Más de 100 horas tardó registrar la historia de Nelson Bocaranda
Entre los temas del libro Bocaranda. El poder de los secretos figura la duda sobre la causa de la muerte de Renny Ottolina
Nelson Bocaranda desde hace tiempo duda sobre lo ocurrido con la muerte de Renny Ottolina. No cree que la avioneta en la que viajaba el entonces candidato presidencial haya estado preparada para que muriera el presentador de televisión, pero sí tiene información que indica que fue preparada para que falleciera Jorge Olavarría.
El relato forma parte de la serie de entrevistas hechas por Diego Arroyo Gil para el libro Bocaranda. El poder de los secretos (Planeta) en el que da detalles sobre lo ocurrido durante la enfermedad de Hugo Chávez, su rol durante las dos elecciones presidenciales más recientes, sus comienzos en el periodismo y anécdotas varias.
Sobre el caso de Olavarría, recuerda que el historiador era uno de los principales críticos del gobierno desde la revista Resumen, razón por la que, según Bocaranda, le aconsejaron que se cuidara. Para despistar, fingieron que Olavarría escaparía en una avioneta, que nunca abordó, pero sí Ottolina. Años después, cuenta el también locutor, Olavarría fue visitado en su casa por Freddy Bernal, quien aseguró que la aeronave había sido “envenenada”.
“Lo tenía guardado y me acordé para esto. Han pasado muchos años, no sé si alguien le eche pichón. Como estamos en un trapiche diario de escándalos. Es como un pasticho, siempre hay capas que tapan los sucesos”.
Fueron entre 100 y 150 horas de conversaciones, repartidas en varias sesiones, entre Bocaranda y Arroyo Gil en la cocina del primero. “Mi esposa Bolivia y mis hijos siempre me han dicho que yo tenía que escribir sobre mi vida, para que la gente se enterara de ese país que tuvimos. Simón Alberto Consalvi, mi primo, varias veces me dijo antes de morir que no fuera flojo”, cuenta Bocaranda, quien decidió llevar a cabo el cometido cuando Arroyo Gil le llevó a la radio el libro que escribió sobre Consalvi.
El tema de la enfermedad de Hugo Chávez es uno de los principales. Se menciona en cada uno de los capítulos del libro. Es el tubazo más fuerte que ha dado.
“Conté todo lo que podía contar sobre ese caso. Claro, nunca doy el nombre de mis fuentes, pero sí cómo tuve que ingeniarme una red de inteligencia para que no me metieran gato por liebre”, acota Bocaranda.
Fueron varios los cuestionamientos e insultos a Bocaranda cuando reveló que Chávez sufría cáncer. “Me dijeron de todo, aunque después tuvieron que reconocer que estaba enfermo”, indica.
Sin embargo, en el libro cuenta que en Cuba el gobierno quiso que el convaleciente mandatario se reuniera con el periodista, pero no se pudo por el agravamiento del paciente. “Nunca supe si fue Fidel o Raúl Castro. Pensé que fue Fidel cuando me enteré que dijo: ‘Ese tipo es serio, ese tipo estuvo conmigo doce horas acá y me hizo una entrevista extraordinaria en Caracas en 1989”, rememora con acento cubano y entre risas.
Dijo que estaba dispuesto, pero no se dio. El gobernante se complicó. “A todos les preocupaba si llegaba o no a las elecciones de octubre de 2012”, comenta sobre una campaña que tuvo su clímax en el mitin en la avenida Bolívar. “Casi se muere. En la noche se descompensó”.
Tuvo miedo en esos días. No fueron pocas las presiones y angustias. Tanto así que confió su mayor secreto a dos personas: Luis Vezga Godoy y Simón Alberto Consalvi, los únicos a quienes reveló el nombre de las fuentes relacionada con la enfermedad del presidente.
Sin ego. Son más de 50 años de carrera los que se registran en las casi 300 páginas del libro. “La imagen que tenía de él era la que puede tener mucha gente, que es un profesional con mucha experiencia. Sin embargo, me llama la atención que Nelson es muy humilde. En el medio hay mucha gente egocéntrica y no ha hecho un carajo. Es algo de casa. No se preocupa por él, sino por lo que ocurre”, manifiesta Arroyo Gil.
Eso es verdad, dice el aludido, que agrega: “Más bien he sido bobo muchas veces. Hay quienes me dicen que cobre más por alguna cuña”. Cuenta que en una ocasión cobró más gracias a los consejos de Arroyo Gil.
Bocaranda reconoce que muchas veces sentía que hablaba demás para el libro, por lo que trataba entonces de recoger el agua derramada inmediatamente aunque la intención de su interlocutor no fue enfrentarlo. “Hay que estar claro que es una entrevista concertada. Sabíamos que el objetivo era hacer un libro entre los dos. Mis preguntas eran para hacer un discurso coherente, nunca quise incomodar”, asegura Arroyo Gil, quien se ríe cuando se le pregunta si descubrió algunas de las personas que suministran información a Bocaranda. “Alguna que otra sabe, alguna que otra”, interrumpe el otro periodista.
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