Alarma por violencia en campaña electoral
Oposición señala a chavismo de acoso. Lilian Tintori acusa al Gobierno de querer matarla.
El asesinato, en la noche del miércoles, del dirigente opositor Luis Manuel Díaz en un acto de campaña de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) radicaliza las posiciones del oficialismo y la oposición y preocupa a los venezolanos sobre una posible escalada de violencia en la calle, ante las elecciones parlamentarias del próximo 6 de diciembre.
Chavistas y opositores tienen meses de acusaciones mutuas sobre la intención de generar escenarios de conflicto para desconocer un resultado adverso, pero desde hace una semana las especulaciones se convirtieron en hechos y la oposición ya contabiliza cinco ataques a varios de sus abanderados en diferentes partes del país.
El primero fue denunciado el domingo por el candidato opositor Miguel Pizarro, quien ese día realizaba una caminata en un barrio de Petare, en Caracas, cuando un grupo de motorizados y hombres vestidos con franelas rojas, algunos de ellos con pasamontañas, hicieron disparos al aire y dispersaron la actividad.
Pizarro mostró algunas fotos de los hombres armados y asegura que llevará la denuncia ante la Fiscalía. Lo mismo le ocurrió al gobernador Henrique Capriles el miércoles en el estado Bolívar, donde un recorrido casa por casa acompañado de cientos de seguidores fue saboteado por presuntos militantes del partido de Gobierno, quienes empujaron a los presentes generando una situación de tensión.
"Es terrorismo de Estado"
Dos días antes, la esposa de Leopoldo López, Lilian Tintori, avisó a través de las redes sociales –y con fotos del momento– cómo un grupo de oficialistas impidió su ingreso a la ciudad de San Carlos, en la región de Cojedes, mientras que el martes comentó que fue retenida en el aeropuerto de la isla de Margarita, donde también participó en un acto de apoyo a los candidatos de la MUD. Tintori era una de las participantes en el acto opositor en el que resultó muerto Luis Manuel Díaz.
Tintori acusó directamente al gobierno del presidente Nicolás Maduro y a sus simpatizantes de intento de asesinato y de la muerte de Díaz. “Sentí que me las habían dado a mí (las balas). Me quieren matar. Lo denuncio (...), es terrorismo de Estado”, dijo.
También dijo que militares y agentes de inteligencia causaron un daño en la avioneta en la que se transportaban miembros de su equipo político, lo que ocasionó su incendio al aterrizar, sin víctimas.
Una nota de la agencia AP informó además que un grupo de jóvenes que colocaba pendones de los candidatos opositores en la zona de Catia fue atacado a puñetazos y cachazos por motorizados identificados con el chavismo, quienes tomaron el material propagandístico y lo quemaron. Ayer, varios militantes del partido Primero Justicia denunciaron que su sede en el poblado fronterizo de Guasdualito fue atacada con bombas molotov.
Pero el punto de inflexión ha sido el asesinato de Díaz, condenado por múltiples voces, entre ellas la de la misión de la Unasur y por el secretario de la OEA, Luis Almagro, que lo describió como una “herida de muerte para la democracia”. El crimen marcó con el sino de la violencia a la campaña que hasta ahora solo exhibía los acostumbrados vicios del ventajismo oficial.
El chavismo, que ha realizado sus actos sin mayores sobresaltos, respondió con sorna a las denuncias de ataque por parte de los opositores hasta el asesinato de Díaz, sobre el que tuvo que pronunciarse y adelantó la hipótesis de un posible sicariato por problemas sindicales. (Lea también: Maduro dice que asesinato de opositor sería un 'ajuste de cuentas')
Aunque el presidente Nicolás Maduro aseguró que la oposición estaría pagando entre 30.000 y 50.000 dólares a infiltrados armados para que simulen ataques del chavismo en los actos de la MUD, otros análisis apuntan a que colectivos y grupos armados simpatizantes del Gobierno buscan generar miedo para inhibir el voto opositor.
El Presidente, quien ha dicho que de perder las parlamentarias se lanzaría a la calle a gobernar solo con una coalición cívico-militar, también aseguró que defenderá la revolución “como sea”, una frase que se convirtió en eslogan de campaña y, para muchos, en instrucción no oficial para sus seguidores de usar cualquier herramienta para conservar la mayoría.
Los efectos de esa advertencia, además de los actos de violencia contra los candidatos opositores, todavía están por verse. A poco más de una semana de la cita electoral, todas las encuestas citan una voluntad de participación de más de 70 por ciento, todo un hito tratándose de una elección parlamentaria.
Para el politólogo José Vicente Carrasquero, es poco lo que a estas alturas puede hacer el oficialismo para revertir esa voluntad de participación, y la violencia puede, en cambio, aumentar el caudal del voto castigo. “Las amenazas y la posibilidad de que te cierren las salidas a la grave crisis que vive el país hacen que la gente reaccione. Este tipo de acciones (la violencia) moviliza a la gente con la esperanza de cambiar las cosas”.
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