La voluntad general
La autoridad política se deslegitima si no cumple la ley y el mandato de todos
JOSÉ FÉLIX DÍAZ BERMÚDEZ | EL UNIVERSAL
domingo 3 de enero de 2016 12:00 AM
"Nadie sino la mayoría es soberana"
Bolívar
Cuando en el año de 1765 las: "gentes del Rey" y el: "ejecutor de la alta Justicia" procedieron a quemar en las escaleras del palacio las obras de Juan Jacobo Rousseau, luego de ordenar a la ciudad de París entregar todos los ejemplares y a los impresores y librerías no venderlas, el autoritarismo pretendía vanamente destruir la libertad del hombre, el avance de la civilización, los derechos irrenunciables de los pueblos.
Rousseau fue el pensador extraordinario que encontró en la voluntad general:"el primer principio" del Derecho Público y la: "regla fundamental" del Gobierno, y por ello quien pretenda infringirla ejerciendo la tiranía, actuando como Rey o Presidente, desconociendo a la República o atentando contra la democracia:"quienquiera se niegue a obedecer la voluntad general será obligado a ello por todo el cuerpo" social.
Para Rousseau la voluntad general tiene que prolongarse en instituciones específicas y debe ser acatada en todos los actos de la autoridad. Al no verificarse así se pondría el Estado al margen del derecho, del mandato supremo de la soberanía popular cuya vulneración implicaría: "atacar al cuerpo"ciudadano.
No hay otra voluntad sino: "la común conservación y el bien general", y contra su infracción se opuso el gran ginebrino al advertirnos contra las desviaciones burocráticas "cuando el vil interés se reviste descaradamente con el manto sagrado del bien público", siendo en todo caso necesario: "sostener la voluntad general" expresada como acto de soberanía: "derecho que nadie puede arrebatar a los ciudadanos".
La autoridad política se deslegitima si no cumple la ley y el mandato de todos. Un "pueblo soberano" no puede existir sino reconociendo el derecho y el interés general. Ni siquiera: "razones de Estado" pueden justificar el desacato de la voluntad general insuperable por su origen, lícita por su finalidad inobjetable que es el bien común.
@jfdiazbermudez
Bolívar
Cuando en el año de 1765 las: "gentes del Rey" y el: "ejecutor de la alta Justicia" procedieron a quemar en las escaleras del palacio las obras de Juan Jacobo Rousseau, luego de ordenar a la ciudad de París entregar todos los ejemplares y a los impresores y librerías no venderlas, el autoritarismo pretendía vanamente destruir la libertad del hombre, el avance de la civilización, los derechos irrenunciables de los pueblos.
Rousseau fue el pensador extraordinario que encontró en la voluntad general:"el primer principio" del Derecho Público y la: "regla fundamental" del Gobierno, y por ello quien pretenda infringirla ejerciendo la tiranía, actuando como Rey o Presidente, desconociendo a la República o atentando contra la democracia:"quienquiera se niegue a obedecer la voluntad general será obligado a ello por todo el cuerpo" social.
Para Rousseau la voluntad general tiene que prolongarse en instituciones específicas y debe ser acatada en todos los actos de la autoridad. Al no verificarse así se pondría el Estado al margen del derecho, del mandato supremo de la soberanía popular cuya vulneración implicaría: "atacar al cuerpo"ciudadano.
No hay otra voluntad sino: "la común conservación y el bien general", y contra su infracción se opuso el gran ginebrino al advertirnos contra las desviaciones burocráticas "cuando el vil interés se reviste descaradamente con el manto sagrado del bien público", siendo en todo caso necesario: "sostener la voluntad general" expresada como acto de soberanía: "derecho que nadie puede arrebatar a los ciudadanos".
La autoridad política se deslegitima si no cumple la ley y el mandato de todos. Un "pueblo soberano" no puede existir sino reconociendo el derecho y el interés general. Ni siquiera: "razones de Estado" pueden justificar el desacato de la voluntad general insuperable por su origen, lícita por su finalidad inobjetable que es el bien común.
@jfdiazbermudez
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