En las afueras de Belén, no lejos de la iglesia de la Natividad, se encuentra la “Gruta de la Leche”, (Gruta de Nuestra Señora), también llamada “Gruta de la Virgen”. Según la tradición la “gruta de la leche” guarda el recuerdo de María amamantando al Niño Jesús.
En sus visiones, Santa Catalina Emmerich explica la tradición (1): “Vi a dos pastores que llegaban a visitar a la Santa Virgen, para advertirle que unas personas enviadas por las autoridades preguntarían sobre el niño. A María eso le preocupó mucho, después vi entrar a San José, quitarle al Niño Jesús de sus brazos, envolverlo en un manto y llevárselo (…) Y a la Virgen inquieta, quedarse sola en la gruta (…)
Cuando llegó la hora en la que debía amamantar al niño, hizo como acostumbran hacer las madres cuidadosas cuando se han asustado (…) Antes de alimentar al niño, se sacó la leche que sus angustias hubieran podido alterar, depositándola en una cavidad de la piedra blanca de la gruta (…)”
Desde entonces, la piedra blanca de esta gruta es un remedio para las madres de niños lactantes.
______ (1) Santa Catalina Emmerich, en Vida y muerta de la Santísima Virgen María, capítulo 41.
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