Arturo Molina: Tiempo al tiempo
La situación país mantiene a los ciudadanos en hermetismo. Las incoherencias de los sectores radicales de oposición han destrozado la poquísima confianza existente de las personas hacia los dirigentes políticos. Se ha entrado en terreno de desconfianza masiva, y la intolerancia crece sin mediación. La reflexión ha pasado a segundo plano, porque las agresiones son el remanente a vender. La desgracia gana terreno y la libertad se encuentra a punto de ser prescindida.
Las montoneras dejaron de ser parte de la actividad física para insertarse en las decisiones políticas. La cuantificación generada por el error de la abstención y de la inmediatez de la anti política a la sociedad venezolana, aún no se conoce, pero aún así, siguen transitando en ese terreno fangoso, conllevando a la división y profundidad de la crisis en la disidencia. Los improperios y ofensas no cesan hacia quienes definen postura distinta a la de los improvisados, quienes asumen estrategias sustentadas en la calumnia para aparentar atropellos. Algo así: el fin justifica los medios.
El régimen busca afanosamente avanzar en imposición colectivista, y se aferran a la no participación ciudadana para lograrlo. Tiene aliados adentro de su partido, y también en los multiplicadores de la abstención afuera. La llave para quebrar ese propósito está en manos de los ciudadanos. La elección de gobernadores y alcaldes a finales del año 2021, pudiera ser la última a realizarse si así lo deciden los venezolanos, al preferir quedarse en casa. Las excusas no sirven cuando la miseria es la que manda. Jugar al pragmatismo es apostar a la nada. El momento no admite vacilar.
El hambre y la miseria han encontrado aliados en las comunidades, al crecer el abuso hacia mujeres y menores de edad. La delincuencia se hace cotidiana. Las personas tienen que lidiar con esos facinerosos porque no hay política pública para prevenir el crimen por parte del oficialismo. Los llamados cuadrantes de seguridad se quedaron encerrados en el discurso hueco. Pasaron de la aceptación al rechazo social, en un abrir y cerrar de ojos.
La sociedad requiere de interlocutores e instituciones que canalicen las demandas de sus exigencias. Los partidos políticos necesitan fortalecerse para evitar la obsesión de su eliminación por parte del régimen, y eso es posible, si se reencuentran con los movimientos vecinales, gremiales, profesionales, amas de casa, estudiantes, entre otros, para crear propuesta integradora que dignifique a los ciudadanos. Reacomodar y reorganizar a las comunidades no es fácil ante la turbulencia económica y política presente, pero no se puede bajar la guardia porque sería desastroso.
Los equivocados y exaltados de ayer y hoy, serán los rechazados mañana. En eso no hay que gastar energía, porque viene solo. Hay que concentrase en trabajar por restituir el Estado de Derecho en Venezuela, elegir candidatos únicos en primarias, y sumar voluntades para garantizar triunfos en gobernaciones y municipios. De abajo hacia arriba se puede alcanzar la restitución del sistema de libertades. Tiempo al tiempo.
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