Día Internacional de la Mujer: una fecha para exigir, no para celebrar
El 8 de marzo solo hay cabida para el mérito, o lo que el régimen entiende como tal, el resto es Cuba entera con sus mujeres anónimas, traqueteadas y hartas
LA HABANA, Cuba.- Con un Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres, el castrismo busca contraatacar las demandas impulsadas por la sociedad civil en defensa de los derechos de las féminas cubanas, tanto en el ámbito político como social y económico, en una sociedad raigalmente machista donde el papel de la mujer con frecuencia es más representativo y burocrático que ejecutivo. Teresa Amarelle Boué, secretaria general de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), única organización legalmente reconocida en la Isla y subordinada al Partido Comunista de Cuba, declaró en fecha reciente a medios oficiales que la aprobación de dicho programa “constituye una demostración de confianza, respeto y compromiso de nuestro país con la igualdad de género”.
La dictadura se ha visto obligada a reparar en un tema que daba por trascendido, y lo hace apelando al discurso de deuda eterna con la Revolución. Como quien va de puntillas se hace referencia en el artículo a la violencia y discriminación por cuestiones de género; no se habla del incremento en la tasa de feminicidios y se siguen exhibiendo como logros fundamentales la igualdad en términos de salario y “participación cívica”.
El diario oficialista Granma se ha hecho eco del Programa para el Adelanto…, acompañando el titular con un retablo de cubanas ilustres: la científica, la medallista olímpica, la campesina, la artista. Estereotipos comunes, aplaudidos por una prensa descolocada, que no se ha tomado el trabajo de indagar cómo ha sido la vida de la mujer cubana en el contexto de la pandemia de la COVID-19.
Para el castrismo el Día Internacional de la Mujer tiene menos que ver con homenajes que con la oportunidad de desplegar el arsenal propagandístico que hace meses está teniendo una actividad intensa en todos los frentes. No hay espacio en los diarios estatales para las mujeres que dejaron de trabajar y se fueron a sus casas con el salario al 60%; las que siendo responsables de menores y ancianos han estado a punto de enloquecer entre la escasez, las colas, las teleclases, el miedo a contraer el virus y el demencial aumento de los precios; las que se acuestan y amanecen con la espalda adolorida por el peso de lo que cargan diariamente; las que por humanidad han terminado ocupándose de enfermos que el Estado se quitó de encima sin ponderar el impacto de semejante abandono en la vida de quienes a duras penas disponen de dinero o recursos para asumir su propia manutención.
La propaganda rastrea con lupa historias enaltecedoras que cada día aparecen con menos facilidad; pero desvían los ojos de las mujeres que duermen en parques, azoteas y portales, a la espera de que abran la tienda sin saber exactamente qué van a comprar, por cuál codiciado producto pasarán tan mala noche. El 8 de marzo solo hay cabida para el mérito, o lo que el régimen entiende como tal, y que abarca desde el fármaco descubierto por una heroína de bata blanca, pasando por el martillazo de Yipsi Moreno en Beijing 2008 y la nobleza de la guajira entregada a su faena, hasta el nuevo símbolo de la continuidad sin propósito, encarnado por una joven cantante cuyo talento no hace sombra.
El resto es Cuba entera con sus mujeres anónimas, traqueteadas y hartas. Cuba son los escuadrones de coleras, por hábito o necesidad. Mujeres que después de haber hecho horas de cola no quieren pararse delante del fogón; pero se obligan a cocinar para sus seres queridos y a veces se acuestan sin comer, estragadas por el esfuerzo y la amargura de saber que el día de mañana será igual de inclemente.
Esa lenta inmolación transcurre al margen del Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres, un proyecto que confronta al sistema con otra de sus incoherencias estructurales. Después de seis décadas de Revolución, la FMC reconoce que las féminas cubanas estamos “atrasadas”, y que sin dejar de agradecer la guía de Fidel y Vilma debemos avanzar más en materia de derechos.
Ninguna funcionaria ha precisado qué clase de “adelanto” necesitamos las cubanas; pero la primera preocupación debería ser el respeto a los derechos políticos, entre ellos el derecho al disenso, que con extraordinaria facilidad los agentes de la Seguridad del Estado escamotean a la mujer apelando a su condición de hija, madre, cónyuge, hermana. La violencia expresada en amenazas y chantajes contra familiares cercanos, constituye una de las herramientas más empleadas por la policía política para alejar a las féminas del terreno de la disidencia.
“Adelanto” es otro eufemismo del régimen para no hablar de las diferencias en cuanto a oportunidades y empoderamiento entre mujeres blancas, mestizas y negras. La FMC no admite la existencia de racismo institucional, como también niega que ocurran feminicidios aunque se hayan registrado diez casos en lo que va de año, y tres incidentes de niñas abusadas, según reporte de Radio Televisión Martí.
Esa es la realidad de la que no hablan los medios oficiales, mientras la dictadura continúa de espaldas al problema, negándose a priorizar en el cronograma legislativo la aprobación de la Ley Integral contra la Violencia de Género, agendada para 2028. Eso sí sería un “adelanto” en favor de tantas mujeres y niñas desprotegidas; pero para lograrlo habría que asumir el 8 de marzo como lo que realmente es: una jornada para exigir derechos, no para agitar banderitas ni pretender que hemos llegado lejos en materia de libertades.
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