ASOMBRO
Rodulfo González
Me asombra que después de tantas vidas pasadas, y luego
de tantos milenios buscándote, hayas sido tú, sin saberlo, la que me hayas
encontrado, cansado ya de buscarte en el río que con sus aguas borró mis
lágrimas de penas, en la montaña cuya cumbre alguna vez profané, en la
hondonada del recuerdo casi apagado, en la luna llena que con su brillantez
iluminó de esperanzas el mundo de mis primeros años y en las novelas que con
tanta avidez leí sin presumir que alguna vez mis ojos se encantarían al ver el
marco geográfico donde se desarrollaron.
¿Verdad que es asombroso que hayas sido tú, la que sin
buscarme me encontraste?
Y estabas tan cerca.
Y mis ojos no te veían.
Me asombra que haya sido en la primavera de tu vida y en
el otoño de la mía, ese reencuentro romántico, tras desesperados milenios de
búsqueda inútil.
¡Cuán asombrado quedé cuando tú, fruto de un cercado
ajeno cuya dulzura no apagará mi apetito, me reconociste entre una multitud y
te acercaste a mí y yo me acerqué a ti y recomenzamos un amor que tendrá que
esperar otro milenio para que se produzca el prodigio de su realización!
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