Almagro, el precursor
Al día de hoy son los hechos los que confirman que ciertamente Luis Almagro es “el uruguayo más venezolano”. Lo ha demostrado con la pasión con que ha asumido la causa por la libertad de Venezuela. Eso ha permitido revelar sus cualidades humanas y que sin duda es un hombre de valores y principios. No llegó a la silla de secretario general de la Organización de Estados Americanos a “cuidar un cargo”, por el contrario, sus posiciones desafiantes con regímenes de corte autoritario han representado una apuesta riesgosa para su desempeño, en la que no se le ha visto flaquear en ninguna circunstancia.
Su claridad de posturas ante las flagrantes violaciones de los derechos humanos en Venezuela le costó su relación con el expresidente José Mujica, con quien trabajó 5 años como canciller de Uruguay. También fue expulsado del Frente Amplio al que pertenecía, porque no le toleraron que admitiera que “para doblegar a las mafias que han secuestrado las instituciones de Venezuela no se debe descartar el uso de la fuerza militar”.
Luis Almagro puso por delante sus ideas de hombre libre que ha consagrado su vida política a defender principios y por eso su negativa a pactarlos por meras razones de orden pragmático. Para él no privan “los estatutos del partido”, sino la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Carta Democrática Interamericana.
Para Almagro, las ataduras partidistas no pueden comprometer a los líderes de la ONU, de la OEA o de la Unión Europea, con procesos indefendibles desde el punto de vista moral. De allí su firme posición ante los desmanes de la narcotiranía que encabeza Maduro. Siempre ha dicho que le resulta imposible amparar esa satrapía y que ningún ligamento ideológico, menos esas argucias de una mal llamada izquierda, pueden ser pretextos para arrimarle beneficios e indulgencias a esa vergonzosa trama chavo-madurista. Y eso es lo que hizo Luis Almagro: enfrentar las arbitrariedades cometidas por la dictadura venezolana. En eso ha sido precursor, porque mientras en otras instancias de la comunidad internacional se resistían a caracterizar a Maduro como dictador y violador de los derechos humanos, Luis Almagro se atrevió a dar el paso para comenzar a construir una narrativa convincente para otros actores que han terminado sumándose a su prédica.
Recientemente, la Comisión Especial de los Derechos Humanos de la ONU dio a conocer un convincente informe que ratifica lo que hace más de dos años había demostrado Luis Almagro, junto con un valioso equipo de investigadores y técnicos especializados en realizar procesos de análisis de pruebas y testimonios que hagan posible confirmar violaciones de los derechos humanos. Fueron arduos meses de trabajo, con sesiones continuas para recibir declaraciones de víctimas directas e indirectas. Miles de páginas recogieron las versiones de las torturas, de los asesinatos y de las detenciones arbitrarias, como patrones de conducta de una camarilla que impartía las directrices. En ese informe patrocinado por la OEA se indican a los autores materiales e intelectuales de esos crímenes de lesa humanidad.
Luis Almagro se dedicó por años a confirmar, con argumentos incontrovertibles, que en Venezuela la soberanía nacional se ha ido extinguiendo porque primero Chávez, y ahora Maduro, han facilitado una invasión del territorio nacional por fuerzas extranjeras. No vaciló cuando nadie se atrevía a denunciar que Maduro tenía relaciones directas con el narcotráfico y con grupos terroristas de alcance transnacional.
Esa labor de Luis Almagro lo ha sembrado en la memoria de los venezolanos que le estaremos eternamente agradecidos por su titánica y valerosa acción en defensa de nuestros derechos.
¡Gracias, señor secretario general, su tarea no será en vano!
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