FRAGANCIA
Rodulfo González
TU cuerpo, amada, tan
suave como el terciopelo y tan terso cual la piel de un niño, siempre, por el
perfume que me obsequias, parece recién salido de nuestro apacible y amigable
manantial o de la ducha que con sus hilillos de cristalina agua te arrancan
sonoras sonrisas de felicidad.
Tú lo sabes, amada de
infinita juventud, desde que hace un milenio poético llegaste a mi vida para
iluminarla, vitalizarla y alejarla del otoño que inevitablemente llegó y
transmutó en algodón el ébano de mis cabellos. Y por ello, amada increíblemente
esplendorosa, me abrazas, jugueteas conmigo, me mimas, acercas tus labios a los
míos y me gratificas con tus cánticos dulcemente entonados, para confundirte
conmigo en una sola carne y transmitirme tu perfume.
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