Antonio Claret nació en 1807 en España, cerca de Montserrat. Muy joven, muestra una fuerte devoción a la Virgen, será ordenado sacerdote en 1835.
Un día, Antonio se ve obligado a permanecer en la cama con una fuerte gripe. Tiembla con fiebre e imágenes impuras le vienen a la mente. A continuación, invoca a la Santísima Virgen que le aparece sosteniendo en sus manos una corona de rosas. "Antonio, le dijo, si alcanzas la victoria, esta corona será para ti.” Antonio venció a la tentación y la calma volvió a su alma.
Su apostolado será particularmente eficaz gracias a su intensa devoción a la Santísima Virgen. Por donde pasaba establecía la Cofradía del Santo Corazón de María y recomendaba el rezo del rosario familiar. Pero la obra maestra que funda el Padre Claret en Cataluña, el 16 de Julio de 1849, es la Congregación de los Hijos del Inmaculado Corazón de María, Misioneros Claretianos.
En 1849, nombrado arzobispo de Cuba, como muestra de su gratitud a la Santísima Virgen, añade a su nombre el de María. En Cuba, fundó el "Instituto de Religiosas de María Inmaculada Misioneras Claretianas" destinada a la educación de las niñas.
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