El 8 de septiembre del 2015, día de la Natividad de la Virgen María, Yabroud, Siria festejaba la instalación de una imponente estatua de la Santísima Virgen, en presencia del obispo de la archeparquía de Homs, del Nuncio Apostólico y del Patriarca Griego-Melquita-Católico, por el padre George Haddad, párroco de la ciudad. Esta estatua es una respuesta a los jihadistas que no sólo han destruido numerosas estatuas e iconos durante su ocupación.
Algunos días después de la liberación de esta pequeña ciudad, en la primavera del 2014, algunos de los habitantes habían regresado a sus casas destruidas, y varias veces saqueadas. Los feligreses informaron al padre George que una estatua de la Virgen lloraba en la capilla junto a la Catedral. Al día siguiente un grupo de niños corrió a avisarle: la Virgen de nuevo está llorando. “Le vi una lágrima en los ojos, la Virgen irradiaba una luz brillante, esto duró 48 horas”, explica el padre.
¿Lloraba la Virgen por nuestros sufrimientos? ¿De alegría porque sus hijos regresaban? “No lo sabemos, pero decidimos honrarla y entregarle la Parroquia” precisa el Padre George, orgulloso de esta estatua erigida en el patio de la iglesia, la cual los jihadistas atacaron ferozmente.
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