El socialismo encarece hasta cinco veces más los boletos aéreos en Venezuela
La incertidumbre política en Venezuela y la crisis económica del régimen de Nicolás Maduro estallan los precios de los boletos aéreos internacionales
Una gran turbulencia atraviesan los bolsillos de los venezolanos que desean viajar al exterior por tener que pagar hasta cinco veces más por los boletos aéreos internacionales en comparación con el resto de Latinoamérica. Volar ya no es un placer, es una odisea.
Abrazar a un familiar o exiliarse cuesta más en el socialismo de Nicolás Maduro porque “en este momento la hiperinflación es la mayor dificultad económica del país que afecta e incide en la estructura de costos sea porque la moneda se maneje en dólares o bolívares”, afirmó a PanAm Post Alberto Castellano, doctor en ciencias económicas y especialista en macroeconomía.
Pero además “hay factores de mercado que inciden en el aumento de los costos, en vista de la oferta y demanda que están sujetas a la incertidumbre que existe por una economía altamente distorsionada donde se desajustan las interrelaciones del sistema que conllevan a que los precios sean mayores”, apunta el especialista.
Son esos “problemas de estructura económica y de alta distorsión en las interrelaciones económicas las que ocasionan una oferta disminuida, con menos aerolíneas y competencias que impacta sobre el precio de los boletos”.
No se puede esconder. Es escandaloso. Volar desde Caracas a Bogotá cuesta más de 1800 dólares pero una ruta similar Bogotá-Panamá cuesta unos 400 dólares. Un vuelo de Caracas a Miami asciende a 2500 dólares mientras que de Bogotá a Miami, en promedio, el tique ronda los 350 dólares. El escenario con Madrid, México o alguna isla del Caribe es el mismo, sin mencionar que Venezuela, con sólo 13 aerolíneas operativas de las 34 que antes prestaban servicios, no tiene conexión directa con Estados Unidos y Canadá, y eso empeora la situación.
Realidad sin comparación
Lo que ocurre en Venezuela dista de la dinámica que reporta la industria aérea mundial. La pandemia y el confinamiento disminuyeron la movilidad de pasajeros y al mismo tiempo indujeron la caída de los precios de los boletos.
En la semana del 22 de febrero de 2021, el número de vuelos programados en todo el mundo bajó un 44 % con respecto a la misma semana de 2020. Por su parte, el impacto de COVID-19 en la aviación china registró un récord histórico en la semana del 17 de febrero de 2020, con un descenso del 70,8 % en el número de vuelos, según datos de Statista.
Esas bajas en la región –excepto Venezuela– generan ventajas. Dos de los destinos más solicitados en los últimos meses en la agencia Despegar.com son Cancún y Miami, no sólo por su atractivo turístico, sino porque los boletos a estas ciudades presentan la mayor oferta. Para volar a las paradisiacas playas de la península de Yucatán, los tiques están 35 % más económicos (aproximadamente 300 dólares ida y vuelta), mientras que para viajar al sur de la Florida los precios están 29 % más baratos (entre 400 y 500 dólares en temporada alta). Bogotá, Cali y Nueva York también están entre los destinos más solicitados.
Se trata de flexibilización y estrategia. Las aerolíneas, en su mayoría brindan la oportunidad de cambiar el boleto sin cobro de penalidad y, en algunos casos, sin diferencia tarifaria, siempre y cuando se realicen en la misma cabina y en la misma ruta, y dentro de los lapsos establecidos para ello. Los plazos varían según la compañía y presentan excepciones dependiendo de la fecha en la que fue adquirido el tique.
Nada de eso se ofrece en Venezuela. Las pocas aerolíneas que operan tienen fechas establecidas con hasta varios meses para despegar, lo que significa, que las salidas no son inmediatas ni sujetas a la disponibilidad del comprador.
Sin controles en tierra
El desequilibrio con los costos de los boletos en Venezuela está a la deriva desde hace cuatro años, cuando la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA, por sus siglas en inglés) cerró sus oficinas en el país después de 34 años de operaciones. Mediante una notificación oficial a los medios señaló que el éxodo de las aerolíneas como consecuencia del impago de 4000 millones de dólares por parte del régimen era ya insostenible.
El optimismo cayó. “No hay grandes esperanzas de mejora en Venezuela”, afirmó en aquel momento la organización ubicada en Ginebra ante la “inestabilidad política” y “deterioro de la situación social y económica”.
Los asuntos de Venezuela ahora se manejan de forma remota. La gerencia de IATA Centroamérica, con sede en Panamá, evalúa las pocas operaciones que se efectúan. Cuba se salpicó con esta decisión. Sus trámites pasaron de las manos de Venezuela a la oficina del Caribe con sede en Miami.
Con el camino sin auditorías ni evaluación de estándares internacionales funcionan las terminales aéreas socialistas y eso significa, entre otras cosas, que sus aeropuertos no se rigen por los horarios IATA, como tampoco los manejos de las operaciones en tierra ni la venta electrónica de boletos.
Maduro lo provocó. Su política obligaba a vender los pasajes en bolívares devaluados con la promesa de luego desembolsar a las aerolíneas las divisas. Así las asfixió. Nunca cumplió y la IATA, con sus 242 aerolíneas afiliadas que equivalen al 94 % de la oferta internacional de boletos aéreos, ordenó el cese de sus funciones.
Negocio con estrategia
Lucrar con la situación aérea de Venezuela también es parte de la política de Maduro. Apenas comenzó a transcurrir este año, decretó que Petróleos de Venezuela (PDVSA) venderá “toda la gasolina para aviones que cubren las rutas internacionales en Petro», un activo sancionado por Estados Unidos.
Más caos y fragilidad aérea. Todavía no hay información técnica sobre la transacción pero el vicepresidente para las américas de IATA, Peter Cerdá, comunicó en Panamá que “la situación está empeorando, y las pocas líneas aéreas que quedan operan sin confianza y no creen que las cosas vayan a mejorar en corto plazo”.
Tiene sentido. El Petro no ha logrado convertirse en una herramienta de uso común en Venezuela y en su lugar, la dolarización avanza con fuerza desde la calle y se espera que este 2021 se amplíe al sistema bancario, un espacio donde el Petro tampoco es relevante.
Hasta ahora es solo un criptoactivo encerrado en Venezuela. No lo reconoce ninguna institución cambiaria internacional y tiene un mercado secundario manejado por seis agencias privadas autorizadas por el régimen y dos estatales, donde su precio es muy inferior al “valor oficial” (anclado en 58,77 dólares).
Siempre en contra. Así es el chavismo. “Las aerolíneas a nivel mundial no están utilizando las criptomonedas en sus operaciones, tal vez a nivel de agencias de viaje, pero para sus sistemas financieros no lo usan”, se puede leer en un análisis de El Diario y en eso la IATA está de acuerdo.
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