Fernández-Lasquetty: «La izquierda de Iglesias, aunque parezca cool, es la misma tiranía leninista»
El consejero de Hacienda de Madrid e importante voz del Partido Popular conversó con el PanAm Post sobre Sánchez y su alianza con Iglesias; la investigación que pesa sobre el último; el auge de Vox y cómo es percibido su propio partido
Javier Fernández-Lasquetty es, indudablemente, una de las voces más fuertes y de más trayectoria del Partido Popular español. Referencia ineludible en el liberalismo, se ha forjado como una especie de intelectual dentro del mundo político. Decepcionado del desarrollo de su partido, se alejó del oficio en 2014 para pasar a involucrarse en el mundo académico: la Universidad Francisco Marroquín, el gran bastión liberal de América, lo tuvo como su vicerrector por tres años.
Finalmente, con un Partido Popular renovado, ahora con una sólida propuesta principista de mano de un nuevo presidente, Pablo Casado, Fernández-Lasquetty regresó a España para asumir, en agosto de 2019, el cargo de consejero de Hacienda y Función Pública de la Comunidad de Madrid. Hoy trabaja estrechamente con la presidente de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.
El PanAm Post tuvo la oportunidad de conversar con Javier Fernández-Lasquetty sobre lo que hoy importa en España: la naturaleza liberticida del Gobierno de Pedro Sánchez y su alianza con Pablo Iglesias; la investigación que ahora pesa sobre el último; el auge de Vox y cómo es percibido hoy el Partido Popular.
Está convencido de que la fuerza política más liberal que existe hoy en España es el Partido Popular y que, gracias a una importante renovación, su partido recuperó las agallas que había perdido durante el Gobierno de Rajoy. Asimismo, con respecto a Pablo Iglesias, Fernández-Lasquetty aseguró que no cree que el líder de Podemos pueda eludir esta vez la justicia. «Yo me atrevo a pensar que la investigación terminará generando la apertura de un proceso que termine en un juicio, en el que tendrán que demostrar la culpabilidad de Iglesias (aunque estoy seguro de que podrán demostrarlo)», dijo el dirigente del PP al PanAm Post.
Quería que empezáramos hablando sobre el Partido Popular, pero ahora hay un tema que yo no puedo eludir. Es, hoy, la noticia en España. Existe una investigación formal contra Podemos por financiamiento ilícito. El diario El Mundo publicaba que Podemos recibió más de 9 millones de euros por parte del régimen iraní a través de la productora de Pablo Iglesias. ¿Cuáles son las expectativas con respecto a esta investigación?
Existe la idea de que Podemos ha recibido financiación procedente de tiranías o regímenes corruptos como la Venezuela de Maduro, Bolivia cuando gobernaba Evo Morales o, ahora, de Irán. Esto no es nuevo. De hecho, es sabido desde que apareció Podemos como partido en 2014.
Está acreditado que la antecedente de Podemos, que era la Fundación CEPS, que se dedicó a actuar como gabinete de elaboración de proyectos liberticidas para los distintos regímenes dictatoriales bolivarianos (fundamentalmente el de Chávez o Maduro), recibió alrededor de $7 millones.
La novedad importante que publica hoy el diario El Mundo es, ya, una fase diferente. Ya hablamos del régimen iraní. Se trata de una investigación realizada por la oficina oficial de las finanzas españolas encargada del control del blanqueo de capitales y fondos procedentes de actividades ilícitas.
La investigación ha acreditado pagos de hasta 9 millones de euros que se fueron haciendo en pequeñas cantidades a lo largo de varios años a la productora de televisión de Pablo Iglesias, que al mismo tiempo estaba conectada con el partido y que al mismo Iglesias le ha dado importantes rendimientos.
Ahora debemos ver el avance de la Fiscalía, que es el órgano que debería impulsar la investigación. Desgraciadamente tenemos una Fiscalía que está demasiado politizada por el Gobierno. La fiscal general, Dolores Delgado, fue la ministra de Justicia de Pedro Sánchez. Y no es que sea sospechosa de parcialidad, es que es acreditadamente parcial.
Sí da la sensación de que, en esta ocasión, esto pudiera tener consecuencias mayores. No es la única investigación judicial que está abierta en torno a Pablo Iglesias. Hay otra, de una gravedad enorme, en torno a un complicadísimo suceso de hechos muy confusos que tuvieron lugar con una asistente personal de Pablo Iglesias y una tarjeta de celular.
