Las cuentas del castrismo: una economía sin plan y sin brújula
Mientras el régimen cubano diseña planes y estrategias a la largo plazo, los problemas de la economía de la Isla continúan sin solución aparente
MADRID, España. ─ En la misma reunión del Consejo de Ministros en que se habló del “perfeccionamiento” de los agentes económicos ─sin asumir los cambios estructurales que necesita la economía cubana para sobrevivir─ también se abordaron cuestiones económicas que no admiten dilación en el tiempo.
En concreto, se analizaron las acciones encaminadas a elaborar el Plan de la economía y el presupuesto del Estado para 2022, condicionado por el control que se logre sobre la pandemia provocada el nuevo coronavirus.
El plan de la economía para el próximo año parte en su diseño de un escenario de ordenamiento monetario que debe guardar relación con la planificación centralizada. Nunca antes el régimen comunista cubano había alcanzado tal grado de intervención en los asuntos económicos. Es un intento, según dicen, de estimular el desarrollo económico y social del país propiciando la incorporación de todas las formas de propiedad y de gestión. Ya se verá si lo logran. Las apuestas están abiertas.
En la misma reunión se informó que el diseño del plan y del presupuesto tiene como objetivo hacer frente a las consecuencias derivadas de las restricciones económicas; la búsqueda de una mayor interacción de todos los actores económicos (el perfeccionamiento); el incremento de la eficiencia, la eficacia, la productividad y la innovación; así como respetar y seguir trabajando en función del Plan nacional de desarrollo 2030.
En materia de gestión de una economía ya no solo es fundamental alcanzar un equilibrio entre objetivos e instrumentos ─lo que suelen olvidar las autoridades cubanas─, sino que el refrán popular de “quien mucho abarca, poco aprieta” se suele perder de vista con frecuencia. Estamos ante un escenario que se puede definir de este modo: una aventura de la que no se sabe bien cómo van a salir.
De un lado se reconoce la complejidad de proyectarse en momentos tan difíciles, pero por el otro hay que “buscar soluciones a nuestros problemas por nosotros mismos”, y con ello se reconoce que el régimen está solo, que no hay acceso a la financiación internacional por incumplir los pagos de la deuda, y que, en tales condiciones, por muchas medidas compensatorias que se adopten, el cinturón se tendrá que apretar más pronto que tarde, con consecuencias muy negativas para los vulnerables. No lo dicen, pero ocultar una verdad es mentir.
¿Qué quieren que les diga que va a ocurrir? Lo mismo de siempre. Por mucho que se esfuercen las autoridades y sus equipos por redondear al milímetro las cifras del plan 2022 de la economía, se volverán a incumplir la mayoría de los objetivos, posiblemente los más relevantes, y con ello, los equilibrios buscados. La culpa siempre será del embargo o del bloqueo, nadie lo achacará a los menguantes suministros de petróleo de Venezuela o al pésimo diseño de la política económica, con la necesaria objetividad. No se puede ir muy lejos cuando el lastre pesa en exceso. Y nadie en Cuba ha hecho lo mínimo por reducir esa carga relacionada con el modelo económico y social que domina al país.
En la misma reunión, las autoridades informaron sobre el estado de la economía al cierre del mes de abril. Sin ofrecer datos oficiales, se explicó que productos como el arroz, el huevo y el maíz en grano alcanzaron un sobrecumplimiento en las producciones, contrario a lo sucedido con las viandas, el frijol, la entrega de leche fresca a la industria y la carne de cerdo. ¿Es esto lo que han percibido realmente los consumidores cubanos? Porque si estos datos no se corresponden con lo ocurrido en los mercados y bodegas de la Isla, la gente perderá la poca confianza que aún le queda en el gobierno, y esto suele ocurrir muy rápido, pero luego, la recuperación de la susodicha confianza se alarga en el tiempo, siendo muy difícil.
Respecto a la zafra azucarera (igualmente sin datos) se dijo lo que ya se sabía, que ha sido un desastre de incumplimientos en todos sus indicadores productivos y de eficiencia, con un notable atraso acumulado de la molida de caña.
Una vez más, el argumento del empleo se volvió a utilizar como dato positivo, y aquí sí se ofrecieron algunas cifras, pero poco documentadas. Por ejemplo, se constató que 166 966 personas habían acudido a buscar empleo, aunque no se dijo cuántas lo encontraron realmente y cuántas se volvieron a casa con las manos vacías. Se puede aproximar la cifra ya que se documentó que, de los puestos ocupados, 55 442 pertenecieron al sector estatal y 50 183 al sector no estatal.
Es decir, poco más de 100 000 encontraron empleo, y otros 66 000 volvieron a casa sin nada (40%), una tasa de cobertura de la demanda muy baja que deberían tener en cuenta porque puede obedecer a muchos factores. Bajar el exceso de triunfalismo en estos resultados del mercado laboral es una recomendación que conviene tener presente, ya que los aumentos de población activa suelen responde a un deterioro de la actividad económica que obliga a la gente a aceptar empleos para no perder poder adquisitivo, y eso es lo que puede estar ocurriendo en la economía cubana con el despegue de la inflación por culpa de la Tarea Ordenamiento.
Y como suele ocurrir, el Consejo de Ministros “abordó el análisis de los avances obtenidos en la implementación del Plan nacional de desarrollo económico y social hasta el 2030, documento rector del Sistema nacional de planificación que orienta la conducción del desarrollo con el fin de resolver los desequilibrios estructurales de la economía con una visión estratégica y en estrecha articulación con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas”. Y la pregunta es la misma de siempre, ¿se resolvió con tanto plan el problema de la comida?
La famosa frase de Manuel Marrero “la gente no come planes” está más viva que nunca. Se tiene la sensación de que las autoridades comunistas de Cuba no están al día, no están al tanto de una realidad cada vez más compleja y que se les viene encima. No es momento de “juegos florales” para recrearse en planes con el horizonte en 2030 (en que la economía cubana puede ser muy distinta de la actual). En lugar de ello, hay que centrarse en lo importante: dar solución al alimento diario, al pago de la deuda externa, a la mejora de las condiciones sanitarias para luchar contra la COVID-19; en fin, a la agenda interminable de problemas que se van complicando por la inacción gubernamental. Cada vez hay menos tiempo para reaccionar.
CUBANET
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