Se presenta como Mohamed Antonio y en su cuenta de Instagram el gocho árabe suma más de 55 mil seguidores que lo apoyan y observan cada una de las historias que comparte. No se deja ver, normalmente graba sus videos con la cámara trasera de su celular, por lo que quienes lo siguen solo conocen su voz. Prefiere el anonimato, dice que no le interesa que vean su rostro.

Cuando asiste a lugares públicos emula la vestimenta tradicional árabe. Luce un Thawb o Thobe, un vestido blanco manga larga que cubre hasta sus tobillos y es característico de la cultura orientaltambién un pañuelo con patrón a cuadros rojo y blanco que recibe el nombre de Shemagh. A todo ello le suma un tapaboca y lentes oscuros para sentirse más resguardado.

Le gusta ayudar a otros. Su familia apoya cada decisión que toma y dice estar contenta con el cariño y afecto que se ha ganado el gocho árabe a través de las redes sociales como resultado de sus acciones.

“Mis hijas me apoyan mucho, me dicen ‘papá fui a un sitio y estaban hablando de ti’, también el resto de la familia está feliz”, contó con orgullo en exclusiva para El Diario.

Le gusta bromear diciendo, entre risas, que el gocho árabe es un loquito que anda por la calle. Ya con mayor serenidad se define como una figura que busca motivar a otros y demostrar que si muchas personas se suman a tener gestos de solidaridad con quienes lo necesiten el mundo será un lugar mejor.

Si todos nos sumamos a hacer una obra al día entonces van a ser millones de obras, millones de acciones buenas que suman más que una fundación y va a hacer más que cualquiera”.

Asegura que antes de la pandemia ya se ejecutaba un trabajo de ayuda, pero después de la cuarentena sus actos aumentaron. También empezó a mostrarlo en redes sociales y rápidamente los seguidores se hicieron presentes en un perfil cuyo avatar es una ilustración que se asemeja a una figura con vestimenta árabe.

Muchas veces le insisten en que cree una fundación, pero se muestra reacio a esa posibilidad. 

“Les digo que no puedo por mi trabajo, los compromisos, yo lo que quiero es motivar, vamos a dejar el trabajo de las fundaciones a otros porque hay muchas que ayudan”, explicó.

Mantenerse en el anonimato, todo un reto

A medida que crecen los seguidores y popularidad en Instagram, aumenta también la curiosidad de sus seguidores por conocer a la persona detrás de ese perfil. Muchos se las ingenian para descubrir su identidad, pocos lo han logrado. Pero quienes lo saben mantienen el secreto. 

Tanto así que se ve en la penosa obligación de evitar saludar cuando asiste a lugares públicos, porque en ocasiones los presentes logran reconocer su voz e inmediatamente lo identifican.

“Me da pena porque yo soy muy cordial. En estos días estaba en un pueblo con mi hermano y cuando fui a pagar una señora que estaba al lado se levantó y me abrazó, me dijo ‘tú eres el gocho árabe, yo te sigo, yo te escuché’, claro ella lo dijo en un tono de voz bajo”, narró.

Siente alivio y tranquilidad al saber que las personas que lo conocen y saben quién es no develan su secreto. Tampoco está en sus planes mostrar su rostro. Al gocho árabe no le quita el sueño llevarse el crédito de las buenas acciones. Prefiere mantenerse en el anonimato porque así se siente cómodo.

“Estoy muy bien así porque me pasa que estoy en algún sitio y están hablando del gocho árabe y yo estoy al lado, entonces el anonimato me da esa capacidad de poder escuchar. Una vez escuché cosas malas, dijeron que era un enchufado y luego en un video hablé de eso y dije que él (el gocho) no tiene nada que ver con eso, solo es una persona que quiere ayudar”, puntualizó.

Pero no siempre hubo interés por parte de los tachirenses de conocerlo. Cuando creó su cuenta de Instagram solo contaba con tres seguidores, sus dos hijas y otra persona. A medida que empezó a compartir videos y evidenciar situaciones llegó la receptividad.

El amor que la gente le tiene al gocho árabe es muy bonito, es desinteresado, a veces me da pena porque no les respondo mensajes a todos pero es una locura la cantidad de solicitudes que llegan y bueno, ahí voy poco a poco”, agregó.

Él no está solo. Tiene un ayudante a quien prefiere llamar Bernardo para preservar su identidad. Decidió apodarlo así porque lo compara con el personaje del mismo nombre que fungía como ayudante de El Zorro en la serie de televisión. 

“También hay quienes me colaboran, que me avisan, que por ahí me pasan datos de las personas que hay que ayudar”.

El día a día del gocho árabe

Se levanta temprano cada mañana, aunque admite que a veces duerme un poco más. Su jornada inicia al salir de casa, se dedica a cumplir con sus actividades laborales diarias o hacer compras para su hogar, pero siempre atento a lo que pueda observar en la calle. Pendiente de hacer la obra del día.

“Recientemente hice una obra con un señor a quien le faltaba una pierna y caminaba con muletas y su hijo llevaba una carreta con un mercado. Yo veía que pasaban muchos carros y decidí pararme para llevarlos hasta su destino y el señor me cuenta que perdió su pierna en una moto y me dijo su historia”, aseguró.

Para esos días el gocho denunciaba con frecuencia en sus redes sociales el desorden vial y la falta de consciencia de algunos motorizados que prefieren saltarse las señales de tránsito, así que vio esa obra como una casualidad.

Con esa anécdota quiso dejar en evidencia que no hace falta gastar dinero para ayudar a otros. Gestos y acciones simples también suman.

