“Negar las divisas para el papel es una forma canalla de la censura”
Es abogado de profesión, periodista de oficio y está casado con una prima del presidente de Colombia, Juan Manuel Santos. Asegura que por esto último le atribuyen competencias que no tiene en realidad. Cuando se le pregunta qué le aconsejaría al mandatario para abordar la relación con Venezuela, señala: “Que frente al tema de las libertades, el tono con el que se le hablara fuera más recio que el actual”
El 3 de mayo próximo se celebra el Día Mundial de la Libertad de Prensa, decretado por la ONU en 1993. Para algunos países de Latinoamérica hay motivos para celebrar, para otros no.
Roberto Pombo, periodista de oficio por más de 35 años y actual director del diario El Tiempo de Bogotá, percibe aires de cambio para las libertades de información, expresión y prensa en la región. Es optimista sobre Argentina, por ejemplo; se muestra angustiado por Venezuela y Ecuador, y es agudo sobre la realidad de Colombia.
No concibe que un gobierno extorsione a los medios de comunicación para doblegarlos o fuerce su cierre para acallarlos. Comprende que los gobiernos tienen intereses más que amigos, aunque esperaría mayor firmeza del primo de su esposa, el presidente Juan Manuel Santos, al momento de fijar posición sobre las tropelías a la libertad de prensa en Venezuela.
—¿Cuál es su diagnóstico sobre la situación de libertad de expresión en Colombia? ¿Tienen los colombianos toda la libertad que necesitan para expresarse a través de los medios de comunicación social?
—Desde el punto de vista institucional sí. Hay una libertad bastante amplia. Desde el punto de vista de la presión de los grupos ilegales, no. En Colombia sigue siendo un problema importante, como en otros sitios de América Latina, la presencia de grupos ilegales armados que ejercen su influencia en zonas apartadas de la geografía nacional. Los periodistas que trabajan en esas zonas están siendo muy vulnerables y eso sigue siendo una situación muy grave. Por otro lado, tenemos el asunto de la impunidad, que el sistema judicial no sea suficientemente eficiente en la investigación y condena de los crímenes contra los periodistas. Esas son las dos consideraciones más importantes en Colombia. Pero las amenazas más contundentes siguen estando en otros sitios del continente porque son las que ejercen con carácter muy fuerte los gobiernos. No le voy a contar yo a Venezuela de qué se trata eso.
—¿Qué debilidades y fortalezas identifica usted en los diversos gobiernos latinoamericanos en materia de libertad de prensa.
—Hay que esperar el cambio de gobierno argentino en esa materia a ver qué produce, estimo que el cambio de gobierno será muy positivo en términos del fin de la persecución a la libertad de expresión en ese país. Sigue habiendo para mí dos países emblemáticos por lo negativo: Venezuela y Ecuador. En el caso de Venezuela hay una gran cantidad de periódicos amenazados con cerrar sus puertas, ahogados por un gobierno que no tolera que haya libertad de expresión. Lo mismo en Ecuador, donde está siendo tan golpeada la libertad de expresión. Y hay un fenómeno, el de la concentración de los medios, que históricamente se le atribuía a los grandes conglomerados económicos, pero que hoy lo están haciendo los gobiernos. Específicamente en Venezuela y Ecuador los gobiernos de manera directa o a través de interpuesta persona están adquiriendo medios afines. Y si uno sigue la telaraña hasta el centro, encuentra que son medios controlados por una sola instancia, que es una instancia gubernamental. Ese creo que es otro de los peligros.
—¿Cómo se ve desde Colombia el hecho de que en Venezuela estén cerrando medios impresos porque el gobierno no les vende papel ni les vende las divisas para adquirirlo?
—Es una forma miserable de la censura porque habiendo material para imprimir, habiendo papel en el mercado mundial, cortarle ese insumo para acallarlo es una forma canalla de la censura. Ni siquiera tienen la valentía de censurar de frente, sino que lo hacen por la vía de la sustracción de materia. Impedir que la gente tenga físicamente donde imprimir las palabras, eso no tiene sentido.
—¿Cuál ha sido la experiencia colombiana más parecida a la que vive Venezuela en términos de acoso a la prensa independiente por el Estado?
—La única experiencia parecida fue la que propició la única dictadura militar que tuvo Colombia, el siglo pasado, que fueron los cuatro años de la dictadura del general Rojas Pinilla. En ese momento se instalaron censores en las salas de redacción para censurar el contenido informativo. No se podía publicar nada que el gobierno no autorizara. Desde entonces hasta hoy no ha habido nada en Colombia que se pueda asimilar a lo que está pasando en Venezuela.
