La hora de la verdad: Entre democracia y dictadura (5-E), por Ángel Rafael Lombardi Boscán
Si bien los niveles de incertidumbre son elevados, no tenemos Gobierno efectivo en este momento porque no se han nombrado nuevos ministros y el régimen cocina un desconocimiento de la voluntad popular expresada contundentemente el 6-D (6 de diciembre) vía TSJ (Tribunal Supremo de Justicia), por lo menos sabemos que el chavismo se encuentra en una fase terminal.
Jugar a la democracia y “vencer” en 14 procesos electorales o más, era una canción rayada de los chavistas, hasta hace poco. Para el 6-D, hasta exigieron a la MUD (Mesa de la Unidad Democrática) la firma de un acuerdo para respetar los resultados electorales bajo el aval del CNE (Consejo Nacional Electoral) rojo rojito, hoy en el presente, ya ni se acuerdan. Nos hicieron creer que la democracia era consustancial con el proyecto socialista que apadrinan, sólo que los últimos eventos cuestionan éste fundamental supuesto. El 6-D, luego de la inesperada derrota, y decimos esto porque se intentó torcer los resultados ese mismo día, algo pasó. Conjeturamos que un sector de los militares impidió el fraude.
Esos mismos militares hoy no sabemos cómo van actuar este 5-E cuando se instale la nueva AN. Su silencio actual poco ayuda a mantener la calma. Las más recientes provocaciones del combo Maduro-Diosdado desconociendo abiertamente el triunfo del 6-D abren un escenario traumático en términos de ahondar la confrontación política e instalar abiertamente la violencia entre los venezolanos. ¿Son los chavistas favorables a la democracia? Si alguien tenía sus dudas legítimas, hoy debe abrir los ojos de una vez por todas. El chavismo nunca ha respetado la institucionalidad democrática, solo la usaba para sus fines totalitarios de control sobre la población, y muy especialmente, los opositores.
Si impiden la instalación de la nueva AN o su funcionamiento pleno y legal, con la mayoría calificada que se ganó sin atenuantes, estarán decretando el ejercicio de la dictadura, pura y dura, sin los disimulos acostumbrados. El régimen se sabe perdido. No solo por la crisis económica y sus derivados sino por las profundas divisiones en el liderazgo del “proceso” rojo, ahondado esto por la corrupción gubernamental a todos los niveles y la más soberana y amplia ineptitud en rectificar las políticas equivocadas que hoy tienen a Venezuela destruida.
La nomenclatura en el poder le teme a la democracia en plenitud de funciones porque ésta no sólo le va a interpelar sino a reivindicar de verdad el respeto de la Constitución, algo que ha sido una completa burla en manos de los rojos. La Nueva AN (Asamblea Nacional) tiene el compromiso histórico, en caso de instalarse: en decretar una amnistía de todos los presos políticos e ir recuperando las instituciones hoy arrodilladas al PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela) junto a la convocatoria del referéndum revocatorio presidencial este mismo año. El país, la ciudadanía, la Iglesia, los universitarios, los empresarios, las amas de casa y hasta los pobres estafados por el chavismo observan con expectación que el 5-E (5 enero) pueda representar el comienzo del cambio a favor de recuperar la democracia sin recurrir a las salidas de fuerza tradicionales.
Y como dice Leopoldo López desde la cárcel: “Si Maduro y el resto de las cabezas de los poderes secuestrados por una élite corrupta y antidemocrática torpedean el cambio, desconociendo por la vía de los hechos los resultados del pasado 6-D, pues habrá que removerlos. Desde el 2014 venimos sosteniendo que La Salida a este desastre debe ser por la vía constitucional lo más rápido posible. Ahí están los mecanismos constitucionales para hacerlo”.
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