El magnicidio
MIGUEL AZPÚRUA | EL UNIVERSAL
martes 17 de noviembre de 2015 12:00 AM
Varias veces, en el transcurso de los últimos 40 años, nos hemos referido al único magnicidio perpetrado en Venezuela en toda su historia, obra de varios secuaces del montaraz Rafael Simón Urbina, el 13 de noviembre de 1950. Pues bien, varios amigos abogados nos han solicitado otra versión -según nuestras investigaciones- del hecho que conmocionó a Venezuela en aquel fin de año, que marcaba la mitad del siglo XX. El teniente coronel Carlos Delgado Gómez Chalbaud fungía como Presidente de la Junta Militar de Gobierno, luego de haber derrocado al novelista Rómulo Gallegos, el 24 de noviembre de 1948, acompañado por los comandantes Marcos Evangelista Pérez Jiménez y Luís Felipe Llovera Páez.
Rafael Simón Urbina, caudillo coriano, había sido despojado de sus bienes por el "Tribunal de Responsabilidad Civil y Administrativa", instaurado por el Gobierno "Revolucionario" presidido por Rómulo Betancourt, en el trienio 1945-1948; se encontraba exiliado en Colombia, y no se sabe quién lo invitó a regresar al país, luego del cambio de gobierno. Lo cierto es que retornó y se instaló a vivir en una residencia de su amigo y compadre, el millonario Antonio Aranguren, y comenzó a gestionar la devolución de sus bienes. Coincide en una fiesta con el comandante Delgado Gómez, lo saluda y le propone que sea padrino de una hija suya, en vista de la negativa de Delgado, de forma grosera le exige la restitución de sus pertenencias; el Presidente de la Junta, le responde que era cuestión de tribunales y que él no interferí a en el camino de la legalidad. Urbina se tragó la "afrenta" y juró vengarse. A tal efecto comienza a tramar un plan para "cobrarle al cabrón francés sus cuentas" -así lo calificaba despectivamente-, con el rencor abrasándole el alma; contacta varios parientes y amigos de la sierra falconiana, urgiéndoles vinieran a Caracas, para "solucionar un negocito", les envió dinero y los alojó consigo en la capital. Por su petición, arribaron a Caracas, Domingo Urbina, Pedro Antonio Díaz, Carlos Mijares, Luís Antonio Martínez, Natividad Laya, Osorio de Jesús Olivares, Daniel Medina, Matías y Máximo Paz Colina, Alberto Enrique Castro, Jesús Rafael Acosta, y otros.
No eran los únicos a quienes la figura y manera de actuar de Delgado incomodaba; los integrantes del "Grupo Uribante", Miguel Moreno -secretario de la Junta-, Rafael Pinzón, Víctor Cedillo y varios más, lo adversaban públicamente. Aranguren le había propuesto al Presidente su participación en la compra del ferrocarril inglés con evidente sobreprecio, Delgado, indignado le manifestó su desprecio. Y el millonario le declaró la guerra. Otro vagabundo que quiso "pescar en río revuelto" fue el empresario de enlatados, Antonio Rivero Vásquez, quien propuso al comandante "asociarse con él en el negocio de las importaciones y exportaciones", siendo rechazado en sus intenciones. En el sector castrense la jerarquía de Carlos Delgado era cuestionada, expresando a "sotto voce", que solo era un militar asimilado, protegido por el expresidente Gallegos, en esa onda andaban Roberto "Turco" Casanova" y Tomás "Mono" Mendoza.
El 13 de noviembre de 1950, en la mañana el vehículo presidencial se enrumbaba hacia Miraflores, siendo interceptado por un carro que venía en sentido contrario; al detenerse, Urbina con sus hombres se abalanzan sobre el Presidente, desarman al edecán, obligándolo a abordar el asiento trasero del otro automóvil. Los elementos estaban bajo efecto etílico, Urbina le arranca las presillas, y le grita: "-Tenía 3 meses cazándolo, ya no será usted el Presidente". Delgado le espeta: -¿Urbina que se propone? Éste le contesta: "-Usted se irá para Francia, usted no es venezolano, es un ca... francés". Al tomar una curva Pedro Antonio Díaz hiere a Urbina en una pierna, los secuaces sacan a Delgado del vehículo, le disparan a quemarropa al igual que a su edecán Julio Bacalao Lara -quien se salvó milagrosamente-, cayendo el mandatario mortalmente herido.
Urbina desesperado, ordena dirigirse a la legación de Nicaragua, en busca de auxilio, el embajador Diego Siqueira se desentendió del caso; el prefecto de Caracas, Hernán Gabaldón y el mayor Carlos Mendoza, le aseguran que lo trasladarían a una clínica. Urbina antes de salir, dicta a su esposa este comprometedor mensaje: "Comandante Pérez Jiménez. Mi muy apreciado amigo: En este momento tengo movilizado al pueblo de Venezuela. Como le dije cuando llegué al país, no quiero más Presidente que usted. Delgado quedó malherido, aunque yo no quería que lo mataran como le consta al motorizado. Ojalá usted me respalde en la Embajada de Nicaragua, donde me encuentro malherido. Rafael Simón Urbina". Este crimen no ha sido aclarado suficientemente en lo que respecta a la autoría intelectual; en lo material no cabe duda, luego que Pedro Antonio Díaz lo admitió luego de purgar 20 años de cárcel. Ese mismo día Urbina fue asesinado por dos funcionarios de la "Seguridad Nacional", aplicándole "Ley de fuga".
miguelazpurua@gmail.com
Rafael Simón Urbina, caudillo coriano, había sido despojado de sus bienes por el "Tribunal de Responsabilidad Civil y Administrativa", instaurado por el Gobierno "Revolucionario" presidido por Rómulo Betancourt, en el trienio 1945-1948; se encontraba exiliado en Colombia, y no se sabe quién lo invitó a regresar al país, luego del cambio de gobierno. Lo cierto es que retornó y se instaló a vivir en una residencia de su amigo y compadre, el millonario Antonio Aranguren, y comenzó a gestionar la devolución de sus bienes. Coincide en una fiesta con el comandante Delgado Gómez, lo saluda y le propone que sea padrino de una hija suya, en vista de la negativa de Delgado, de forma grosera le exige la restitución de sus pertenencias; el Presidente de la Junta, le responde que era cuestión de tribunales y que él no interferí a en el camino de la legalidad. Urbina se tragó la "afrenta" y juró vengarse. A tal efecto comienza a tramar un plan para "cobrarle al cabrón francés sus cuentas" -así lo calificaba despectivamente-, con el rencor abrasándole el alma; contacta varios parientes y amigos de la sierra falconiana, urgiéndoles vinieran a Caracas, para "solucionar un negocito", les envió dinero y los alojó consigo en la capital. Por su petición, arribaron a Caracas, Domingo Urbina, Pedro Antonio Díaz, Carlos Mijares, Luís Antonio Martínez, Natividad Laya, Osorio de Jesús Olivares, Daniel Medina, Matías y Máximo Paz Colina, Alberto Enrique Castro, Jesús Rafael Acosta, y otros.
No eran los únicos a quienes la figura y manera de actuar de Delgado incomodaba; los integrantes del "Grupo Uribante", Miguel Moreno -secretario de la Junta-, Rafael Pinzón, Víctor Cedillo y varios más, lo adversaban públicamente. Aranguren le había propuesto al Presidente su participación en la compra del ferrocarril inglés con evidente sobreprecio, Delgado, indignado le manifestó su desprecio. Y el millonario le declaró la guerra. Otro vagabundo que quiso "pescar en río revuelto" fue el empresario de enlatados, Antonio Rivero Vásquez, quien propuso al comandante "asociarse con él en el negocio de las importaciones y exportaciones", siendo rechazado en sus intenciones. En el sector castrense la jerarquía de Carlos Delgado era cuestionada, expresando a "sotto voce", que solo era un militar asimilado, protegido por el expresidente Gallegos, en esa onda andaban Roberto "Turco" Casanova" y Tomás "Mono" Mendoza.
El 13 de noviembre de 1950, en la mañana el vehículo presidencial se enrumbaba hacia Miraflores, siendo interceptado por un carro que venía en sentido contrario; al detenerse, Urbina con sus hombres se abalanzan sobre el Presidente, desarman al edecán, obligándolo a abordar el asiento trasero del otro automóvil. Los elementos estaban bajo efecto etílico, Urbina le arranca las presillas, y le grita: "-Tenía 3 meses cazándolo, ya no será usted el Presidente". Delgado le espeta: -¿Urbina que se propone? Éste le contesta: "-Usted se irá para Francia, usted no es venezolano, es un ca... francés". Al tomar una curva Pedro Antonio Díaz hiere a Urbina en una pierna, los secuaces sacan a Delgado del vehículo, le disparan a quemarropa al igual que a su edecán Julio Bacalao Lara -quien se salvó milagrosamente-, cayendo el mandatario mortalmente herido.
Urbina desesperado, ordena dirigirse a la legación de Nicaragua, en busca de auxilio, el embajador Diego Siqueira se desentendió del caso; el prefecto de Caracas, Hernán Gabaldón y el mayor Carlos Mendoza, le aseguran que lo trasladarían a una clínica. Urbina antes de salir, dicta a su esposa este comprometedor mensaje: "Comandante Pérez Jiménez. Mi muy apreciado amigo: En este momento tengo movilizado al pueblo de Venezuela. Como le dije cuando llegué al país, no quiero más Presidente que usted. Delgado quedó malherido, aunque yo no quería que lo mataran como le consta al motorizado. Ojalá usted me respalde en la Embajada de Nicaragua, donde me encuentro malherido. Rafael Simón Urbina". Este crimen no ha sido aclarado suficientemente en lo que respecta a la autoría intelectual; en lo material no cabe duda, luego que Pedro Antonio Díaz lo admitió luego de purgar 20 años de cárcel. Ese mismo día Urbina fue asesinado por dos funcionarios de la "Seguridad Nacional", aplicándole "Ley de fuga".
miguelazpurua@gmail.com
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