El puente sobre el Kwai y la Abstención
Participar en las elecciones masiva y alegremente es la mejor forma de infringirle una derrota al gobierno, ratificar internacionalmente la condición mayoritaria de la Alternativa Democrática, reforzar la solidaridad internacional, prepararnos para las presidenciales de 2018 y homenajear a los valientes
El sábado 7 de octubre el Centro Junguiano de Caracas, un extraordinario espacio de análisis y reflexión, exhibió una vieja película, que en 1957 mereciera ser galardonada con 7 óscares: El puente sobre el Río Kwai. El film cuenta la historia-ficción, en la que un grupo de prisioneros británicos son obligados a construir un puente sobre el Rio Kuai en la vía del Ferrocarril de Birmania. El oficial de más alto rango entre los prisioneros británicos, el coronel Nicholson, emprende una lucha tenaz contra el comandante Saito, oficial japonés que dirige el campo de trabajo forzado, exigiendo respeto a la convención de Ginebra, que prohíbe el trabajo forzado de los oficiales.
Ese round, entre los dos rígidos oficiales, lo gana el británico mostrando un valiente y tozudo comportamiento. Sin embargo, la victoria y la idea de mantener alta la moral y las condiciones físicas de la tropa, terminan por poner al oficial británico a hacer una tan buena tarea, que definitivamente lo pone al servicio de a los intereses del enemigo, más allá de las exigencias de los propios japoneses: reubican el puente en un lugar más apto, mejoran el diseño, los materiales y para cumplir con los tiempos y calidad de la obra llegan a trabajar, con entusiasmo perfeccionista, los oficiales e incluso los enfermos. El orgullo inglés por la tarea bien hecha, parece convertirse en obsesión.
El punto culminante de la película ocurre, cuando oficiales de inteligencia británica, junto a un “oficial” norteamericano fugado del campo de trabajo, intentan volar con explosivos el puente, para evitar la movilidad del tren y por lo tanto de las tropas y suministros. Es el oficial británico, quien enamorado de su obra y de la gran calidad del trabajo inglés, descubre y trata de impedir la voladura del puente, ahora sí, en un acto abiertamente contrario al interés militar de su bando.
Sin duda es una obra maestra, un clásico del que muchos recuerdan la melodía silbada más conocida de la historia del cine. El escenario en que vimos la película fue propicio para provocar y promover un debate muy rico sobre la rígida personalidad de los personajes principales, arquetípicamente apolíneos, en contraste con el Hermes oficial norteamericano, un vivaracho tratando de sobrevivir en medio de la guerra.
Sin embargo, lo que me obliga a estas líneas, fue la sensación-descubrimiento que me embargó, de principio a fin, durante la exhibición de la película: El enorme parecido de la oposición abtencionista con el apolíneo, orgulloso y rígido coronel Nicholson.
La rebelión de abril, mayo y junio, expresó el descontento y hastío de una enorme porción de la población venezolana, frente a un gobierno incapaz de resolver los más elementales problemas que los aquejan, pero muy capaz para la desfachatez, arbitrariedad, corrupción y los desafueros.
Esa rebelión debió tener objetivos y límites claros. Sin embargo, la rigidez y la anti política “construyen” la ingenua idea de que el gobierno será derrotado a pedradas, en los valientes enfrentamientos de David contra Goliat, en la autopista Francisco Fajardo. Pero por si fuera poco, rematan la “construcción” con la peregrina idea de que la única forma de homenajear a los caídos en la rebelión, agotada por 3 meses de enfrentamientos sin objetivos claros, es continuar los enfrentamientos, y lógicamente, seguir con más bajas. Estas ideas se desbaratan, no frente a la conspiración de la MUD, sino frente al más elemental sentido común.
Es entonces cuando el Coronel Nicholson opositor, comienza a jugar para el enemigo y saca de un repertorio ya usado, la idea de la abstención frente a las elecciones regionales. Jugando orgullosa, apolínea y rígidamente a favor del enemigo.
Construyen una falacia, la nutren con simpleza y cuando la realidad la derrumba, juegan abiertamente para el enemigo pretendiendo con una posición rígida y moralista que abstenerse y ayudar al gobierno es una opción rebelde y no, colaboracionismo puro y duro. El gobierno, en condiciones de alta participación no podría ganar sino unas poquísimas gobernaciones, solo podrá ganar algunas más con la ayuda invaluable de los más “radicales”, los que no votan.
¿Cómo es que entregar 23 gobernaciones al proyecto más oscuro, autoritario y corrupto de la historia patria, puede ayudar a derrotar a ese proyecto? ¿Cómo es que regalar el gobierno del Estado Miranda, a un descarado coleccionista de relojes, fracasado ministro e incapaz funcionario puede ser un homenaje a los caídos?
El abstencionismo sólo cabe en unas cabezas tomadas por tal soberbia, que inventan falacias que los ponen inconscientemente a jugar a favor del enemigo.
Participar en las elecciones masiva y alegremente es la mejor forma de infringirle una derrota al gobierno, ratificar internacionalmente la condición mayoritaria de la Alternativa Democrática, reforzar la solidaridad internacional, prepararnos para las presidenciales de 2018 y homenajear a los valientes.
@brunovgallo
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