Todo esto lleva a dos cuestiones nucleares. Una, conexiones continuas, que implican mucho dinero, entre Podemos y regímenes totalitarios de cualquier lugar del mundo (principalmente de Latinoamérica) —ahora, si tiene que ser un régimen tan profundamente liberticida, tan profundamente contrario a los derechos de la mujer, por decir una característica muy clara, como la teocracia iraní, pues también les vale—. Con tal de que no sea una democracia liberal, con tal de que no sea un régimen de libertades, a Podemos le vale cualquiera. Ese es un primer elemento que es muy grave.
El segundo: una personalidad tan leninista como Pablo Iglesias, que tiene un sentido del poder profundamente leninista (de la adquisición y conservación del poder por cualquier medio), al final lo que está llevando es a una situación en la que los episodios de la vida privada de él terminan generando convulsiones políticas (porque él los convierte en asuntos políticos). Esto lo que pone de relieve es ese sentido patrimonial del poder. Como son de extrema izquierda, creen que pueden hacer con el poder lo que les dá la gana. Como son de extrema izquierda, creen que pueden utilizar a una persona y luego tirarla; o manipular todo para poder decir una cosa y luego una contraria.
Todo lo anterior pone de relieve la miseria moral del comunismo, de la extrema izquierda, en cualquiera de sus versiones (desde las del siglo XIX hasta las del siglo XXI, como Iglesias, que por más que se disfrace de algo cool, de algo moderno, diferente, que está cerca de las mujeres o los gays… No, no. Es la misma tiranía leninista de toda la vida).
Usted lo decía, y es algo que es clave en la forma en que la gente percibe esta noticia: esto no es nuevo. El tema del financiamiento ilícito por parte de regímenes liberticidas a Podemos, es algo de hace años, atávico. Nos enteramos primero por el chavismo y, sobre lo de Irán, también existía información por todo el tema de HispanTV. Ahora, es completamente natural que se levante la sospecha por el proceso judicial en España, dadas las experiencias previas, ¿no? Estamos hablando de la misma justicia que hace poco permitió la supuesta fuga de Hugo Carvajal. La misma justicia que permite a, por ejemplo, golpistas catalanes andar libres. O quizá me equivoco y no es la misma justicia. Quizá es una interpretación equivocada de mi parte.
A ver. Como ocurre en muchos lados, depende en concreto de cuál sea el juez que esté llevando el proceso. Los casos como el que mencionaba sobre la tarjeta de celular y la asistente de Iglesias, lo que han hecho es exponer una connivencia tremenda entre abogados de Podemos y fiscales. Que se ponen de acuerdo para manipular el proceso.
Por ejemplo, y no es que sean todos los fiscales, pero al ser la Fiscalía un orden jerárquico, que sigue instrucciones de la fiscal general del Estado, Delgado, gran amiga de Baltasar Garzón, desde luego que no hay interés en perseguir casos que puedan poner en dificultad al régimen de Maduro o a cualquiera de las tiranías.
Está el caso, muy importante y sonado, de la aparición de la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, en una noche en el aeropuerto de Barajas en el mes de enero —que primero nos dijeron que no se había bajado del avión y luego resultó que pasó la noche entera circulando por la terminal de Barajas e, incluso, metió en España unas 40 maletas cargadas de quién sabe qué—, que de momento no hemos visto avanzar. La investigación judicial, a pesar de que hay denuncias y un procedimiento abierto, no avanza. Eso es algo que varios medios de comunicación, y algunas fuerzas políticas, como el Partido Popular, tratamos de mantener vivo: la necesidad de investigar y seguir avanzando porque no puede ser que en España haya tolerancia hacia la comisión de puros delitos de tiranías, incluso en el suelo español y con sujetos españoles.
También lo decía: estamos hablando de la conjunción de las peores tiranías del mundo en la figura de Podemos. Según las denuncias, que son viejas y muchas, Podemos es una especie de Frankenstein de los grandes tiranos. Y a este monstruo lo tienen sentado en el Consejo de Ministros. Estamos hablando, no solo de Podemos, sino del Gobierno de Pedro Sánchez. Del PSOE. Explique un poco esta alianza entre los socialistas y Podemos —que termina siendo una alianza entre la principal fuerza política española y los regímenes más autoritarios del mundo—.
