La culpa no es de la vaca
DANIEL ASUAJE | EL UNIVERSAL
miércoles 7 de octubre de 2015 12:00 AM
El gobierno nacional ha sido pródigo en culpar a terceros de sus desastres y de nuestros males. ¿Se trata de una anomalía característica de estos gobernantes o de un rasgo compartido por un grupo mayor de venezolanos?
En nuestro imaginario está instalado que vivimos en un país rico cuya riqueza está disponible para todos. La sentencia de Guzmán Blanco según la cual "Venezuela es un gran río y lo que se discute es el tamaño de la totuma de cada quien", está sembrada consciente o inconscientemente en muchos, sino en todos nosotros. Puede variar el concepto de totuma, para algunos será el esfuerzo creador de valor, para otros la conexión privilegiada con el poder y, para otros, los vínculos asistenciales que haya logrado establecer. Lo que convierte al trabajo, el "contrato" y la "ayudita" en las vías de éxito "en el país de las oportunidades". Estos tres tipos de orientación tienen relevancia porque definen la forma mediante la cual nos asumimos, nos relacionamos con los demás y con el Estado, así como la ética que da soporte a sus acciones. Por razones de espacio he de generalizar más de lo deseado. Mis excusas por ello.
En general, quienes ven el esfuerzo propio como la herramienta de su destino es gente o de trabajo o de empresa, tienden a asumir sus éxitos o fracasos principalmente como consecuencia de lo que hicieron o dejaron de hacer. Se hacen responsables de sus acciones y de sus consecuencias. Pero quienes asumen al poder propio o el de sus relacionados como la causa eficiente del resultado deseado, tienden a concebir depredadoramente sus relaciones de logro y de asociación. Si alcanzan algo es porque pudieron "fregar" a alter, en caso contrario es porque los "fregaron a ellos". Lo que interesa es su triunfo, no las consecuencias ni las heridas que hayan ocasionado en el camino. Si importar alimentos con dólares preferenciales es negocio y si al llegar resulta costoso distribuirlos entre la población, entonces que se pudran, pues lo que cuenta es "el negocio" no que la gente coma. Recuerdo a un ingeniero asociado a nosotros. Cada vez que hablaba de lo pagado por un cliente decía "Lo fregué, le quité Bs. Xxxx". Sus honorarios no eran una debida contraprestación, eran un arrebato. Por su parte, quienes ponen en los demás, en la providencia o la suerte sus esperanzas de buena fortuna, son personas que sienten tener el derecho a que les den por el mero hecho de que ellos necesitan o porque otro tiene más que ellos. Esto también da pie a una ética de rapiña, a tomar las herramientas de trabajo o cualquier bien, total "ellos tienen más que yo". En el fondo, estos dos últimos tipos de personas tienden a asumir que si el otro tiene algo es porque o "aprovechó" mejor, o tuvo mejor suerte o relaciones y a ese algo también él tiene derecho porque la riqueza de Venezuela "es de todos". Una sociedad con un buen número de estas personas y donde los controles legales no sirvan, haya impunidad y socialmente no se les sancione, es una sociedad donde muchos serán lobos de otros hombres (con el perdón de los lobos, quienes en verdad no merecen esta mala fama).
Esto no dice que siempre los orientados al trabajo sean dedicados, honestos o exitosos, que los políticos sean todos predadores o que los "panas" sean todos achantados. Hablamos de tendencias frecuentes, no de juicios universales categóricos. Por lo demás no hay tipos puros, todos somos una mezcla y quienes están obsesionados por un poder distinto al político y quienes andan buscando "a cual palo arrimarse" también forman parte parcial o totalmente de algunas de estas categorías.
La Revolución chavista propugna la creación de un hombre nuevo y entre sus prácticas políticas está vincular clientelarmente los necesitados al Estado dadivoso. Pero un hombre nuevo no debe ser un pedigüeño mejor alimentado, un dependiente. Necesitamos gente independiente y creadora, gerentes en lugar de combatientes, acciones en lugar de alocuciones, producción en lugar de predación.
Cuando un Presidente dice "quien tiene hambre tiene derecho a robar", incita a la predación. Cuando conecta sus gobernados a ingresos sin trabajar anula la responsabilidad. Cuando dice "Dios proveerá" delega las culpas en Dios si la provisión "no llega". Hay que atribuir a Dios lo que es de Dios y al gobernante lo que es del gobernante. Lo contrario es ser irresponsable.
Me faltaron cosas por decir y aclarar. Concluyo afirmando que si bien la delegación de la propia responsabilidad en alter es una particularidad bastante difundida entre nosotros, también es cierto que mayor cuota tiene quien mayor poder concentra, en este caso el gobierno, y que una de las dificultades mayores por enfrentar quienes reciban la responsabilidad de sustituir a quienes nos metieron en este infierno, es hacer reingeniería social para transformar al "nuevo hombre revolucionario" orientado a la predación y al clientelismo en hombres responsables y actores de su destino mediante el trabajo creador.
