quede creyendo que esto cambiará no verá ni un centavo”.
Unido a ese furor de crear negocios prósperos con capital foráneo que permita en poco tiempo reunir lo suficiente para abandonar el país, han surgido otras empresas clandestinas dedicadas al proceso migratorio.
Desde Ecuador, México o los propios Estados Unidos, se ofertan servicios de legalización de documentos, visado y transportación hasta el lugar de destino, incluso sin que la persona deba acudir a los consulados y agencias de viaje para realizar los trámites. Todos los procesos, incluso el pago, se realizan en y desde el exterior, de modo que los bancos cubanos, como malos pescadores en su propio río revuelto, no alcanzan a manejar ni un mínimo por ciento de las ganancias.
Hasta el momento, no se sabe la fórmula que aplicará el gobierno cubano para retener esa ola de dinero que se escapa delante de sus propias narices. Todas las medidas que han tomado han resultado contraproducentes, creando nuevos mecanismos de corrupción que benefician el surgimiento de más negocios clandestinos. Parece que, al final, tendrán la razón aquellos que piensan que en Cuba hasta el caos político-económico está pensado para llenar ese único, viejo y sin fondo bolsillo verdeolivo que lleva más de medio siglo en el poder.
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