Traumatizados por los atentados del 13 de noviembre del 2015, muchos franceses se dan cuenta ahora de la gravedad de la situación: los atentados pueden reproducirse en cualquier lugar y en cualquier momento…
Nuestra respuesta debe ser ante todo espiritual. Debemos vivir profundamente los misterios de nuestra fe para fundar nuestra esperanza en la Salvación. Frente a la barbarie, tenemos la obligación de vivir aún más en la interioridad y la piedad. Cómo es ¿nuestra vida de oración? ¿Nuestra práctica de los Sacramentos? ¿Nuestro conocimiento de las Escrituras y la Tradición? ¿En el entorno de nuestra familia y en nuestro entusiasmo misionero?
Frente a los desafíos que nos esperan, la tibieza es imposible. Es en la esperanza del triunfo del Corazón Inmaculado de María que debemos trabajar. Ya que Nuestra Señora ha tocado el corazón de tantos musulmanes, durante el Jubileo de la Misericordia lancemos una campaña de oraciones para pedir a nuestra Madre que nuestros hermanos musulmanes descubran ellos también el rostro de la Divina Misericordia, es decir Nuestro Señor Jesucristo, crucificado y resucitado, Alfa y Omega de la historia humana.
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