Difteria: otro fracaso más en salud
Todos los días nos invaden la angustia y el asombro no solo a los que trabajamos en el sector salud, sino también al resto de los venezolanos, por enfermedades que pudieran entrar por primera vez al país y de paso se quedan o por aquellas que ya estaban presentes y de repente reaparecen de manera importante hasta convertirse en un brote epidémico causando un gran impacto en la población.
Es indudable que la ausencia de políticas de salud sumada al desorden y mala planificación de los diferentes niveles de atención, entre los cuales debe predominar la atención primaria en salud como pilar fundamental en la prevención, ha ocasionado el fracaso con relación al control de enfermedades que ponen en riesgo a la mayoría de los ciudadanos venezolanos. Por supuesto, no podemos esperar mucho de un país en el cual un sistema de salud no funciona o prácticamente no existe, a pesar de los muchos ministros que han estado al frente del organismo responsable en los últimos años y no han tenido la mínima capacidad gerencial o administrativa para manejar políticas sanitarias.
Este sistema de gobierno, el cual infortunadamente rige los destinos de una Venezuela sin rumbo y con la peor crisis económica de toda su historia, ha sido marcado por innumerables fracasos en lo que se refiere a salud pública. Uno de los tantos está relacionado con la reaparición de una enfermedad controlada desde el año 1992, como es la difteria. El último caso antes de su resurgimiento fue diagnosticado en el estado Zulia. Lo que marca este rotundo fracaso es que, tratándose de una enfermedad prevenible por vacuna, el aumento del número de casos y, peor aún, el fallecimiento de algunos pacientes, evidencian la ausencia de prevención, lo que reitera las pésimas políticas de salud.
La difteria es una enfermedad infecciosa y de aparición aguda, causada por una bacteria que produce una toxina la cual es la responsable de la mayoría de los síntomas que presenta el paciente, referidos fundamentalmente a la faringe, amígdalas o, mejor dicho, a la vía respiratoria superior. Pero puede afectar otros sistemas u órganos y desencadenar un gran riesgo de mortalidad, sobre todo si la persona no recibe el tratamiento específico. No obstante, es importante destacar la facilidad en el contagio de persona a persona, ya que fundamentalmente se transmite a través de la vía aérea, es decir, por la tos, estornudos o secreciones de saliva. También hay que destacar la relevancia en la prevención de los factores de riesgo de la enfermedad, y para esto ayudaría una campaña de información dirigida a las comunidades de parte de las autoridades de salud explicando de manera clara en qué consiste y cómo se transmite, además del peligro que conlleva el no ser diagnosticada de manera oportuna y, sobre todo, como me referí anteriormente, si no recibe el tratamiento correspondiente en el menor corto tiempo posible.
Por ser una enfermedad que se previene por vacunas, es inaceptable que reaparezca después de 24 años en forma de brote epidémico, y que la causa haya sido fundamentalmente la disminución de la cobertura vacunal, la cual debería ser de 90% en la población infantil y de 75% en el adulto. Cuando comenzaron aparecer los casos en el estado Bolívar, en septiembre del pasado año, la cobertura de vacunación en dicho estado era de 40% o menos, y en el resto de los estados los porcentajes rondan por el mismo valor.
En los actuales momentos, expertos han proyectado más de 200 casos a escala nacional y 6 entidades federales con casos autóctonos. Súmele a esto la escasez de medicamentos, la cual no se detiene y se ha acrecentado desde hace un año; por supuesto, los antibióticos indicados para tratar esta patología, como la penicilina y la eritromicina, no se consiguen, tomando en cuenta también el déficit de antitoxina diftérica. Sin embargo, lo que también ha influido de manera importante es la falta de información oficial a través del boletín epidemiológico, el cual está suspendido de manera indefinida, desde finales de junio del año 2015, y la falta de información oportuna, veraz y transparente por parte de las autoridades de salud a la población venezolana. Si esta se llevara a cabo de manera responsable no daría lugar a campañas mediáticas y cruce de información no creíble.
Es indudable que no había preparación para afrontar esta lamentable reaparición de la difteria. No podemos dejar de prestar atención a este nuevo problema de salud pública que se suma a unos cuantos ya existentes. La falta de vigilancia y control epidemiológico para frenar la aparición de nuevos casos es una lamentable realidad, ratificando lo que se ha expresado de manera constante: la difteria representa el gran fracaso de la cobertura de vacunación y, por ende, de la salud pública del país.
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