El fin de la izquierda en Latinoamérica
Se trata de un hecho innegable de la historia
martes, marzo 1, 2016 | Alberto Roteta Dorado
DIARIO DE CUBANET
QUITO, Ecuador.- Los pueblos de Latinoamérica, con una historia matizada por la existencia de dictaduras y corruptos gobiernos, amén de un espíritu sui géneris que oscila entre la sumisión cuasi patológica y la más desenfrenada rebeldía, han sido el terreno propicio para la puesta en marcha de una propuesta de modelo experimental: el Socialismo del Siglo XXI.El 30 de enero de 2005, durante el V Foro Social Mundial, por primera vez Hugo Chávez mencionó la idea del Socialismo del Siglo XXI. A partir de este momento adquirió difusión mundial; aunque en sí no es suya la idea, sino del teórico alemán Heinz Dieterich Steffan.
Los rasgos histéricos de la personalidad de Chávez cautivaron a los miembros de los sectores más populares de su país. El inicio de una serie de reformas, las que, sin duda, beneficiaron a los más desposeídos, fue determinante para que alcanzara la cúspide de la popularidad que logró el mandatario. No tardó mucho para que naciera un “hombre nuevo”, de marcada tendencia populista, que seguía las pautas de sus hermanos caribeños de Cuba y, de forma expansiva, se diseminaba por parte del continente.
Muy pronto se acentuaron los sentimientos de odio por parte del fallecido mandatario venezolano, hacia el “brutal enemigo”, cual sombra que de manera oculta suele aparecer como trasfondo para la justificación de todos los males de los sistemas corruptos.
Inspirado por su mentor, el Dr. F. Castro, se declaró enemigo acérrimo del país más poderoso del planeta y fue capaz de maldecir en público al gobierno de Israel. Ya todos conocen de sus insultos, malas acciones, ironía desmedida y marcado cinismo; aunque lo mostraban como el mejor amigo de la Cuba de los Castro, sitio adonde fue en los últimos días de su paso por la tierra.
Los proyectos de colaboración con gran parte de Latinoamérica, tras una aparente hermandad, comenzaron a ejecutarse. Fue surgiendo cautelosamente un movimiento político de marcada tendencia izquierdista en países como: Brasil, Argentina, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y Chile; pero como es lógico, y dando continuidad al fracaso europeo del siglo XX, los países de Latinoamérica en los que se instauró el nuevo modelo comenzaron a deteriorarse, ya sea en lo económico, lo social o lo moral.
Las protestas populares en Ecuador, país cada vez más en deuda con China, donde la economía se deteriora progresivamente y la incertidumbre reina por doquier; el colapso económico de Venezuela, declarada por su actual presidente en “estado de emergencia económica”, y donde en días recientes ha tenido lugar una de las más multitudinarias manifestaciones; los escándalos de corrupción de Brasil y Argentina, este último país con una derrota contundente de la izquierda; así como el “no” de los bolivianos para la reelección de su presidente Evo Morales por un cuarto período consecutivo, han demostrado que el Socialismo del Siglo XXI no tiene aceptación, que sus caudillos se van extinguiendo, y que constituye un fracaso total; aunque se le modifique su nombre o se saque de su contexto histórico y geográfico, es un modelo que no funciona en el orden práctico, aunque sus teóricos lo describan como el paraíso terrenal.
Suramérica emerge de las profundidades abismales, a las que ha llegado por los efectos del Socialismo del Siglo XXI. La restauración de un orden político con independencia y liberalidad, acorde a las particularidades de cada territorio, ya es un hecho patente en el actual contexto.
Cuba, que sigue siendo parte de Latinoamérica, permanece de manera estática por décadas. Al parecer, los cambios que estremecen al continente no logran el eco necesario en la mayor de las Antillas. El haber permanecido en un total aislamiento, que no tiene nada que ver con embargos ni bloqueos sino con la propia política del gobierno comunista de la Isla –que ha sido capaz de impedir la comunicación con el resto del mundo, ofreciendo al pueblo cubano tan solo el lado que han considerado conveniente, y acorde a los cánones que establecieron como permitidos– ha sido uno de los principales factores de un fenómeno social patológico: el estar en una condición estática, de cuya condición sólo se sale esporádicamente para evadirse y aislarse aún más.
Al estar tan limitada la información, y la que se ofrece se distorsiona llegando solo a través de los medios oficialistas en los que ya nadie cree, los cubanos de la Isla desconocen muchas de las realidades acerca del viraje total que ha experimentado “Nuestra América”, así como los móviles que han conducido a estos cambios.
Las acciones aisladas de ciertos grupos opositores no pueden ser consideradas como verdaderas muestras de arraigo popular. Hay más preocupación por tratar de salir del país, por cualquier vía y de cualquier forma, que por los verdaderos cambios internos en el orden social, político y económico.
Si se convocara a un plebiscito o referéndum como el que recientemente ha tenido lugar en Bolivia, ¿tendrá aceptación el actual mandatario cubano que no fue elegido por el pueblo? Todos sabemos que no, que nunca simpatizó a nadie, que jamás el pueblo cubano se identificó con la imagen de Raúl Castro. Pero ya se sabe que en la isla de la represión y del engaño no tendrá lugar tal convocatoria. Seguirán las falsedades, continuará la monarquía de los Castro, cual sucesión apostólica o corona heredada, a pesar de que Latinoamérica se abre al mundo y logra salir del yugo de un socialismo de aparentes matices nuevos, que en realidad ha sido el mismo régimen corrupto y destructor que por décadas fue aniquilando parte de la Europa Oriental y de Asia.
El fin de la izquierda en Latinoamérica es un hecho innegable de la historia, lo que, sin duda, demuestra la ineficacia de un sistema, que tras la apariencia de las bondades, solo ha servido para corromper a unos y enriquecer a otros. Las victorias de los últimos tiempos, podrán influenciar sobremanera, en aquellos que aún permanecen bajo el engaño de sus líderes.
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