Es una alianza gravísima. España es el único país de Europa que tiene un Gobierno del que forman parte comunistas muy extremos y muy activos en una tarea, no solo de apoyo, sino de ayudar a construir estos mismos regímenes autoritarios.
Cuando todos estos, como Fundación CEPS, con una supuesta consultora de imagen política, con Monedero al frente, han actuado en Venezuela, en Bolivia o en Ecuador, no es que iban allí a aprender. No, no. Iban allí a ayudar a diseñar los programas que han eliminado la libertad de los venezolanos, bolivianos o los ecuatorianos.
Con todo eso es con lo que ha formado Gobierno Pedro Sánchez. El Partido Socialista español, que fue siempre socialdemócrata, muy amigo de, por ejemplo, Acción Democrática, Carlos Andrés Pérez; con esa tendencia (por supuesto, muy estatista) respetaba unos ciertos límites. Pero desde los tiempos de Zapatero, desde hace casi veinte años, se ha ido deslizando cada vez más hacia aceptar cualquier cosa porque han colocado un objetivo político por delante de cualquier principio. Han colocado como objetivo que jamás vuelva a liberar la centro-derecha, liberal, en España. Y a eso lo han subordinado todo. Como la frase de Groucho Marx: «Estos son mis principios; pero si no te gustan, tengo otros».
Es el mismo Pedro Sánchez que hace un año decía: «Si yo tengo que formar Gobierno con Pablo Iglesias, no dormiría por las noches». Expresando un terror por un Gobierno en el que estuvieran formando parte ministros comunistas. Pero no tardó ni siquiera 48 horas desde que se celebraron las elecciones en diciembre pasado en anunciar un acuerdo con Podemos.
El acuerdo lleva funcionando desde que se formó el Gobierno, en enero, y le permite a cada uno de los dos, lo que quiere. A Sánchez, mandar (lo que quiere es gobernar); y a Pablo Iglesias, obtener cuotas de poder, de visibilidad, y en cada ocasión que le es posible, empezar a aplicar puntos de su programa revolucionario.
La pandemia del COVID-19, por ejemplo, la han utilizado como ocasión, cada uno de los dos, para lograr maximizar ese propósito. Sánchez, para que se viera que era él quien gobernaba, reprodujo en España los Aló presidente conocidos por los venezolanos. Por otro lado, Pablo Iglesias y Podemos emitían tuits diciendo, «aprovechando el coronavirus, el Gobierno ha prohibido los despidos». Además, era claro: aprovechando el coroanvirus. Es decir: como hay un virus que está matando gente, nosotros vamos a hacer esto que desde hace muchos años queríamos hacer.
Todo esto es de una gravedad enorme. Desgraciadamente la situación de excepcionalidad creada por el coronavirus les ha servido para llevar más lejos de lo que probablemente hubieran querido, ese proyecto (que en el caso de Sánchez no tiene más contenido, que el propio ejercicio del poder; pero en el caso de Iglesias sí tiene una finalidad clara, de tipo revolucionaria). Eso ha llevado a que en España hemos tenido el confinamiento más largo y severo de toda Europa. Y, al mismo tiempo, pues desgraciadamente somos el país que ha tenido más fallecidos por 100 mil habitantes de toda Europa.
Esta realidad nos lleva a nosotros a mirar hacia el otro lado. Es decir: esto ocurre en el Gobierno; pero, ¿qué hace la oposición? E históricamente el principal partido opositor al PSOE ha sido el PP; pero también hoy tenemos a Vox. ¿Qué está haciendo el PP y qué tanta incidencia cree que tiene el PP en la población? ¿La sociedad hoy, ante el fracaso del Gobierno, se está decantando por el PP? ¿O el PP no está capitalizando esto?
Bueno, las encuestas lo que dicen es que el Partido Popular sube, claramente. El Partido Socialista baja. Vox se mantiene, en un buen resultado como el que tuvo en las elecciones de diciembre, pero no sube. Y la última encuesta que se publicó esta semana por parte del diario La Razón, lo que hablaba es una situación en la que ya el Partido Popular sería el primer partido de España.
Todo sabemos que a las encuestas, y más en estas circunstancias, no podemos tomarlas como absolutamente ciertas. Pero sí sirven para hablar de una tendencia.
Ha sido muy llamativo cómo durante estos meses, que han sido terribles, durante el encierro por el coronavirus (terribles por lo humano y por lo económico), se ha visto muy claro que los gobiernos regionales del Partido Popular han actuado de manera que la gente ha percibido como más diligente y eficaz (menos invasiva de la libertada, más respetuosa, haciendo que, al mismo tiempo, los servicios funcionaran).