“Entonces eso es lo que yo hago, yo salí a hacer unas compras para mi casa y busco hacer la obra del día, a veces hay plata, a veces no hay, pero lo hacemos sin necesidad de gastar”, indicó.

Ante tanta necesidad en la calle, trata de organizarse y lleva una agenda con casos de personas vulnerables; pero hay otros que llegan de manera fortuita y asegura que Dios los pone en su camino.

Yo voy por ahí y me consigo con las personas. Hace días ayudé a una viejita, hice un video y se hizo viral; yo los veo, los abordo y la alegría de ellos es muy grande. También hay casos en lista que me escriben y trato de ir ayudando, poco a poco”, puntualizó.

Ayudar a otros no siempre es una tarea fácil. Tener cercanía con tantos testimonios y realidades de personas en condiciones precarias lo afectaba, hasta el punto en que prefería parar y no publicar material en sus redes sociales.

“Después entiendes que no vas a poder ayudarlos a todos, eso es algo que me metí en la cabeza y lo sé, pero a los que pueda ayudar lo voy a hacer”, aseguró.

No pretende que existan miles de personas iguales a él, sino que haya seres humanos dispuestos a brindar su apoyo a otros. 

Diezmar es parte de su vida. Sus ganancias siempre las comparte con su socio: Dios, por ello cuando tiene un gesto de solidaridad con alguien necesitado suele decir la frase “aquí le envía Dios”.

La viveza criolla

El gocho árabe denuncia constantemente la “viveza criolla”, término que usa para definir al engaño, conveniencia y la trampa que ejercen unos sobre otros. También incluye a quienes se aprovechan de la tasa cambiaria para sacarle más dinero a sus productos o servicios. 

De hecho fue esa “viveza criolla” la que lo motivó a ingresar en las redes sociales. Inicialmente usaba su cuenta de Instagram para denunciar situaciones donde se evidenciaran algunos de los aspectos arriba descritos.

Prefiere responder a cada pregunta con una anécdota que adorne y recree lo que trata de explicar.

“Tengo un amigo cuyo tío yo sé que era funcionario público de un alto cargo y un día me lo consigo y le pregunto por él y me responde ‘el bobo ese’, y yo le digo ‘¿por qué le dices así?’ y responde ‘porque así como entró en el cargo así salió, con las manos cruzadas’. Entonces el vivo es el que roba, es corrupto y el bobo es el que no lo es”, contextualizó.

Es enemigo de las injusticias y siempre usa su perfil en redes sociales para denunciar lo que le parece incorrecto. 

“Siempre hay casos que nos marcan”

Mohamed Antonio asegura que hay personas que dejan una huella en su corazón. Algunas por sus buenos recuerdos y otras que preferiría olvidar. Sin embargo, habló de dos casos que rememora con particularidad. Uno representó gratitud y otro viveza.

“Uno bonito fue una señora del centro de San Cristóbal que estaba con su familia y cuando les di un mercado ella no paraba de llorar, decía que estaba buscando qué comer junto a sus dos hijos y a mí me tocó demasiado, me quebró el alma”, relató.

En contraparte se refirió a una situación de “viveza criolla” donde un ciudadano se aprovechó de su caridad y burló sus buenas intenciones. Contó que se trata de un señor que suele fingir dolores para que otros le den dinero o comida. 

“Se arrodilla, se agarra la barriga, dice que es de El Vigía y resulta que a mí me mandaron fotos de él tomando cerveza, entonces lo denuncio porque hay que ser justo y él no se puede aprovechar de esas cosas. Yo caí incauto, le di plata y una tizana”.

En un video posterior el gocho árabe compartió con sus seguidores el momento en que se encuentra nuevamente a esa persona y trata de convencerlo de darle dinero a cambio de ayudarle a subir material en un transporte de carga pero él se negó.

“Me dijo ‘no es que no puedo porque no tengo la ropa adecuada’ y le dije que lo llevaba a cambiarse y me dijo que no y ahí le dije ‘no seas sinvergüenza, no hagas eso porque estás jugando con el corazón de personas que te ayudan y después se les quita las ganas de colaborar con otros’ y desde entonces no lo ayudé más”, explicó.

Ayudar hasta que Dios lo permita

Para el gocho árabe la labor de servir a otros es parte de su vida. No le interesa figurar, tampoco compartir con el mundo el rostro oculto detrás de sus lentes de sol, tapaboca e indumentaria árabe. Busca motivar e impulsar a otros para que se animen y tiendan una mano amiga a quienes lo necesiten a su alrededor.

“En estos días me llamaron diciendo que había un comentario que si yo me iba a lanzar a político y yo dije no, no me interesa nada de eso”, enfatizó Mohamed.

Antes de culminar, se detuvo a enviar un mensaje a aquellas personas que atraviesan tiempos difíciles, especialmente en el aspecto económico. Les pide tener paciencia, no desistir y acudir a familiares o personas en quien confíen para desahogarse y solicitar ayuda.

A las personas que antes eran de clase media, alta y ahora no, les quiero decir que busquen a Dios y no les de pena esa situación. A todos nos ha pasado alguna vez en la vida que estamos arriba y nos caemos y luego nos volvemos a levantar”, precisó Mohamed.

Su comunidad en redes sociales sigue creciendo. Miles de personas se detienen a ver su contenido audiovisual e inundan su cuenta con bendiciones y mensajes positivos sobre la labor que emprende a diario. Eso lo satisface, lo hace feliz y lo empuja a decir con firmeza que seguirá ayudando a otros “hasta que Dios lo permita”.