—¿Cuál cree usted que es el papel de la sociedad y de los lectores en la defensa de sus medios sobre todo en un contexto como el venezolano, donde la gente tiene prioridades apremiantes en el día a día?
—El ideal sería que hubiera algún tipo de solidaridad expresa por parte de los usuarios y creo que los periódicos deberían invitar a sus lectores a que se manifiesten en ese sentido, pero me parece muy difícil tener la certeza de que puede garantizar algún apoyo masivo por ese camino. El problema es que los gobiernos piensan que están castigando a los dueños de los medios y a los periodistas que trabajan ahí, pero en verdad a quien castigan es la libertad de los venezolanos de estar informados de una manera distinta de la que piensa el gobierno. Eso lo debería poder entender un ciudadano y un lector corriente de un periódico.
—Entiendo que usted tiene una relación cercana con el presidente Santos y en su país algunos lo consideran una especie de consejero no oficial. Quisiera preguntarle, ¿el presidente Santos le ha consultado su opinión sobre cómo actuar frente a Venezuela en materia de…
—No. La verdad es que me atribuyen unas funciones que no tengo. Conozco al presidente hace mucho y ocasionalmente hablo con él sobre distintos temas. Pero sobre esto no. Yo hago una diferencia: el papel que tenemos los medios de solidaridad con los colegas en las distintas latitudes que tienen problemas de libertad de expresión, que requieren nuestra solidaridad absoluta la tienen y la tendrán; pero en el caso de los gobiernos es un tema mucho más complejo. A mí me gustaría que hubiera una posición política del gobierno colombiano más fuerte frente a gobiernos como el de Venezuela o el de Ecuador, pero entiendo que hay consideraciones distintas de las que tenemos los periodistas y los ciudadanos de esos países para pedirles a los gobiernos que tomen una determinada actitud. Para responder a su pregunta, ese no es un tema de conversación que yo haya tenido con el presidente Santos.
—¿Y si el presidente Santos le pidiera su consejo sobre la posición que debería adoptarse frente al gobierno de Venezuela y la situación de los derechos humanos y la libertad de expresión, qué le aconsejaría?
—Le aconsejaría que frente al tema de las libertades el tono con el que se le hablara a Venezuela fuera más recio que el actual. Yo no defiendo una postura específica. Veo que los ex presidentes en general tienen posiciones más fuertes que las que tienen los presidentes en ejercicio. Entiendo que debe haber ahí algunas razones de gobernabilidad, por un lado; y, por el otro, no sé si tenga algún impacto el hecho de que las nuevas dictaduras se disfrazan con formas jurídicas que hacen que sea más difícil, incluidos gobiernos como el de Estados Unidos, tener posturas más contundentes. Yo sí creo que todo lo que ayude a quitarle oxigeno a los gobiernos que coartan la libertad, hay que hacerlo.
RECUADRO
El tiempo por cárcel
Contar a la Colombia de los últimos 40 años desde la experiencia personal de los periodistas que cubrieron los hechos más noticiosos es el propósito del director del diario El Tiempo, Roberto Pombo, coautor del libro El tiempo por cárcel, conversaciones con Juan Esteban Constain, publicado recientemente en Colombia por el sello editorial Penguin Random House.
“En mi caso lo que se repite con más frecuencia son los intentos fallidos de hacer procesos de paz con la guerrilla. Porque ahí hay anécdotas que van desde la primera ronda que me tocó a mí, durante las conversaciones del presidente Belisario Betancourt, y hasta el último proceso de paz, que es el que se desarrolla en La Habana. También repasamos hechos políticos, de la sociedad colombiana; y, por supuesto, de una manera muy intensa plasmamos una reflexión sobre el periodismo y la evolución de los medios”, dijo Pombo.
Aseguró que El tiempo por cárcel es el primero de una serie de textos con el mismo propósito y enfoque que se propone hacer la editorial en los próximos meses.
EPÍGRAFE
“Soy de los que piensa que todo lo que ayude a quitarle oxigeno a los gobiernos que coartan la libertad, hay que hacerlo”
Perfil: Roberto Pombo
Director del diario El Tiempo de Bogotá desde 2009. Ha sido redactor, reportero, jefe de redacción, director y columnista de medios en Colombia y México. Obtuvo el premio Ortega y Gasset (2003), el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar (2008) y el Premio al Mérito Periodístico Guillermo Cano (2014).
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