El cazador de monstruos, por Leonardo Regnault
En el año 2004, e inspirándose en el personaje Abraham Van Helsing, de la novela Drácula de Bram Stoker, se estrena una película con el título “Van Helsing: El cazador de monstruos”, que a su vez me sirve a mí para titular este artículo. En ella, el personaje principal es acogido por el Vaticano desde pequeño, entrenado y enviado a recorrer el mundo a cazar monstruos para mantenerlos a raya y hacer de la tierra un lugar más seguro.
Recordé esta película a propósito del ex juez Baltasar Garzón quien se hizo mundialmente famoso aquel 16 de octubre del año 1998 cuando presentó una orden de detención contra el general Augusto Pinochet por su presunta implicación en delitos como genocidio, terrorismo internacional, desaparición de personas y torturas ocurridos en Chile durante su dictadura.
Este representante de la justicia española durante muchos años investigó casos de los más importantes y en los cuales estaban implicados personajes que bien pudieran catalogarse de monstruos, tratándose de narcotraficantes, violadores de derechos humanos, terroristas y corruptos. Contra estos abominables monstruos se enfrentó durante gran parte de su carrera, y para muchos fue un ejemplo de dignidad, coraje y determinación. Muchos de nosotros lo veíamos como el ejemplo de lo que hay que hacer para que el mundo sea cada vez mejor y más seguro; lo veíamos como un cazador de los monstruos más peligrosos, uno de esos hombres protectores de la humanidad.
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Olvidándose de lo que hacía, y por lo cual era admirado, este mismo personaje ha dicho que Nicolás Maduro preside un gobierno legítimo, aun cuando la comunidad internacional y el pueblo venezolano no lo reconocen. Este mismo personaje es el que ha dicho que no se puede politizar la justicia, refiriéndose a los casos de Cristina Fernández y Lula Da Silva, pero sin decir absolutamente nada acerca de los diputados presos por Maduro, allanándoles de manera ilegal e inconstitucional su inmunidad parlamentaria. Es el mismo personaje que se erige en ejemplo y baluarte de moralidad, pero no le importa defender a un corrupto como Alex Saab, hombre que a costa del hambre, la miseria y la muerte por desnutrición de muchos de mis compatriotas, amasó una inmensa fortuna. Se trata de un Alex Saab que hoy está siendo solicitado por el gobierno de Estados Unidos por lavado de activos (más de 350 millos de dólares). El ex juez Garzón hoy es el abogado de este hombre y pretende elevar ante la corte penal internacional una querella contra el gobierno norteamericano por vulnerarle sus derechos.
Este personaje, que en el pasado se dedicaba a cazar monstruos, hoy es uno de sus defensores. En esta tarea está aliado con un personaje muy mal conocido en Venezuela; se trata del ex presidente del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero.
De tanto perseguir monstruos, ahora ha sido captado por ellos. Jamás, por afinidad ideológica o camaradería, se puede estar del lado de semejantes trúhanes. La humanidad no puede tolerar los dobles raseros; así como Pinochet fue un dictador que violó derechos humanos, así lo son muchos de los clientes y amigos del ex juez Garzón.
Alex Saab es uno de los responsables de la miseria del pueblo venezolano en su calidad de testaferro de Maduro y su pandilla. No hay justificación, señor Garzón, por más antiimperialista que pueda ser alguien, si es esa la razón, de que usted se alíe con esa clase de personajes.
Al final de la película, Van Helsing cabalga hacia el horizonte con la satisfacción del deber cumplido. Qué lástima con el ex juez Garzón, pues toda su lucha de los últimos años se ve empañada por la ambición. La historia le tenía reservado un gran sitial; sin embargo, sus últimas decisiones, crematísticas por lo demás, harán que la historia lo expulse por la puerta trasera.
Para los venezolanos, usted y la mayoría de sus amigos están en el estercolero de la humanidad.
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