Venezuela: la «nueva» ruta que conducirá al mismo destino
El señor Guaidó nos pide que confiemos y le demos nuestro apoyo a una hoja de ruta liderada por oscuros personajes que nada bueno han tenido que ofrecernos sino opacidad, corrupción y sufrimiento
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Por Andrés Henríquez
“Y con esta emoción, que lo reconciliaba con su tierra, abandonó la casa de Melesio, cuando el sol ya empezaba a ponerse, rumbo de baquianos a través de la sabana, que es, toda ella, uno solo y mil caminos distintos.” —Rómulo Gallegos (Doña Bárbara, cap. IV).
Venezuela, especialmente la de los últimos 20 años, ha sido como la sabana apureña de Gallegos. El nuestro es un país cruel e insensible. Una nación marcada por la corrupción, por la traición, por la injusticia y por la falta de libertades. Dos décadas han transcurrido ya desde que el azote del comunismo llegó para acabar con un país que venía dando tumbos desde su concepción. No es poca cosa: una generación entera afectada. Millones de venezolanos —seres humanos— que han tenido que padecer las más horribles consecuencias de un sistema ideado para aniquilar.
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Los mismos 20 años en los que estas calamidades solo se han visto potenciadas por los repetidos errores y malas intenciones de quienes dicen ser los portavoces de la causa de la libertad de Venezuela. Una y otra vez, año tras año, estos minúsculos grupos han jugado con las esperanzas de todos. Mil caminos han tomado —aparentemente— que han conducido a un único destino: el fracaso total. Mil caminos distintos que desembocaron inevitablemente en uno solo.
Hoy se nos presenta una «nueva» ruta. Un plan que Juan Guaidó vende como una alternativa inédita para acabar con el régimen comunista. Nada más alejado de la realidad. El fatídico plan concibe tres estrategias: aturde a mi conciencia que la primera de ellas sea denunciar, rechazar y desconocer los fraudes del chavismo. ¿Es que no han comprendido que los fraudes son el chavismo? ¿Qué su esencia es el engaño, la corrupción y la destrucción? ¿Qué más queda por denunciar, rechazar y desconocer?
Nos plantean luego convocar a un mecanismo nacional e internacional de participación masiva para expresar nuestra verdadera voluntad. Un insulto terrible a los 7 millones y medio de venezolanos que participamos en la Consulta Nacional de 2017. Aquella vez nos movilizamos y les hicimos saber nuestra voluntad, solo para que quedara en el olvido y en la más absoluta nada. Y como si el descaro fuera poco, nos llaman de nuevo a activar una agenda de acción y movilizaciones, escupiendo en la memoria de los cientos de jóvenes que dieron sus vidas durante 2014 y 2017, para que ustedes las usaran como fichas en una nefasta mesa de negociación.
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El señor Guaidó nos pide que confiemos y le demos nuestro apoyo a una hoja de ruta liderada por oscuros personajes que nada bueno han tenido que ofrecernos sino opacidad, corrupción y sufrimiento. Que se han valido de la tragedia para desangrarnos y solidificar sus negocios blancos, naranjas y amarillos. A los que tenemos la claridad suficiente para alzar la voz nos chantajea con el mediocre argumento de la unidad-por-unidad, no por principios ni por ideales. Una viciada “unidad” que ya está establecida y que no admite propuestas alternas.
Pues ya no más. No somos idiotas, aunque ustedes estén convencidos que sí. Basta de jugar con las necesidades, expectativas y padeceres de la golpeadísima ciudadanía venezolana. Nuestra confianza no se compra con discursos y nuestra conciencia no se vende. Los hechos de los últimos años gritan en su contra, la ruta que nos presentan ya la hemos transitado y sabemos a dónde nos lleva. Váyanse y permitan que venezolanos de civilidad y de progreso enderecen el rumbo de un país que ustedes han colaborado en poner en vías de destrucción total. Esos venezolanos existen y esperan, como Santos Luzardo, torcer los caminos y convertirlos en miles distintos con un solo destino de libertad, prosperidad y bienestar de una vez por todas.
Andrés Henríquez es periodista venezolano, formado en las aulas de la Universidad Central de Venezuela.
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