Con Vox, siento que hay puntos en los cuales la sintonía con el Partido Popular es muy grande; y claramente el mantener una actitud muy firme, muy constante de combate contra el régimen de Maduro, el cubano o el nicaragüense, es algo que tenemos en común. El Partido Popular lleva muchos años y Vox desde que existe. En esas cuestiones, trabajamos bien. Hay otras cuestiones, por supuesto, en las que hay discrepancias.
Hay una percepción, que creo que no tan impopular (y que se ha visto reflejada en las últimas elecciones), que es la de que el Partido Popular se ha desdibujado un poco. Se dice que ya el PP no es el de Aznar, ahora es mucho más blando, que está dispuesto a ceder en principios. Y yo quería saber si esa percepción existe realmente y a qué obedece. Si, por ejemplo, el auge de un fenómeno como Vox ha dejado al Partido Popular como algo más blando. ¿Qué piensa?
En política, y en general en todo lo que dependa de la percepción por parte de la gente, se producen a veces hasta fenómenos ópticos. Y en este caso estamos claramente ante un fenómeno óptico. Esa idea de distanciamiento del PP de unos principios muy sólidos, de una actitud firme (de eso que en un momento dijo Esperanza Aguirre, que es que el PP era «un partido sin complejos y con reflejos»), no está pasando ahora. Eso sucedió durante los años de Mariano Rajoy. De hecho, muchas personas, y yo me cuento entre ellos, nos sentimos muy distanciados de la línea que tuvo Rajoy mientras gobernó —y a mí personalmente me llevó a alejarme de la política y a dedicarme a otra cosa—.
Pero hace dos años exactamente Rajoy dimitió y hubo, por primera vez en la historia del Partido Popular, un proceso abierto, competitivo, de elecciones del liderazgo, que lo ganó, contra todo pronóstico, una persona como Pablo Casado, que precisamente lo ganó con una plataforma y con una manera de expresarse que buscaba recuperar mucho esa idea de un PP con garra, con principios clarísimos; de dejar atrás eso de un Partido Popular que trata que no se note que no somos de izquierda. Por el contrario, ahora trata de que se note que somos un partido de centro derecha, con una plataforma claramente liberal.
Pablo Casado ha articulado a un PP con una plataforma muy sólidamente liberal, dentro de lo económico, lo social y lo político. En cuanto a la idea de desregulación, de bajar impuestos, etcétera. Y también está su postura frente a tiranías como la de Venezuela, Cuba o Nicaragua.
En estos momentos, es cierto que hay personas que tienen la impresión de que el PP se alejó de ciertos principios. También es cierto que Vox, como es lógico, pues trata de promover eso, pues de esa manera piensa que puede aprovecharlo más. Sin embargo, esto no se corresponde en absoluto con la realidad. Este Partido Popular sí es un partido que da las batallas ideológicas, la batalla cultural; que no le acepta un gramo de superioridad moral a la izquierda —más bien, establece lo contrario: la izquierda debe hacerse perdonar mucho de lo que hace e hizo a través de la historia—.
Yo desde luego me alegro de que sea así. Yo estoy en política por ideas y por principios y me parece que solo vale la pena la política cuando se apoya firmemente en ideas y principios y creo que Pablo Casado lo está haciendo así. Y yo estoy seguro de que está teniendo éxito y va a tener más éxito.
¿No cree que el surgimiento de Vox de alguna manera contribuyó a que el Partido Popular se precisara en cuanto a principios e ideas? ¿No se convirtió en una especie de amenaza que obligó al PP a alejarse de esa forma blanda de hacer política y asumir una postura muchísimo más firme?
No, yo la verdad no tengo esa impresión y lo viví de muy cerca.
Es primero la elección de Pablo Casado, en julio del año 2018, con un discurso muy potente y muy claro en cuanto a ideas —y muy marcadamente liberal—, que el hecho de que Vox entre por primera vez a un Parlamento regional, como ocurrió pocos meses después en las elecciones de Andalucía. Ha habido un crecimiento muy rápido de Vox que, luego, se ha detenido.
Le puedo decir porque eso lo sé: no es que el Partido Popular se haga más sólido, más combativo en sus planteamientos porque aparece Vox. Tal vez lo que sí pudo pasar es que se hace más sólido el PP al mismo tiempo que Vox emergía. Pero no por que hubiera una relación de causa-efecto, ni mucho menos.