@signosysenales
dh.asuaje@gmail.com
DANIEL ASUAJE | EL UNIVERSAL
miércoles 7 de octubre de 2015 12:00 AM
El gobierno nacional ha sido pródigo en culpar a terceros de sus desastres y de nuestros males. ¿Se trata de una anomalía característica de estos gobernantes o de un rasgo compartido por un grupo mayor de venezolanos?
En nuestro imaginario está instalado que vivimos en un país rico cuya riqueza está disponible para todos. La sentencia de Guzmán Blanco según la cual "Venezuela es un gran río y lo que se discute es el tamaño de la totuma de cada quien", está sembrada consciente o inconscientemente en muchos, sino en todos nosotros. Puede variar el concepto de totuma, para algunos será el esfuerzo creador de valor, para otros la conexión privilegiada con el poder y, para otros, los vínculos asistenciales que haya logrado establecer. Lo que convierte al trabajo, el "contrato" y la "ayudita" en las vías de éxito "en el país de las oportunidades". Estos tres tipos de orientación tienen relevancia porque definen la forma mediante la cual nos asumimos, nos relacionamos con los demás y con el Estado, así como la ética que da soporte a sus acciones. Por razones de espacio he de generalizar más de lo deseado. Mis excusas por ello.
En general, quienes ven el esfuerzo propio como la herramienta de su destino es gente o de trabajo o de empresa, tienden a asumir sus éxitos o fracasos principalmente como consecuencia de lo que hicieron o dejaron de hacer. Se hacen responsables de sus acciones y de sus consecuencias. Pero quienes asumen al poder propio o el de sus relacionados como la causa eficiente del resultado deseado, tienden a concebir depredadoramente sus relaciones de logro y de asociación. Si alcanzan algo es porque pudieron "fregar" a alter, en caso contrario es porque los "fregaron a ellos". Lo que interesa es su triunfo, no las consecuencias ni las heridas que hayan ocasionado en el camino. Si importar alimentos con dólares preferenciales es negocio y si al llegar resulta costoso distribuirlos entre la población, entonces que se pudran, pues lo que cuenta es "el negocio" no que la gente coma. Recuerdo a un ingeniero asociado a nosotros. Cada vez que hablaba de lo pagado por un cliente decía "Lo fregué, le quité Bs. Xxxx". Sus honorarios no eran una debida contraprestación, eran un arrebato. Por su parte, quienes ponen en los demás, en la providencia o la suerte sus esperanzas de buena fortuna, son personas que sienten tener el derecho a que les den por el mero hecho de que ellos necesitan o porque otro tiene más que ellos. Esto también da pie a una ética de rapiña, a tomar las herramientas de trabajo o cualquier bien, total "ellos tienen más que yo". En el fondo, estos dos últimos tipos de personas tienden a asumir que si el otro tiene algo es porque o "aprovechó" mejor, o tuvo mejor suerte o relaciones y a ese algo también él tiene derecho porque la riqueza de Venezuela "es de todos". Una sociedad con un buen número de estas personas y donde los controles legales no sirvan, haya impunidad y socialmente no se les sancione, es una sociedad donde muchos serán lobos de otros hombres (con el perdón de los lobos, quienes en verdad no merecen esta mala fama).
Esto no dice que siempre los orientados al trabajo sean dedicados, honestos o exitosos, que los políticos sean todos predadores o que los "panas" sean todos achantados. Hablamos de tendencias frecuentes, no de juicios universales categóricos. Por lo demás no hay tipos puros, todos somos una mezcla y quienes están obsesionados por un poder distinto al político y quienes andan buscando "a cual palo arrimarse" también forman parte parcial o totalmente de algunas de estas categorías.
La Revolución chavista propugna la creación de un hombre nuevo y entre sus prácticas políticas está vincular clientelarmente los necesitados al Estado dadivoso. Pero un hombre nuevo no debe ser un pedigüeño mejor alimentado, un dependiente. Necesitamos gente independiente y creadora, gerentes en lugar de combatientes, acciones en lugar de alocuciones, producción en lugar de predación.
Cuando un Presidente dice "quien tiene hambre tiene derecho a robar", incita a la predación. Cuando conecta sus gobernados a ingresos sin trabajar anula la responsabilidad. Cuando dice "Dios proveerá" delega las culpas en Dios si la provisión "no llega". Hay que atribuir a Dios lo que es de Dios y al gobernante lo que es del gobernante. Lo contrario es ser irresponsable.
Me faltaron cosas por decir y aclarar. Concluyo afirmando que si bien la delegación de la propia responsabilidad en alter es una particularidad bastante difundida entre nosotros, también es cierto que mayor cuota tiene quien mayor poder concentra, en este caso el gobierno, y que una de las dificultades mayores por enfrentar quienes reciban la responsabilidad de sustituir a quienes nos metieron en este infierno, es hacer reingeniería social para transformar al "nuevo hombre revolucionario" orientado a la predación y al clientelismo en hombres responsables y actores de su destino mediante el trabajo creador.
