Menos país
Somos mayoría. Luego de años de impopularidad la oposición puede usar esta frase con argumentos. Los niveles de aceptación del gobierno se desploman a diario, y si se celebraran elecciones los resultados serían devastadores para el partido oficialista.
Pero nada de esto importa. No vivimos en un sistema participativo, ni hemos vivido en uno durante años. La fachada democrática que nos vendieron desde la maquinaria gubernamental nos hizo creer a todos que bastaría con ser mayoría, y bajo esa premisa la oposición construyó su proyecto.
Pero nuestra democracia no era más que una maqueta, una vitrina que se construyó frente a un sistema de control que no quisimos ver. Lo de participativo y protagónico duró hasta que duró la popularidad chavista y ahora vemos más allá de lo que se nos mostró.
El panorama es terrible. Para una sociedad a la que se le hizo creer que la democracia valía para algo, saberse mayoría y al mismo tiempo verse incapaz de cambiar la dirección del país, genera inevitablemente decepción y guayabo. Una especie de depresión colectiva que nos deja en el vacío.
El chavismo pensó todo antes de que pasara, y ahora el control es absoluto. Los que nos declaramos opositores reclamamos a nuestros líderes por soluciones, por salidas y por directrices, porque aún creemos que esto puede resolverse, que con nuestra representación ciudadana podremos lograr acabar con la dictadura. Pero en el autoritarismo la ciudadanía no tiene espacio.
Entonces nos sentamos frente a nuestras pantallas a ver lo que pasa. Y una corriente de decadencia pasa frente a nosotros. La sonrisa de una mujer que corre a un EPK a aprovecharse de un precio impuesto, un billete de 100 que aparece y desaparece, un helicóptero que nadie encuentra, un bebé que muere de hambre y un anciano que como dice el himno “le sigue el ejemplo”.
Hay que dejar de ser optimistas, porque al futuro, incluso sin el chavismo, no se le puede ver con buenos ojos. En ese juego macabro nos han cambiado como sociedad y en este nuevo país solo se encuentran negativos. Que sumen los ingenuos, los otros, menos.
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