Con la desintegración de la República de Venezuela, del modo como se conoció hasta diciembre de 1999, se podrían declarar vencedoras “por ahora” las fuerzas criminales que solapadas y fermentadas desde el resentimiento y el apetito insaciable de revancha, se les permitió llegar al poder, a través de elecciones, para destruirla a partir de febrero de 1999.

Después de una década, luego de la caída del muro de Berlín y del bloque soviético en el año 1989, se mostraba en nuestra ciudad capital -con vidrios rotos y saqueos por doquier- el agotamiento de la engañosa vitrina de formal éxito democrático desde el rentismo petrolero populista. En aquella democracia venezolana, como los vidrios de su vitrina, se rompió un básico factor de autopreservación del sistema con el Caracazo del 27, 28 de febrero y 1° de marzo de dicho año 1989.

Quienes sustentaron la electoralmente engañosa versión de tiranía, desconocida antes en el planeta, la habrían creado desde el laboratorio castrocomunista que se instaló en Cuba, con sus cuarenta años de experiencia desde 1959. Ahora con 62 años, esta es la otra versión a partir de aquel “socialismo redentor” para el “hombre nuevo” al que rebautizaron “socialismo del siglo XXI”, suerte de Frankenstein que ni siquiera la inglesa Mary Shelley hubiera jamás podido imaginar en su novela publicada el 1° de enero de 1818. Semejante monstruosidad política, es casi inverosímil, como tragedia de destrucción que simula hacer elecciones periódicas, mientras agobia hoy prácticamente a toda Latinoamérica, y otras partes del mundo, con la inmigración que huye de ella de manera desbordada como efecto.

Haber contado con algunos personajes que, alegando haber nacido en seno, se dicen pertenecer a ella, ostentan el insuperable logro de la traición al haberla entregado a la dirección política del decadente castrismo. Lleno de putrefacción, prostitución y morbo, éste vio en la Venezuela petrolera de entonces, y en sus lacayos comunistas, su salvación ante el hundimiento de los antiguos mecenas bolcheviques de la URSS.

Superando la clásica persecución con represión directa al disidente activo, su tortura, y asesinato, si fuera necesario o “se les fuera la mano”, además del asfixiante sistema de sometimientos continuos por esfuerzos diarios de sobrevivencia del pueblo, que subyugado por el control del alimento, la medicinas, el agua, el combustible (gas de cocina o de vehículos automotores) lo manejan y persisten con su seguro y lento método de literal exterminio, asesinando su alma libre como nación, para continuar con sus reflexiones metódicas sobre cómo “corregir la desviaciones de la revolución”.

Mientras tanto. la élite revolucionaria criminal y corrupta disfruta de lujuriosos bacanales. Haciendo uso de su “Poder Ejecutivo sobre las cosas”, sobre los cuerpos indefensos de quienes secuestran, los cuerpos de las prostitutas a quienes compran y seducen, con sus bodegones y otras instalaciones para el goce en que ceban sus miserias sin amor al semejante, el que muere en el país o el que huye para buscar alimentar desde el extranjero a sus seres queridos aún dentro del territorio.

Menos que animales, los cuales dan lección de instintos protectores de sus crías, las que  una vez protegieron del castrismo invasor nuestras fronteras son hoy sus cobardes meretrices. Las fuerzas armadas, que al parecer les extirparon los auténticos valores y sentimientos patrióticos de nuestra historia, carecen de empatía hacia su nación desfalleciente.

Otras cúpulas de alacranes, que copulan con el mal, seducidas desde sus conciencias vencidas, si es que alguna vez las tuvieron, se olvidan del prójimo, para también disfrutar de una limosna del botín que, sin que ya ni siquiera les importen las dolencias de sus hermanos, se muestran indiferente a la abuelita y el abuelo que desfallecen; menos a la mujer madre que no come para dar algo que quede para sus niñas, a las que estos “dirigentes del país” han abandonado para que las trafiquen por hambre y necesidad a cualquier sitio donde huyan.

Se proponían dialogar nuevamente para un posible “entendimiento electoral”. Uno que supuestamente “resolviese un supuesto conflicto de lucha por un poder democrático legítimo en Venezuela”. Pues les aclaro, a los que aún no lo asimilan, que no hay un problema político en Venezuela, sino un problema criminal. Solo es codicia por mantener privilegios y sus dineros robados, para lograr escaparse de las sanciones y de la justicia, internacionales. Mientras tanto el “ministro de la Defensa” obedece a su amo Maduro e insulta y amenaza a otro gobierno y a su jefe de Estado de Colombia, al señor presidente Iván Duque, mientras es celestina  en el territorio venezolano de otro Iván, pero del guerrillero terrorista Iván Márquez. Su jefazo expulsa y amenaza diplomáticos, enarbolando supuesta independencia de cualquier centro de poder. Luego, tienen que mandar a suplicantes mensajeros a los países que les han prestado cuantiosas cantidades, y que ahora exprimen, cobran y exigen. Es tal la degeneración moral, que el Poder Judicial es la instancia, sin disimulo, que se constituye en el aparato represor-inquisidor “por excelencia” de la revolución.

Entre tanto se sigue el “ordeño” de lo que quede de botín para robar por los cuatro costados de Venezuela, junto a sus cómplices-alacranes de supuesta oposición. Se usufructúa, para bien de algunos candidatos a elecciones, y acólitos, aunque sea dentro del narcoestado criminal creado de relucientes camionetas y espalderos de seguridad. “La coexistencia en el estiércol de los cochinos” es su receta para vivir junto a un Santrich amenazante, junto al “ministro de la Defensa” del títere Maduro que lo “apadrina en nuestro territorio”, hacia el señor presidente de Colombia, Iván Duque, por ejemplo.

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