@signosysenales
dh.asuaje@gmail.com
En nuestro imaginario está instalado que vivimos en un país rico cuya riqueza está disponible para todos. La sentencia de Guzmán Blanco según la cual "Venezuela es un gran río y lo que se discute es el tamaño de la totuma de cada quien", está sembrada consciente o inconscientemente en muchos, sino en todos nosotros. Puede variar el concepto de totuma, para algunos será el esfuerzo creador de valor, para otros la conexión privilegiada con el poder y, para otros, los vínculos asistenciales que haya logrado establecer. Lo que convierte al trabajo, el "contrato" y la "ayudita" en las vías de éxito "en el país de las oportunidades". Estos tres tipos de orientación tienen relevancia porque definen la forma mediante la cual nos asumimos, nos relacionamos con los demás y con el Estado, así como la ética que da soporte a sus acciones. Por razones de espacio he de generalizar más de lo deseado. Mis excusas por ello.
En general, quienes ven el esfuerzo propio como la herramienta de su destino es gente o de trabajo o de empresa, tienden a asumir sus éxitos o fracasos principalmente como consecuencia de lo que hicieron o dejaron de hacer. Se hacen responsables de sus acciones y de sus consecuencias. Pero quienes asumen al poder propio o el de sus relacionados como la causa eficiente del resultado deseado, tienden a concebir depredadoramente sus relaciones de logro y de asociación. Si alcanzan algo es porque pudieron "fregar" a alter, en caso contrario es porque los "fregaron a ellos". Lo que interesa es su triunfo, no las consecuencias ni las heridas que hayan ocasionado en el camino. Si importar alimentos con dólares preferenciales es negocio y si al llegar resulta costoso distribuirlos entre la población, entonces que se pudran, pues lo que cuenta es "el negocio" no que la gente coma. Recuerdo a un ingeniero asociado a nosotros. Cada vez que hablaba de lo pagado por un cliente decía "Lo fregué, le quité Bs. Xxxx". Sus honorarios no eran una debida contraprestación, eran un arrebato. Por su parte, quienes ponen en los demás, en la providencia o la suerte sus esperanzas de buena fortuna, son personas que sienten tener el derecho a que les den por el mero hecho de que ellos necesitan o porque otro tiene más que ellos. Esto también da pie a una ética de rapiña, a tomar las herramientas de trabajo o cualquier bien, total "ellos tienen más que yo". En el fondo, estos dos últimos tipos de personas tienden a asumir que si el otro tiene algo es porque o "aprovechó" mejor, o tuvo mejor suerte o relaciones y a ese algo también él tiene derecho porque la riqueza de Venezuela "es de todos". Una sociedad con un buen número de estas personas y donde los controles legales no sirvan, haya impunidad y socialmente no se les sancione, es una sociedad donde muchos serán lobos de otros hombres (con el perdón de los lobos, quienes en verdad no merecen esta mala fama).
Esto no dice que siempre los orientados al trabajo sean dedicados, honestos o exitosos, que los políticos sean todos predadores o que los "panas" sean todos achantados. Hablamos de tendencias frecuentes, no de juicios universales categóricos. Por lo demás no hay tipos puros, todos somos una mezcla y quienes están obsesionados por un poder distinto al político y quienes andan buscando "a cual palo arrimarse" también forman parte parcial o totalmente de algunas de estas categorías.
La Revolución chavista propugna la creación de un hombre nuevo y entre sus prácticas políticas está vincular clientelarmente los necesitados al Estado dadivoso. Pero un hombre nuevo no debe ser un pedigüeño mejor alimentado, un dependiente. Necesitamos gente independiente y creadora, gerentes en lugar de combatientes, acciones en lugar de alocuciones, producción en lugar de predación.
Cuando un Presidente dice "quien tiene hambre tiene derecho a robar", incita a la predación. Cuando conecta sus gobernados a ingresos sin trabajar anula la responsabilidad. Cuando dice "Dios proveerá" delega las culpas en Dios si la provisión "no llega". Hay que atribuir a Dios lo que es de Dios y al gobernante lo que es del gobernante. Lo contrario es ser irresponsable.
Me faltaron cosas por decir y aclarar. Concluyo afirmando que si bien la delegación de la propia responsabilidad en alter es una particularidad bastante difundida entre nosotros, también es cierto que mayor cuota tiene quien mayor poder concentra, en este caso el gobierno, y que una de las dificultades mayores por enfrentar quienes reciban la responsabilidad de sustituir a quienes nos metieron en este infierno, es hacer reingeniería social para transformar al "nuevo hombre revolucionario" orientado a la predación y al clientelismo en hombres responsables y actores de su destino mediante el trabajo creador.
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