Profetas armados
Comienza un nuevo año. Atrás parecen haber quedado las marcas del balance que da saldos en rojo para el rojo gobierno, pero también para la alianza opositora que quemó buena parte de su capital político en un carnaval de salidas institucionales, de las cuales, la del revocatorio terminó logrando una sola cosa: que el gobierno tomara posiciones aún más radicales, seguro de que la oposición no podría sostener la posición, por falta de cañones. Obligada la MUD a hacerle vocería a una mesa de diálogo en la cual no estaba sentada, la división interna, potenciada a partir del informe Hospedales (2013) que enfrentaba dos esquemas de transición (con preservación y con sustitución de statu quo), evidenciada a partir de la salida (2014) y aun hoy sostenida por el antagonismo entre los partidos del G4 (Primero Justicia, Voluntad Popular, Acción Democrática y Un Nuevo Tiempo) y los del G15 (Alianza Bravo Pueblo, Copei, Fuerza Liberal, Gente Emergente, Izquierda Democrática, Moverse, Movimiento Republicano, Progreso Social, Proyecto Carabobo, Proyecto Venezuela, Unidos Para Venezuela, Unidad Noe, Unidad Visión Venezuela, Vamos Adelante, Vente Venezuela); esta división, junto con la perdida de legitimidad que genera la quema de capital político, al parecer, son los principales problemas evaluados para orientar el proyecto de reformulación de la alianza opositora.
¿Qué lleva a este escribidor a llegar a esa conclusión? Según lo trascendido en lo que, se considera, será la reforma de la MUD: a) el esquema de toma de decisiones, basado en un quorum distribuido proporcionalmente según la cantidad de escaños que se poseen en la Asamblea Nacional, que permite integrar partidos del G15 en la estructura sin poner en riesgo el statu quo, mediante la constitución de un G9 (los del G4 más Movimiento Progresista de Venezuela, La Causa R, Avanzada Progresista, Vente Venezuela y Alianza Bravo Pueblo; b) la sustitución de la Secretaria Ejecutiva por una instancia coordinadora tripartita, integrada por los mismos partidos que conforman la directiva de la AN y por gobernadores y alcaldes; y c) la apertura de una instancia de coordinación con la sociedad civil (“Consejo Nacional de la Sociedad Democrática”) y de otra, para la formulación del proyecto país.
El gobierno responde no de forma agonística, sino avanzando en la ejecución de su agenda, con una peculiaridad: la designación de Tarek El Aissami como Vicepresidente Ejecutivo, dentro de un cambio de gabinete que ejecutará un presupuesto público no aprobado por el Legislativo, inscrito en las directrices del Plan de la Patria que como se sabe, es el plan de consolidación de la transición al socialismo. La primera percepción sobre este nombramiento es que se trata de alguien de la línea dura, que posee múltiples conexiones con numerosos sectores del partido de gobierno, que ha sido denunciado en instancias internacionales como vinculado al narcotráfico; pero si se mira más al detalle los nombramientos, pareciera que la alianza cívico-militar cambió de signo, y se agregan más cañones a la cuenta de uno de los lados.
Si se comparan ambos juegos, pareciera que correspondieran a países distintos, y que ninguno de los dos tuviera que ver con las urgencias del presente nacional: ambos bandos inician el año con reacomodos internos y administrando legitimidad, pero uno usa metáforas bélicas para describir su situación, el otro no. Algo de esta situación está ilustrado por la valoración que Maquiavelo da, tanto en El Príncipe como en los Discursos de la primera década de Tito Livio, del papel de la religión en la construcción del Estado. En el primer texto, el florentino emplea el ejemplo de Fra Girolamo de Savonarola, el predicador enfrentado a los Medicci, para ilustrar el papel movilizador del Ethos republicano que tiene la religión, pero con una advertencia: que en la fundación de un Estado nuevo “han triunfado todos los profetas armados y fracasado todos los que no tenían armas”, puesto que la fe del pueblo tiene límites, como también los tiene la voluntad. En el segundo, cuando describe la religión romana, al alabar a Numa Pompilio expresa su célebre sentencia: “donde hay religión, fácilmente se pueden introducir las armas, pero donde existen las armas y no la religión, con dificultad se puede introducir ésta”. Y sobre este particular Roberto García Jurado, en su texto Del profeta armado al vicario saboyano. La religión civil en Maquiavelo y Rousseau señala que el enunciado Maquiavélico “responde a su convicción de que cuando un pueblo tiene espíritu de comunidad, principios morales arraigados y códigos éticos compartidos, es muy probable que se asiente y se afirme una autoridad civil con la capacidad de imponer orden incluso por medio de las armas. De donde se extrae la confirmación de uno de sus principios fundamentales, la conjunción de religión y armas, o bien, de su extensión, la virtud y la autoridad. Si un Estado ha de perdurar, debe estar sostenido al menos por estos dos pilares.”
@cardelf
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