Aurora Lacueva: ¿Dejaremos pasar ese tren?
Robots, manejo digital de grandes cantidades de datos, manufactura aditiva, Internet de las cosas… Está en marcha la llamada Cuarta Revolución Industrial. ¿Nos quedaremos al margen? Ya diversos países emergentes están avanzando en el uso de estas nuevas tecnologías, e incluso en su desarrollo. No solo gigantes como China y la India, sino también naciones más pequeñas como Tailandia o los Emiratos Árabes Unidos. Mientras tanto, Venezuela declina. Urge resolver la crisis política para poder –ojalá- enrumbarse por una senda de prosperidad y justicia.
Al principio, podríamos aprovechar lo “baratos” que nos hemos vuelto: aunque empezaran a mejorar, nuestros salarios son bajos y gracias a ello nuestros productos pueden resultar de precio atractivo. Además, a pesar de que los seis millones de barriles diarios de la Faja del Orinoco quizás nunca sean económicamente viables, sí podemos volver a ser productores de dos millones de barriles de petróleo convencional, contando con nuestros viejos pozos de Zulia, Anzoátegui y Monagas. Bajos costos laborales e ingresos petroleros razonables nos pueden ayudar a arrancar.
Pero no podemos quedarnos allí. Tampoco se trataría, en muchos casos, de revivir industrias que han decaído durante esta crisis y que ya están desfasadas. Ni de seguir los pasos que otros siguieron para llegar a donde están hoy. Podríamos más bien saltar hacia tecnologías más modernas, eficientes y ecológicas.
Los nuevos modelos industriales abren buenas perspectivas a los emprendimientos pequeños y medianos e incluso a la artesanía. Permiten además una mayor dispersión geográfica. Se van haciendo menos necesarias las grandes instalaciones industriales concentradas en pocos lugares. Así se facilita la propiedad social, si hay voluntad política de desarrollarla: trabajadores que son dueños de su trabajo, y no obedecen ni un burócrata estatal ni a un propietario privado.
La planificación democrática puede practicarse, analizando ingente número de datos de manera digital y participativa. La educación cobra una importancia creciente en este entorno, pues es clave contar con personas bien formadas: técnicos, ingenieras, analistas, diseñadores… Y es imperativo fomentar la investigación científica y tecnológica.
@AuroraLacueva
lacuevat@hotmail.com
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