Claro, además que parece que existe una urgencia de la sociedad de verse representada en políticos con principios, sólidos. Y una muestra de esto pudiera ser lo que ocurrió con Ciudadanos, su decaimiento.
Efectivamente, Ciudadanos es un caso en el cual vuelve a repetirse un fenómeno que se da también en muchos países: partidos que, al quererse situar en el centro (y esto es muy legítimo), creen que la forma de hacerlo es no terminar definiéndose claramente con respecto a muchas cosas —¡y a veces a casi nada!—.
Y eso también en ocasiones los lleva a dar bandazos. Y pongo un ejemplo: Albert Rivera, siendo aún líder de Ciudadanos, hizo la campaña electoral más dura contra Pedro Sánchez. Es decir, los adjetivos más duros que se oyeron durante esa campaña electoral, fueron de Albert Rivera. Ahora lo que vemos es a Ciudadanos, reducido a la cuarta parte, andando en un movimiento, que tampoco se explica bien, de tratar de buscar puntos en los cuales sí estar de acuerdo o apoyar al Partido Socialista en el Gobierno.
En política, cuando lo primero no son los principios sino que es el cálculo táctico, pues… Si lo que piensas es en cómo quedar bien de tal manera, debes acudir a artilugios, tácticas, de las que al final la gente se da cuenta, nota que no son de verdad. Yo creo que la gente valora la honestidad, incluso los que no lo votan.
Lo que a la gente no le gusta es la sensación de que la están utilizando o le están diciendo unas cosas porque quieren hacerle creer algo.
El exceso de táctica en la política, tanto consultor dando consejos de «no hagas esto para que no parezcas otra cosa»… Todo eso al final es bullshit.
Creo que lo mejor es: ten unos principios, defiéndelos, pelea por ellos y seguro que te va a entender mucha gente. Seguro que sí.
¿Es hoy el Partido Popular la opción más liberal de España?
Sí, sin duda. Claramente. Y además, el PP de hoy es el PP más liberal de toda su trayectoria —y ojo que tuvimos un presidente de Gobierno fantástico como José María Aznar, que hizo una política enormemente liberal—.
Y esto se está demostrando, por ejemplo, en los lugares donde ahora gobierna el PP. En Madrid y en otras regiones. Tanto en Madrid como, por ejemplo, en Andalucía, las respuestas que están dando los Gobiernos regionales no son de keynesianismo puro o de «vamos a abrir un chorro del que salgan millones». Al revés, lo que estás viendo son más bien unas políticas de liberalización, de flexibilización, de desregulación, de tal manera que eso permita a los operadores económicos, a los que tienen o quieren crear una empresa, poder recomponerse y adaptarse a esta situación nueva de economía de pandemia.
Para ir terminando, quiero volver al tema de la percepción sobre el Partido Popular con respecto a los venezolanos. Le pregunto porque hubo hace poco una polémica sobre la aprobación de una resolución en el Parlamento Europeo para condenar al régimen de Maduro. Hace un par de semanas, el PP logró, en un voto junto con el PSOE, que se aprobara, por una importante mayoría, una resolución contra Maduro; no obstante, resulta que el PP había llevado primero una propuesta muchísimo más fuerte que la aprobada e, igual, lo hizo Vox (cuya propuesta consideraba los vínculos del PSOE y Zapatero con Maduro, denunciaba a Irán y Rusia, etcétera). Al final, todos estos elementos, que son incómodos para el PSOE, fueron dejados a un lado amén de un pacto. Vox argumentó que ellos se apartaron porque no iban a tolerar y ceder en un acuerdo que complaciera al PSOE. Y al final lo que se hizo fue aprobar una resolución avalada por el PSOE. Una resolución que terminaba respetando los límites establecidos por el PSOE. Esto llevó a que muchos venezolanos percibieran a Vox como un partido que, en ese momento, defendió la postura correcta, mucho más tajante, a favor de los venezolanos; y al PP, como un partido que cedió. ¿Cómo lo explicaría usted? ¿Cree que estuvo bien lo que hizo el PP o cree que falló en esta ocasión?
