La humanidad del Hijo, antes de su concepción, ya existía en la simiente de Dios. El Hijo de Dios, como ningún otro hombre, ha sido mucho más preformado en la simiente que María concibe.
Naturalmente esto no quiere decir que la simiente estuviera viva en algún lugar antes de la concepción; es el Espíritu que cubre a María con su sombra, aporta algo de forma creativa; y lo que es aportado (por el Espíritu) contiene ya al Hijo completo, de la misma forma que la simiente humana está presente antes de la concepción,
En la concepción ordinaria, es la unión de dos células que forman al ser humano, que determinan también el sexo, al contrario en la concepción de María, en lo que aporta el Espíritu, el Hijo ya está determinado como lo que él es en verdad. (NB 3, p. 164).
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario