¿Es esto meramente un problema de familia?
No es poca cosa; tiene que ver con la mayor pesadilla que sufren varios pueblos de Latinoamérica. Debido a ese veredicto, Venezuela puede ser considerada un “narcoestado”
El pasado viernes, 18 de noviembre, un tribunal norteamericano declaró culpables de traficar con cocaína hacia EU a dos sobrinos de la primera dama de nuestro país, un juicio que asomó un entramado de relaciones y protección de esa actividad delincuencial por parte del gobierno venezolano y del mundo militar. Al respecto, el mutismo de Maduro ha sido solemne, y la propia tía sólo ha asomado decir que se trata de un “montaje” del “imperio”, cuyo propósito es ensuciar la imagen de la pareja presidencial.
En todo caso, el pueblo merece un mensaje claro sobre este suceso. Hasta ahora, al gobierno no le ha dado la gana de darlo, y punto. Siendo así, los demás actores de la sociedad venezolana tienen a mano el juicio y la sentencia, y al respecto, vean mis amigos lectores que se abre paso un concepto que sin lugar a dudas significa una amenaza mayor que pende, cual guillotina, sobre el cuello social de todo un pueblo que no está de más decir, se encuentra agotado por tantas calamidades juntas; me refiero al concepto del ”narcoestado”.
No es poca cosa; tiene que ver con la mayor pesadilla que sufren varios pueblos de Latinoamérica. Debido a ese veredicto, Venezuela puede ser considerada un “narcoestado”. No es un panfleto, no es una consigna, no es una coyuntura, no es nada más un maridaje entre malandros y gobierno; se trata pues de que los intereses de la élite que tiene el poder político están articulados con los del narcotráfico, haciendo que los negocios criminales giren alrededor de ese Estado, concebido entonces como un “Estado criminal”.
¿Somos acaso el México aquel donde el narcotráfico a cubierto todo el entramado del Estado, donde hasta el más mínimo cargo de elección popular se hace con el aval y financiamiento de la droga, donde todo el Estado pareciera estar al servicio del crimen? ¿Lo de los narcosobrinos se configura como la misma sombra que cayó sobre un Horacio Cartes, el actual Presidente de Paraguay, que ha sido investigado por la DEA de estar supuestamente implicado en el lavado de dinero del narcotráfico y a quien además le fue capturada una avioneta que llevaba varios kilos de marihuana y cocaína? ¿Es la misma sombra que cubrió el caso de una Keiko Fujimori en el Perú, recibiendo una platada de un narcotraficante internacional para su campaña presidencial, y que al ser descubierta esa operación, simplemente la niña le devolvió el dinero al capo, sin dar más explicación y sin que se desarrollara una investigación exhaustiva al respecto por parte de las autoridades de ese país?
Quizás las respuestas a estas interrogantes, y a las que se están generando en el juicio a los narcosobrinos, estén en un trabajo periodístico de escándalo, pero bien documentado, realizado por la escritora y periodista mexicana de nombre Anabel Hernández, e intitulado los Señores del Narco, un trabajo a profundidad sobre la guerra de los carteles del narcotráfico en su país y su vinculación con Venezuela. Al respecto, ella expone que basándose en investigaciones de la Procuraduría de Justicia de México, el cartel de Sinaloa montó un entramado de vuelos protegidos mediante vínculos con la FARC y militares venezolanos.
En fin, el juicio de Nueva York trasladó a Venezuela a una dimensión parecida a esas noches del polo, que son sin astro. Estamos, demócratas, ante el reto más titánico de los que hemos avizorado hasta ahora; se trata del magno compromiso de la transformación moral de una nación, que ha caído en una ciénaga cuya apestosidad asombra y entumece.
Vallejobelis3@gmail.com
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