La batalla por Jerusalén
El 18 de diciembre de 2017, 14 de los 15 miembros del Consejo de Seguridad votaron a favor de un proyecto de resolución que habría obligado a Estados Unidos a retractarse de reconocer a Jerusalén como la capital de Israel. El veto estadounidense impidió que el proyecto de condena fuese adoptado, pero el aislamiento del presidente Donald Trump en torno a este tema quedó claramente en evidencia.
Cristianos, judíos y musulmanes consideran a Jerusalén como una ciudad sagrada. El Santo Sepulcro ubicado en el barrio cristiano, el Muro de los Lamentos en el barrio judío y la Mezquita Al-Aqsa, respectivamente, representan símbolos invalorables e irrenunciables de estas tres religiones. Consciente de la delicadeza y la sensibilidad asociada a esta ciudad, la resolución 181 (II) de la Asamblea General de las Naciones Unidas de 1947, que decide la partición de Palestina en un Estado árabe y un Estado judío, otorgó a Jerusalén un régimen internacional especial y le encomendó a su Consejo Fiduciario la responsabilidad temporal de administrarlo.
Como bien se conoce, la guerra árabe-israelí de 1948 echó por tierra los planes consagrados en la resolución 181 (II) de las Naciones Unidas. El Estado árabe no se constituye y el régimen internacional especial de la ciudad de Jerusalén se evapora rápidamente. Israel queda en poder de Jerusalén Occidental y Transjordania (luego Jordania) se hace de Jerusalén Oriental. La división durará poco, pues tras la Guerra de los Seis Días que transcurre en 1967, Israel se apoderará de toda la ciudad. Aunque desde entonces no se le ha negado a los feligreses cristianos o musulmanes visitar sus sitios sagrados, el control físico de la ciudad yace en manos de los israelitas.
Algunos se preguntarán por qué la decisión de Estados Unidos es tan controversial, si al fin y al cabo la ciudad de Jerusalén ha estado en manos de Israel desde 1967. Dos consideraciones son perentorias: en primer lugar, Israel obtuvo el territorio que ocupa Jerusalén a través de la guerra, lo cual, bajo el Derecho Internacional, en particular la Carta de las Naciones Unidas, no constituye un medio legal para la ocupación.
En segundo lugar, e igualmente importante, muchos de los planes para solucionar el conflicto árabe-israelí considerados hasta el momento, varios de ellos respetados en su momento por administraciones estadounidenses, contemplan la posibilidad de que Jerusalén Oriental se convierta en la capital del Estado palestino. Para un número de comentaristas, al reconocer la soberanía de Israel sobre la ciudad de Jerusalén, Estados Unidos estaría cerrando las puertas a una negociación sobre el estatus final de Jerusalén Oriental y posiblemente a una solución al conflicto árabe-israelí.
La embajadora de Estados Unidos ante las Naciones Unidas, Nikki Haley, declaró en el canal de noticias, Fox News, que la decisión del presidente Trump, acelera, en lugar de entorpecer el proceso de paz. Pero, ¿cómo podría ser esto cierto, cuando sabemos que el estatus de Jerusalén Oriental es uno de los puntos angulares de muchas de las propuestas de paz consideradas hasta ahora para solucionar el conflicto árabe-israelí?
En agosto de 1981, el príncipe heredero de Arabia Saudita, formuló una propuesta de paz conocida como el plan Fhad. Entre sus puntos de negociación se encontraba “la creación de un Estado palestino independiente con Jerusalén Oriental como su capital”. Años más tarde, en marzo de 2002, la Liga Árabe endosó una nueva propuesta de paz saudita que también contemplaba la creación de un Estado palestino independiente con Jerusalén Oriental como su capital. La misma propuesta fue reendosada en 2007 por la Liga Árabe.
Durante más de cuarenta años, desde que el entonces presidente de Estados Unidos, Jimmy Carter, contribuyera a forjar los Acuerdos de Camp David que sellaron la paz entre Egipto e Israel, sucesivos presidentes estadounidenses habían jugado un papel fundamental en las negociaciones de paz árabe-israelíes. La decisión de Trump pudiera no representar el fin de proceso de paz, como algunos alegan, pero si del papel mediador de Estados Unidos. Como ya viene ocurriendo en diversos escenarios internacionales, el aislamiento estadounidense abre las puertas para que otros actores internacionales ocupen su lugar, ¿qué país pudiera tener el peso e interés para tal tarea?
@alfredotoro1
No hay comentarios:
Publicar un comentario