Maduro today, Chávez yesterday
¿Cómo puede alguien creer, o intentar hacer creer, que una página web, que informa sobre la cotización diaria del dólar en el mercado paralelo de divisas, es la causa (y no el efecto) de una realidad más compleja que verdaderamente impulsa la devaluación progresiva del bolívar frente al dólar? ¿Quién, que conozca algo de economía, puede dudar que el valor creciente del dólar libre es el resultado del control de cambio que el Estado venezolano mantiene incólume desde hace ya trece años? El presidente de la República, en sus múltiples y latosas cadenas televisivas, repite una y otra vez el insustancial argumento que sustenta que la “guerra económica” y la página Dólar Today son las causantes de la escalada del precio del dólar y de la desestabilización monetaria del país.
El vicepresidente de la República, sin dolor de su alma, repitió el mismo cuento el día 15/03 ante la Asamblea Nacional, cuando el órgano legislativo lo citó para que informara qué se había hecho para superar la gravísima situación económica del país. Quería también la Cámara que el funcionario explicara por qué era necesaria la prórroga del decreto de emergencia económica dictado por el presidente de la República dos meses antes sin la aprobación de la misma. El vicepresidente hizo una exposición llena de generalidades (motores que se prenden, planes y proyectos que se elaboran por aquí y por allá, reuniones de trabajo con Raimundo y todo el mundo, etc.), pero no mostró nada concreto que se hubiera hecho para mejorar la situación. Cuando los diputados de la MUD hicieron las preguntas necesarias para precisar un poco el discurso del invitado, se enfrentaron a un torero de postín que repartió capotazos y pases de muleta a diestra y siniestra acompañados con los respectivos olés de la bancada oficialista.
Pero Dólar Today es apenas una brizna de paja comparada con el problema global. Funcionan (sin páginas web) mercados paralelos de productos alimenticios, de medicinas, de repuestos y de todas las cosas que no se consiguen. Hay una inflación pavorosa que se come el salario de los trabajadores y de los pensionados y un desabastecimiento propio de un país en guerra. Las colas para adquirir los productos básicos aumentan cada día y la inseguridad, la corrupción y el malestar general no tienen parangón con nada conocido de la llamada Cuarta República.
Interrogante: ¿cuáles son las causas y quiénes son los responsables de este desastre? Repuesta: Maduro hoy, Chávez ayer, y el sistema económico y político que ellos han representado. Esta situación deplorable es el resultado de diecisiete años de actuación de un caudillo escapado del siglo XIX, de un heredero sobrevenido de manera no muy convincente, de una camarilla militar corrompida, de una cúpula partidista amarrada al pasado y, por encima de todo, de un modelo de gestión equivocado que ha fracasado en todos los países donde se ha impuesto. En Venezuela, ese modelo, marxista-leninista, ha sido reciclado con el nombre de socialismo del siglo XXI. De allí, los resultados.
Estamos en un momento muy crítico de la vida nacional, quizás uno de los más graves de nuestra historia. Es difícil equiparar esta situación con alguna otra del pasado. Para tener una referencia válida tendríamos que remontarnos a los peores momentos del siglo XIX, cuando los caudillos militares y las montoneras armadas desolaban al país. La presente coyuntura es única por su naturaleza y exige de la oposición una máxima comprensión y mucho talento en el esfuerzo por eliminar el escollo que significa la permanencia en el poder de los mismos factores que generan la crisis e impiden un cambio de ruta.
Estos tiempos pasarán, no lo dudemos, aún más rápido de lo que creemos. El país emprenderá su camino hacia un destino mejor, al que históricamente está llamado y ajustará cuentas con quienes, en un delirio de grandeza, soberbia y audacia, manipularon la buena fe del pueblo venezolano, destruyeron la débil estructura institucional existente y aferraron el poder en un puño para imponer una ideología y un sistema extraño al sentir de la nación.
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