Tengo que admitir que no seguí el proceso de esa resolución en el Parlamento Europeo con el interés o el seguimiento que me hubiera gustado —porque a mí todas las cosas de Venezuela me interesan muchísimo y tengo grandes amigos en la oposición venezolana—; desgraciadamente, por tanto trabajo, no pude seguir este caso, por lo que puede que no tenga todos los detalles.
Pero, a ver: lo que sería grave, sería que el Partido Popular hubiera dicho algo en contra de sus principios con tal de que lo votara el PSOE. Si el Partido Popular ha mantenido sus principios, y para conseguir que fuera aprobado ha quitado del texto cuestiones que, siendo muy importantes, son subordinadas a la condena al régimen de Maduro y la expresión de rechazo del Parlamento Europeo al régimen —y luego si quieres añadir que Zapatero es un canalla, ¡pues hagámoslo!—, me parece bien.
Lo importante es conseguir que el Parlamento vote eso. A mí me hubiera parecido mal si el Partido Popular hubiera dicho: «Instamos a Maduro a que al fin haga algunas reformas, para que se ajuste…». No, no. La condena ha sido firme y ha sido clara. Y eso es lo que es determinante.
Entonces, en este caso me parece que Vox puede estar haciendo un cierto grado de aprovechamiento de un supuesto purismo o de una supuesta conducta inmaculada —que, claro, es explicable como táctica política—; pero si lo ves de otra manera, pues parece que de la mano de Vox nunca se va a dar ni un paso. Porque siempre lo va a poner en unos términos que, pues, solamente lo votarán ellos.
Pero la verdad es que, desde hace años, y a partir de un gran trabajo, el Partido Popular ha logrado que el asunto de Venezuela, como el de Cuba o Nicaragua, sea fundamental para todo el Partido Popular europeo —del que forman parte alemanes, checos, suecos o franceses que quizá pudieran verlo con mucha más distancia y menos interés—. Hemos conseguido que sea un punto central.
Creo que lo importante es ir ganando logros o ir dando pasos muy claros. Aunque no debe ser solo una condena retórica sino una que le ponga las cosas más difíciles al régimen de Maduro y en eso el Partido Popular se ha mostrado eficaz.
Por ejemplo, cuando alguien como Cayetana Álvarez de Toledo…
Por supuesto.
…Lo ha demostrado y lo demuestra continuamente.
Yo no le voy a reprochar a Vox —insisto, porque si me toca reprocharle cosas a Vox, tengo otras—… No es sobre Venezuela lo que voy a discutir con Vox. Discutiré sobre que yo no creo en el populismo, el nacionalismo, yo no creo en un Estado que nos diga a cada uno qué es lo que tenemos que hacer (como a veces se le ve a Vox). Sobre Venezuela no voy a discutir con ellos y ellos harían bien en no discutir con nosotros sobre eso.
Porque, para discutir sobre Venezuela, hay que hacerlo con los de Podemos o los que prefieren seguir mirando a otro lado como el propio Gobierno de Pedro Sánchez.
Para no quitarle más tiempo, quiero volver a lo que conversábamos al principio, la investigación contra Podemos. Si todo prospera, si hablamos de un caso de financiamiento ilícito de un tipo vinculado a los peores regímenes, ¿qué es lo que vamos a terminar viendo? ¿Pablo Iglesias esposado?
Claro, es una apuesta que al final no deja de ser la expresión de un deseo, sino el vaticinio que uno puede hacer. Pero mi impresión es que, cuando hay tantas cosas, tan turbias y unas tratan sobre cierta posición de dominio de una asistente a la que le retienen una tarjeta de celular… Es una cosa muy complicada. Hablamos de continuos pagos recibidos por parte del régimen iraní durante años (y de regímenes como el boliviano y el venezolano).
Ahora, además, lo que se ve es que gente de adentro de Podemos, o que estuvo en la dirigencia del partido y que fue expulsada en algún momento… Yo me atrevo a pensar de que alguna de estas personas le termine generando la apertura de un proceso que termine en un juicio, en el que tendrán que demostrar la culpabilidad de Iglesias (aunque estoy seguro de que podrán demostrarlo).
A mí ya a estas alturas me parece difícil pensar que todo esto termine en investigaciones que se cierran, que no conducen a resultados. Lo dudo mucho. Porque la verdad es que son muchas cosas, mucha información, con muchas personas hablando. Eso terminará provocando que sepamos de una vez y se esclarezca de una vez toda la verdad. Y me temo que cuando todo se esclarezca, será una verdad de miseria moral y abuso de poder.
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